Chris Kaskie, presidente de Pitchfork: «Con la cantidad de mala música que se hace hoy en día, el periodismo musical es más importante que nunca»

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Chris Kaskie, presidente de Pitchfork: «Con la cantidad de mala música que se hace hoy en día, el periodismo musical es más importante que nunca»

chris-kaskieEsta edición de Primavera Pro, como parte de las actividades de Primavera Sound, se ha galardonado a Chris Kaskie, presidente de Pitchfork, con el premio Primavera Award, que en el pasado han recibido otras figuras de la cultura musical independiente como Christof Ellinghaus de City Slang y Barry Dickins de la agencia de booking ITB. Kaskie fue el primer empleado de Pitchfork en 2004 y ha sido esencial en su evolución en la última década, contribuyendo al desarrollo de Pitchfork Music Festival en Chicago y París, a la salida de The Pitchfork Review y también a la compra de la empresa por Condé Nast, la editorial tras publicaciones del tamaño de Vanity Fair o The New Yorker. Kaskie de hecho abandona Pitchfork este año para embarcarse en otros proyectos y aprovechamos su visita a Barcelona para charlar con él sobre Pitchfork, los dichosos Best New Music, la reticencia de la web a reseñar según qué artistas (hoy es el primer día que reseñan un disco o single de Katy Perry) o sobre la importancia del periodismo musical en la actualidad. Foto: Condé Nast

¿Por qué abandonas Pitchfork ahora que va tan bien?
Ese es el motivo. Pitchfork va muy bien. La empresa está en una buena posición, la marca es estable, los festivales tienen éxito y me parece un momento oportuno para retirarme y descubrir qué me depara el futuro. De momento lo único que sé es que me gusta construir cosas…

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¿Quién será ahora presidente?
No lo sé. Hay un montón de gente cualificada en Pitchfork que cuida de diferentes aspectos de la empresa, gente que lleva muchísimo tiempo, que podría «presidir» Pitchfork, pero no tiene por qué haber uno concreto, no somos tradicionales en ese sentido. Así que igual no hay ninguno.

¿Qué ha cambiado editorialmente en Pitchfork desde la adquisición por parte de Condé Nast y qué ha cambiado respecto a sus lectores?
Los retos han sido positivos y negativos. Cuando adquirió la empresa, Condé Nast nos dijo que no quería, y cito directamente, «mandarlo todo a la mierda». Su objetivo siempre ha sido apoyarnos y ayudarnos a crecer. Cuando deseas ofrecer un servicio a tus lectores es importante no acomodarse y experimentar con nuevas formas de presentar tu producto. Nunca hemos querido evolucionar porque sí y de hecho nunca lo hemos hecho, nuestro trabajo siempre ha hablado por sí mismo. En cuanto a los lectores, el concepto de independencia y de la perspectiva propia está ahí, temes perder tu voz… pero Condé Nast no influye ni quiere influir en el trabajo de sus empresas.

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El caso es que Condé Nast es una empresa independiente. La lleva una familia. Cuando eres independiente tienes una lista de cosas que quieres hacer y otra de cosas que debes hacer y por un tiempo esas cosas son diferentes, pero llega un momento en que se empiezan a fusionar y empiezas a no poder ocuparte de todo al mismo tiempo. Pitchfork representa el modo en que internet ha democratizado la distribución de música y la era de la imagen ha cambiado la música de manera increíble. En Pitchfork el objetivo nunca ha sido hablar sobre artistas grandes o pequeños sino valorar su calidad. Así que hablamos de Jay Z y también de Ty Segall y eso es lo que nos hizo destacar de otras publicaciones del momento.

¿Ha cambiado mucho desde 2004 el modo en que el público interactúa con Pitchfork? ¿Qué sigue igual?
Dos cosas siguen igual, el deseo de la gente de descubrir música nueva y su deseo de confiar en la opinión de alguien. Spotify ha construido una plataforma entera en base al concepto de descubrimiento musical. El objetivo de Pitchfork siempre ha sido el de descubrir música, lo que ha cambiado es que ahora es mucho más difícil y festivales como Primavera Sound o nuestros festivales en Chicago y París se diseñan con el objetivo de que la gente descubra música. Por otro lado, algo que en Pitchfork hemos hecho bien ha sido presentar opiniones que a la gente le puedan servir de referencia o que puedan citar a sus amigos. Ni siquiera tienen que estar de acuerdo con ella pero saben que es una opinión sólida. Sobre todo queremos que nuestros lectores escuchen música y que nuestra opinión les ayude a contextualizarla.

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«No hay método en la decisión de los Best New Music, es sobre todo instintivo»

La categoría de Best New Music y Best New Tracks ha adquirido una extraña influencia…
Quizá no es extraña, ¡la gente confía en ellas porque tienen razón! [ríe] Cuando le dices a la gente que un disco de Elliot Smith mola, pero también uno de Kendrick Lamar, cuando valoras un disco de ambient surrealista de la misma manera que uno de hip-hop de Los Ángeles, la gente percibe que no estás forzando tu propia opinión sino presentando una panorámica musical y diciendo: esto es bueno. Y hoy en día no hay mucha gente diciendo “esto es bueno” sino más bien conformándose diciendo que algo “está bien”.

