1. El enorme peso dramático de la banda sonora
Empezamos por el principio. La primera imagen de la serie, con la que comienzan todos los capítulos, es la de la aguja de un tocadiscos descendiendo sobre un vinilo. Lo que suena a continuación es ‘Dance and Angela’, el tema principal de ‘Un lugar en el sol’ (1951), compuesto por Franz Waxman. Cada episodio empiezan con la misma melodía pero interpretada de distinta manera: electrónica, hip hop, piano… Según sea ésta, así será el tono del episodio: inquietante, melancólico, trágico… Esta vinculación entre música y narración, que alcanza su cenit en el tercer episodio, es una constante en la serie. Las canciones de Vitalic, Agnes Obel, M. Ward, The Acid, las numerosas de Led Zeppelin o la fabulosa ‘Pa’lante’ de Hurray for the Riff Raff, todas ellas sonando de forma diegética, proporcionan claves dramáticas, modulan atmósferas y producen chispazos emocionales.
2. Duelo en la cumbre: Amy Adams vs Patricia Clarkson
La eterna nominada Adams promete arrasar en los próximos premios de televisión. Su interpretación de una periodista alcohólica que vuelve a su pueblo natal para cubrir unos asesinatos y se enfrenta a los fantasmas de su pasado, es extraordinaria, a la altura de sus mejores papeles en el cine. Adams mira, observa, y a través de su mirada -triste, vidriosa, llorosa- expresa todo el dolor que lleva marcado en la piel. La extraordinaria Patricia Clarkson, su madre (que parece venir directamente desde el pueblecito de ‘La librería’), es todo lo contrario. Habla más que mira; y lo que dice, las palabras de desprecio que escupe, cortan como una cuchilla de afeitar. Su combate dialéctico, pérfido y dañino, es como esgrima verbal, un duelo tan fino como mortal.
3. El pringoso aroma del gótico sureño
Se ha definido a ‘Heridas abiertas’ como un ‘True Detective’ femenino. Algo de eso hay. Aunque aquí la parte dramática tiene más peso que la policial, los ambientes que evocan sí están en sintonía (aunque no sean los mismos) con los de la fabulosa primera temporada de la serie de Nic Pizzolatto. ‘Heridas abiertas’ está ambientada en un pueblo de Misuri cuya principal actividad económica es la matanza de cerdos. Un lugar conservador y apegado a las tradiciones en el que todavía se respira su pasado esclavista. Pero, como siempre, tras la pulcra superficie provinciana, debajo de los vestidos de niña buena que viste la hermanastra adolescente de Adams (interpretada por la prometedora Eliza Scanlen, que ya ha sido “fichada” por Greta Gerwig para su siguiente película) se esconde una realidad mucho menos idílica. La serie explota estos tópicos de la mejor manera, manoseándolos con manos sudorosas y ensangrentadas, pero sin llegar a explotarlos hasta dejarlos en la mera caricatura.
4. Su estilo visual: entre lo emocional y lo alucinado
Rimas visuales, asociaciones de ideas, destellos de memoria… Es de sobra conocido el gusto de Jean-Marc Vallée por atravesar sus ficciones con insertos, flashes, flashbacks y demás recursos estilísticos -la mayoría de las veces sin sonido- como forma de representar la subjetividad, la manera en que experimentamos los recuerdos y los pensamientos. En ‘Heridas abiertas’, donde el pasado tiene tanto peso en el presente, este era un aspecto fundamental. El director lo ha solventado de una manera parecida a la de ‘Big Little Lies’: a través de un uso muy expresivo del montaje que funciona como cobertura sensorial y rompecabezas emocional, como “heridas abiertas” entre los planos por donde se cuelan los traumas de la protagonista (y las palabras, atención a los mensajes ocultos) sin cicatrizar.
5. No tendrá segunda temporada
Está confirmado: ‘Heridas abiertas’ no va a tener segunda temporada. Ni falta que hace. Por fin una serie de éxito que no se va a alargar inútilmente como las recientes ‘The Handmaid’s Tale’ o ‘Por trece razones’. ¿Una sabia decisión de HBO? No, parece que la “culpable” es Amy Adams, que no quiere seguir con el personaje. Al fin y al cabo, ¿no está rodando HBO la (innecesaria) segunda de ‘Big Little Lies’? 8.