‘Crack-Up’ es un disco muy complejo, tanto desde un punto de vista musical como lírico. Su desarrollo está plagado de interludios, subidas, bajadas, salidas, entradas… que Pecknold cuenta que tienen una aspiración cinematográfica. En cuanto a sus letras, además de una constante presencia del agua (el mar, el océano, el río) como elemento inspirador o catalizador de las historias, junto a las habituales referencias eruditas a personajes históricos o mitológicos de la Biblia, la Antigua Grecia o el Imperio Romano, Pecknold desarrolla versos con varias voces que se contradicen y metáforas que se miran en F. Scott Fitzgerald (el álbum se titula como un ensayo suyo que ha inspirado todo el álbum), buscando la redención con el pasado que abandonó temporalmente y tejiendo un complicado manto de referencias personales que reflejan su propia confusión en los últimos tiempos.
Sí, justo como este último párrafo, ‘Crack-Up’ es, de primeras, un considerable turrón. Incluso a pesar de que canciones como gran parte de ‘Third of May / Ōdaigahara’ (cuyo título, por cierto, no está inspirado en el cuadro de Goya, sino en el cumpleaños de Skjelset), ‘Fool’s Errand’, ‘If You Need To, Keep Time On Me’ o la segunda parte de ‘On Another Ocean’ (January / June)’ (la que culmina en ese “Too young, too young”) resultan de lo más inmediato y bonito, conservando esa magia ensimismada de arreglos exquisitos y armonías vocales sobrenaturales que siempre les hicieron destacar y les llevó a ser grandes. El gran pero
de ‘Crack-Up’ es que las sucesivas escuchas y la lectura atenta de sus textos no implican que el disco siga creciendo y amplificando su poder.Quizá encontraremos fascinante el empleo de la electrónica en ‘Cassius,-’ y acabaremos seducidos por sus altibajos (precioso el solo de clarinete final), nos reconfortará escuchar el bonito (aunque pesimista) ejercicio de empatía hacia el sufrimiento diario de la mujer ante el patriarcado en ‘-Naiads, Cassadies’, o apreciaremos los espectacularmente comedidos arreglos de cuerda de ‘I Should See Memphis’, que la hacen parecer un tesoro de banda sonora en una película menor. Pero no tiene ninguna pinta de que acabe siendo un disco tan adictivo como ‘Fleet Foxes’ o ‘Sun Giant’, o tan candoroso y expansivo como ‘Helplessness Blues’.
En general hay demasiados caminos ya transitados (o cambios tan sutiles que no resultan perceptibles al oído humano), cierta previsibilidad que trasluce en los momentos menos inspirados (‘Mearcstapa’). Y, pese a la innegable belleza y elegancia de buena parte de él –muy superior a la media–, sobre todo se percibe también cierta incomodidad, cierta tensión: a veces parece que Pecknold quiere convertir en canción los conflictos e inseguridades que le llevaron a «romperse». Sabemos que es un disco que sobre todo le ha servido para salir del agujero en el que anduvo metido y que contendrá aprendizajes que pueden ser muy significativos para él mismo. Pero no es precisamente un éxito no alcanzar con ellas al oyente asiduo a su música, y mucho menos al casual. Con Pecknold contando que sigue escribiendo canciones para su primer disco solo y para el siguiente álbum de Fleet Foxes, la portada de ‘Crack-Up’ debería aparecer en los diccionarios no-oficiales junto a la acepción “disco de transición”. Uno bastante bueno, eso sí.
Fleet Foxes presentarán ‘Crack-Up’ en Vida Festival y Bilbao BBK Live.
Calificación: 7,0/10
Lo mejor: ‘If You Need To, Keep Time On Me’, la primera parte de ‘Third of May / Ōdaigahara’, ‘Fool’s Errand’, ‘Cassius-‘
Te gustará si te gustan: Grizzly Bear, Joanna Newsom, el Sufjan intimista
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