Y sin embargo, esta versión blanquita de The Weeknd ha calado. Tras el éxito multitudinario de singles de su debut ‘stoney‘, como ‘Congratulations’ y ‘I Fall Apart’, el año pasado terminaba de arrasar su tema sobre la fama ‘rockstar’, una colaboración con 21 Savage que contenía referencias a Jim Morrison, a aquella «tradición» de lanzar televisiones por la ventana de los hoteles que por suerte ya parece historia o a la cocaína que cabe en su mesita. ‘beerbongs & bentleys’ es al fin el disco que contiene este primer single lanzado a finales del verano pasado, y ya lo dice todo desde su título, aludiendo a un plasticucho que se usa para beber cerveza en cantidades industriales y a una marca de coches. Un avance de lo que encontramos en el disco, que contiene una pista llamada «Tomando chupitos» -con PartyNextDoor- y otras dos con más referencias al mundo automovilístico ya desde sus nombres: ‘Sugar Wraith’ se inspira en un Rolls Royce Wraith y ’92 Explorer’ en un Ford.
30 años después de que Prefab Sprout bromearan sobre «coches y chicas«, parece que nada ha cambiado en el mundo. Y por supuesto, ninguna de las dos cosas ha dado la felicidad a Post Malone, que ha tenido a bien titular otra de las pistas de su nuevo álbum «Rico y triste». Porque seguramente sea como se siente detrás de su melena, todos esos tatuajes y grillz que le caben en el cuerpo. Así, en las letras de ‘beerbongs & bentleys’ habla largo y tendido de la infelicidad que da la fama. En la inicial ‘Paranoid’ asegura: «me despierto cada día con ansiedad (…) a veces siento que no tengo amigos (…) un paranoico hace planes paranoicos, haré lo que pueda pero no está en mis manos». En la ya apuntada ‘Rich and Sad’ añade: «dispongo de cien sitios enormes, y todavía me siento solo», y además en esta pista se da cuenta de que el dinero no le aporta la felicidad: «todavía deseo que mi dinero te convenciera de quedarte conmigo». De manera significativa, en un momento del tracklist, esa «paranoia», esa «psicosis», le lleva a hablar del suicidio colectivo de Jonestown en un sombrío interludio así llamado.
Por supuesto, las penas de Austin Richard Post -nombre verdadero del artista- dan para más de una hora de música, que se esperaba algo más variada y rica. Hay alguna pequeña sorpresa, como esos momentos que, sin desmelenar guitarras eléctricas, podrían captar a seguidores de Imagine Dragons o Linkin Park, como ‘Over Now’ y ‘Otherside’ (la coincidencia en título con Red Hot Chili Peppers no puede ser casualidad), pero lo que predomina aquí son los cajas de ritmos sencillas, las melodías vocales monocordes, el Autotune, el ritmo anteriormente conocido como trap, el R&B y el post-trip hop. Atmósferas opresoras que van muy bien para hablar de la depresión, el desamor, los celos o incluso la muerte, pero que a lo largo de 18 pistas ya no logran agobiar lo mismo.
Entre las canciones diferentes hay que destacar el caso de ‘Stay’, una balada acústica de corte más inglés que podemos emparentar con artistas de las islas británicas como Coldplay, Travis, Embrace o Ed Sheeran. Para cuando llega ese momento, uno supone que el disco está al acabar. Pero no, quedan 6 pistas más tras ‘Stay’ y, aunque ‘Candy Paint’ y la tropical ’92 Explorer’ se agradecen como contrapuntos luminosos, ‘Blame It On Me’ y ‘Sugar Wraith’, de nuevo ultra The Weeknd, podrán ser hitazos o no, pero desde el punto de vista artístico, no cuentan nada nuevo a esas alturas de la secuencia.
Después de un año de retrasos en torno a este segundo disco, se habría agradecido que Post Malone trabajara ritmos algo más distintos o utilizara su posición de privilegio en la industria musical para mejorar sus letras y ofrecer producciones más nuevas y arriesgadas, como también esperamos de su amigo Justin Bieber. Pero no: sus textos son del nivel de hacer juegos de palabras entre la serie de Disney ‘Zack and Cody’ y «Zack and Codeine», entre ser «cristiano» y «Christian Dior» («Ain’t religious, only Christian when it’s Dior») o a decir cosas como «no le he visto la cara, pero bonitas tetitas» (‘Spoil My Night’). Post Malone se queja de encontrarse a las mismas «bitches» (‘Same Bitches’) en una ciudad con millones de habitantes allá donde va, pero a menudo él resulta igual de cansino que ellas y ellos.
Luego está, claro, la larga lista de hits que puede contener el disco, entre las canciones que no veremos venir, las que ya han sido hits decisivos de la última generación (‘rockstar’, ‘Psycho’) y las que parece claro ya que van a serlo. ‘Better Now’, una de las que versa sobre los celos, reúne no en vano a Frank Dukes con el productor principal del álbum, Louis Bell. Ambos han coincidido recientemente en los créditos de nada menos que ‘Havana’ y gran parte del disco de Cabello, ‘Camila‘, y Dukes viene además de co-producir ‘Melodrama’ de Lorde. Ya es el «no single» preferido del público y es con motivo. No tan alto, pero también despunta a continuación la aparición de Nicki Minaj en ‘Ball for Me’, con una producción un peldaño por encima de la media gracias a sus sensuales teclados.
‘beerbongs & bentleys’ es un disco que habría tenido mucho más sentido el año pasado, cuando se anunció, como continuación precipitada e inmediata de ‘stoney’, porque se suponía que estaba terminado. Pero no por las expectativas que ha generado en estos meses se puede negar que trae bajo el brazo una nueva larga lista de singles que van a continuar marcando a una generación. Aquí se han metido 18 pistas para petarlo entre ese público, no para convencer a la crítica ni para elaborar un complejo discurso que no existe.
Calificación: 6,3/10
Lo mejor: ‘Better Now’, ‘rockstar’, ‘Psycho’, ‘Stay’, ‘Ball for Me’
Te gustará si te gusta: el anterior, el primer The Weeknd, Imagine Dragons
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