Puede que sea la presión social, las corrientes de opinión…
No lo entiendo. Es como comer o llevar zapatos: lo que quiere uno es comer la mejor comida y llevar los mejores zapatos, no los peores. ¿Por qué hay gente que malgasta su tiempo escuchando música como experiencia social? ¿Qué hay mejor que escuchar música? En las redes sociales se usa mucho la música como herramienta para construir una marca personal que en realidad no tiene nada que ver con la música.

¿Cómo se deciden los BNM? ¿Se consensúan las notas con varios periodistas?
Sobre todo es instintivo. No hay un método. Por ejemplo acabamos de sacar el disco de GAS como BNM. Cuando tratas de convencer a 10 millones de lectores de que escuchen un disco tan complicado como este, que es una obra de arte abstracta, y al día siguiente intentas lo mismo con Kendrick Lamar, no puede haber método alguno. Con Mark Richardson hablábamos sobre la nota que le pondríamos al nuevo disco de Fleet Foxes y al final te dejas llevar por lo que crees que es lo correcto.

De hecho vuestras notas son muy influyentes. ¿Hay presión en la redacción de Pitchfork por esta influencia? ¿Os da miedo poner según qué notas o decir según qué cosas por temor a que repercutan por ejemplo en las carreras de los artistas?
No hay una presión enorme. En Pitchfork lo que valoramos es que escribimos para muchísima gente, así que intentamos sobre todo no pasarnos de la raya cuando valoramos un disco si es para mal. Y si hay un grupo nuevo que está empezando y acaba de sacar un EP, y resulta que este EP es terrible, consideramos si de verdad vale la pena reseñarlo para 10 millones de personas.

«No haber reseñado a Taylor Swift sí ha sido un error por nuestra parte, pero Katy Perry… es más bien una artista de singles, no de discos»

¿Por qué no reseñáis a Katy Perry [NdE: esta entrevista se hizo hace 15 días, durante el Primavera Sound]?
La hemos reseñado, ¿no?

No, nunca [NdE: Pitchfork sí publicó una extraña crónica sobre la gira de ‘PRISM’ en 2014, y hoy publica por primera vez una reseña de ‘Witness’, puntuado con un 4,8 sobre 10].
Diría que no haber reseñado a Taylor Swift sí ha sido un error por nuestra parte, pero Katy Perry… es más bien una artista de singles, no de discos. Sí creo que hemos reseñado sus canciones [NdE: no lo han hecho]. En cualquier caso, cuando se cubre a un artista es importante asegurarse de que es por algo y de que hay un público para ello.

¿Hay público en Pitchfork para Lady Gaga pero no para Perry?
Totalmente. No sé por qué. Quizás es porque Lady Gaga tiene más talento. Artistas como Gaga son interesantes porque no hacen lo mismo de siempre. Lady Gaga hace lo que le da la gana y Katy Perry hace lo que su público quiere que haga y el público de Pitchfork percibe eso.

«Lady Gaga hace lo que le da la gana y Katy Perry hace lo que su público quiere que haga y el público de Pitchfork percibe eso»

A quien también reseñáis es a Justin Bieber.
Bieber tiene un buen gusto tremendo y no es idiota.

¿Y qué hay de Britney?
Hemos incluido canciones de Britney en algunas de nuestras listas. Lo que hace Bieber es rodearse de gente increíble. Es como ser político: igual no eres el político más capacitado pero tienes talento para seleccionar la gente con la que trabajar y formas un gabinete de gente con mucho talento. Y si no eres un gran músico, esta gente con talento te hace mejor.

¿Qué has aprendido sobre el concepto de periodismo musical en todo este tiempo que llevas en Pitchfork?
He aprendido que a la gente todavía le importa tu opinión. El arte de escribir sobre música se minusvalora. Pero si los músicos se esfuerzan en crear su arte, la manera con la que se aborda este arte en el periodismo tiene que ser igual de buena. Y con la cantidad de música que se hace hoy en día, concretamente con la cantidad de mala música que se hace hoy en día, el periodismo musical es más importante que nunca. De la misma manera que es más importante que nunca que haya gente que hable sobre música, que la procese y que ayude a contextualizarla de cara a un público.

«Con la cantidad de mala música que se hace hoy en día, el periodismo musical es más importante que nunca»

¿Beyoncé o Lemonade?
‘Lemonade’ porque captura todas las emociones. Cuando mi mujer se enfada conmigo me canta una canción del disco. A veces pone una canción de ‘Lemonade’ en casa, la escucho desde el piso de arriba y pienso: «mierda, ya la he cagado». No es que sea Jay Z, no soy un cabrón, pero ya me entiendes… Cuando piensas en lo que ha habido detrás del disco te das cuenta de que hacía tiempo que no salía un disco que conectase de manera tan visceral tanto con hombres como mujeres.

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