Cierto es que la dinámica y los «personajes» no van a sorprendernos absolutamente nada a estas alturas de la tele. Aunque, a diferencia de la anterior temporada, esta vez traen un leitmotiv que vertebrará los nuevos episodios: un viaje de placer, no de negocios, que harán Alaska y Mario a México para que la primera se reencuentre con sus raíces norteamericanas. Y para ponernos en situación, todo arranca con la inauguración de la “casa mexicana” en que la mitad de Fangoria y su representante y marido han convertido aquella vivienda que compraron a Bibiana Fernández –impagable su reacción ante los colores chillones del salón– para rescatarla de sus deudas.
Entre preparativos para el evento –destinado en realidad a terminar de decorar entre todos la casa, mientras Mario y la Juanpe se tocan el potorro a dos manos– y anécdotas varias relacionadas con lo personal y con sus trabajos, aunque rara vez es posible discernirlos. Entre los últimos, destacan la representación final de la obra ‘El amor sigue en el aire‘ que han protagonizado ambos; un homenaje de las Nancys a Mecano, otra de las subtramas de esta T5; Mario haciendo sus primeros pinitos de cara a su participación en ‘Masterchef Celebrity 3‘; o un rework reggaetonero de ‘Huracán mexicano’ de Dinarama.
Claro que seguimos teniendo momentos de eye-rolling (Mario lanzando puyas a «la izquierda» o diciendo a una señora por la calle que «lleva un paraguas gay» por los colores del arcoiris, por ejemplo), pero sobre todo abundan los que te dejan pegado a la pantalla. En el lado cómico, brillaron Marta Vaquerizo tratando de hacer el primer piercing de su vida, usando a su hermano como «cobaya», o cuando Topacio pone en un brete, hablando sobre la actividad sexual propia y de sus amigas, a la vendedora de colchones de unos grandes almacenes. En el emocional, los diversos y cariñosos recuerdos a David Delfín
y a Bimba Bosé, en este caso a través de un encuentro con sus hijas –Dora confirmó que en ella hay una gran artista de la canción en ciernes–. Y así van desfilando todos los satélites que realzan a la (casi) siempre templada Alaska y al siempre excesivo Mario: todas las Nancys Rubias, Topacio Fresh (que pretende reunirse con el Papa Francisco por la visibilidad del colectivo transgénero), Nacho Canut, América, madre de Olvido…Reencontrarse con ellos se parece ya a ver a unas viejas amigas con las que se comparten tantas bobadas como intimidades, y a las que se les perdona incluso que se pongan liberales con su discurso (de traca fue escuchar a Canut asegurar que él no cree en la propiedad privada). Pero el momento en que uno tenía la certeza de que ‘Alaska & Mario’ aún tiene mucho hilo fue cuando, en un ejercicio de confrontación de la (sobre el papel, al menos) modernidad del pasado y la del presente, los protagonistas se encontraron –Topacio mediante– con ídolos de la juventud actual como la instagrammer (y ahora cantante) King Jedet o la estrella de Youtube Soy Una Pringada.
Las dos, reunidas informalmente con las estrellas del programa, parecían absorbidas por una especie de agujero negro de atención llamado Mario Vaquerizo, absortas e impávidas, sin réplica (sólo Esty estuvo bien ingeniosa cuando le contestó, traicionando en parte a su personaje, “no me molesta que me digan guapa”). Mario puede llegar a ser muy irritante acaparando cámara, pero se hizo evidente que su chispa y encanto las eclipsó del todo y dejó claro que, por el momento, las estrellas de siempre se meriendan a las nuevas celebrities. 7.