Y sin embargo la temprana muerte de Carey Lander, teclista y corista de la banda desde el segundo disco, ha dejado indudablemente tocada la carrera del grupo. Tracyanne, aun siendo la única autora de música y letras y la única por tanto que podía hablar de la temática de las canciones con total conocimiento de causa, permitía que otros miembros como Carey concedieran entrevistas a los medios en solitario en nombre de Camera Obscura. Una familia, más que una banda de Glasgow más, con gusto por el pop sesentero, la estética yeyé y las melodías atemporales.
Para Campbell ha tenido que ser, en parte, una liberación, entregarse a un disco como este. La carrera de Camera Obscura está en modo hiato tras la muerte de Carey, y también hay que decir que ‘Desire Lines‘ en 2013 no es que fuera su mejor creación (en verdad fue abandonar Elefant y perder algo de fuelle o, cuando menos, algo de efecto sorpresa). Sin estar nada mal, pues la banda jamás entregó nada parecido a un disco malo o mediocre, es pertinente que la autora de ‘Tears for Affairs’ se haya desquitado de toda presión con un disco escrito junto a otra persona por primera vez, en este caso Danny Coughlan de Crybaby. Además de servirle para quitar peso al que ha de ser el gran regreso de Camera Obscura, lo cierto es que siempre le ha pegado, por voz, estética y estilo compositivo, hacer un disco de dúo entre voz masculina y femenina como los de Nancy & Lee, Sonny & Cher, She & Him o Isobel Campbell y Mark Lanegan.
Escuchar ‘Tracyanne & Danny’ es por tanto un bonito y esperado reencuentro con una de las voces más bonitas, dulces y queridas del pop independiente de este siglo, ahora acompañada de Danny, apegado a un timbre de crooner que roza el de un Richard Hawley en algunos momentos, como sucede en ‘Celophane Girl’. El triunfo de ‘Tracyanne & Danny’ es el de las canciones que nunca pasarán de moda, y así, sucumbimos ante singles de adelanto como ‘Alabama’
y sus suculentos piano tipo Motown, slide-guitar y cuerdas («sí, me gusta Alabama y me gusta viajar (…) pero no consigo recordar un día en el que estuviera sin ti», dedican a la desaparecida Carey); ‘It Can’t Be Love Unless It Hurts’, cuyo título pesimista lo dice todo y su teoría de que el amor «solo puede ir de mal en peor» también; o ‘Home & Dry’, que ejerce de apertura. A la altura encontramos temas como la balada cincuentera ‘Jacqueline’, que de nuevo con ese piano tan doo-wop habría pegado tanto en The Roadhouse, o ese ‘Anybody Else’ que parece un single del disco póstumo de Roy Orbison, todas ayudadas por la producción del queridísimo Edwyn Collins en colaboración con Sean Red de Dexys Midnight Runner.Es cierto que a veces el álbum cae en los clichés románticos, a los que no estaría mal desafiar en 2018 incluso musicalmente. Cuando uno escucha un «This is a fantasy» casi adivina que va a rimar con un «Baby it’s you and me», y, desde el punto de vista de la producción, es algo inaudito que todo el mundo copie a Nancy & Lee sin la menor intención de emular una canción tan loca como ‘Some Velvet Morning’. Por eso se agradecen los ligeros experimentos, como ese sample o modo obsesivo -no sé qué es mejor- de Danny de cantar «don’t» en la mirada a un amor del pasado que resulta ‘2006’; o las incursiones jazzies. En ‘Deep In the Night’ el saxo nos trae la misma «luz», el «mismo confort», la misma «cuna» de la que nos habla la letra; y la final ‘O’Keefee’ demuestra -pese a que su letra mencione Mexico y Santa Fe- que, como probó el galo Benjamin Biolay, Francia y Argentina están deliciosamente relacionadas.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Alabama’, ‘2006’, ‘It Can’t Be Love Unless It Hurts’, ‘O’Keeffe’
Te gustará si te gustan: She & Him, Nancy & Lee, La Buena Vida, la voz de Tracyanne Campbell
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