En la era de lo políticamente correcto, da verdadero miedo hasta dónde puede llegar la persecución por una declaración desafortunada que hiciste ayer o hace 30 años. Los años 80, tras la Transición, fueron los de lo políticamente incorrecto, dejando chistes sobre pedofilia en películas de Almodóvar o La Bola de Cristal (un programa infantil), y sobre violencia de género en gags de Martes y 13, que hoy no solo no tendrían lugar sino que hasta nos incomodan mucho. El mundo ha cambiado, y a la par lo ha hecho la música pop, donde se han ido enterrando las canciones que contenían comentarios racistas o machistas. Ayer eran muchos los lectores que nos recordaban letras mucho más duras que las de ‘Quédate en Madrid’, como las de ‘La mataré’ de Loquillo (aunque Sabino Méndez la defendió en una columna para El País como una canción contra la violencia de género) o ‘Matar jipis en las Cíes’ de Siniestro Total.
Ciertamente Mecano pusieron un himno lésbico como fue ‘Mujer contra mujer’ en boca de varios millones de personas, haciendo reflexionar a una sociedad que por supuesto había oído o conocía casos de homosexualidad femenina, pero en silencio. El trío puso un granazo de arena para que el tema dejara de ser un tabú. Por eso nadie los ha considerado nunca homófobos. Pero por eso extraña más aún verlos completamente atrincherados tras el artículo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual, que les ampara para negarse a cambiar una letra, aunque esta moleste y ofenda a parte de las nuevas generaciones. Ana Torroja se ha dirigido al público desde Twitter utilizando mayúsculas, o sea, lo que se entiende en internet como gritando, para dejarles bien claro que esta letra que dice «mariconez» no se va a tocar. ¿Era necesario? Como resultado, veremos a dos jóvenes, María y Miki, entonando penosamente frente a millones de personas una letra que sí, a ellos sí, les parece homófoba; y transmitiéndosela así a gente a la que le ha llegado este debate, y a gente a la que no.
Si bien Mecano nunca podrán ser lo peor de la homofobia pues como heteros blancos y cisgéneros fueron pioneros mostrando su preocupación por un tema minoritario y en su momento arriesgado, en este caso están pasando por alto varios factores. El primero es la propia letra de ‘Mujer contra mujer’, en la que el mismo estribillo decía sobre las protagonistas que «una opina que aquello no está bien / La otra opina que qué se le va a hacer / Y lo que opinen los demás está de más». En este caso, el autor se está poniendo por encima de «los demás» y de los y las «protagonistas»: por encima de los miles de homosexuales que están diciendo que sí, que la palabra «mariconez», «mariconada» o «maricón» en este contexto concreto les ofende, seguramente porque les trae demasiados malos recuerdos. No es lo mismo el uso que un homosexual puede hacer de la palabra «maricón» que el que haga un hetero, de la misma manera que no es lo mismo que Kendrick Lamar diga «nigga» 20 veces por canción
a que lo diga un blanco, y por eso el artista pedía oficialmente que los caucásicos no utilizasen esta palabra al cantar sus canciones.En segundo, no es la primera vez que se reflexiona sobre una letra que se ha quedado obsoleta. Después de pasar la segunda mitad de los 90 sin saber dónde meterme cuando en los bares ponían ‘Puto’ y Molotov cantaban «matarile al maricón», no me esperaba que Molotov sí reflexionaran sobre la letra de ‘Puto’ y Mecano se negaran a reflexionar sobre la letra de ‘Quédate en Madrid’. Tras una agresión homófoba en 2013 que produjo la amputación de un pie a un chico de 19 años, Molotov enviaron un comunicado indicando que ‘Puto’ era una canción sobre México, que no iban a incluir en su repertorio en la gira por Estados Unidos y que iban a eliminar la palabra «maricón» de su repertorio estadounidense. En 2018 Molotov siguen cantando ‘Puto’ tal cual era, pero algo fue algo. Y también existen casos como el de Beastie Boys, que quisieron titular su debut ‘Licensed to Ill’ (1986) nada menos que ‘Don’t Be a Faggot’ («No seas marica») y tras ser disuadidos por Columbia Records, terminaron pidiendo perdón por sus intenciones oficialmente casi dos décadas después. Adam Horovitz escribió, sin que se le cayeran los anillos: «me gustaría disculparme oficialmente con la comunidad gay y lésbica por las cosas ignorantes y mierderas que dijimos en nuestro primer álbum».
Por último, se está obviando algo tan sencillo como el hecho de que ni siquiera ser homosexual te exime de tener comportamientos homofóbicos, por pequeños que estos sean. Así que haber escrito una canción pro-LGTB+ tampoco debería hacerlo. Apenas ahora se empieza a hablar masivamente de plumofobia, ¿y nadie se acuerda de cuando Dolce & Gabbana, abiertamente gays, dijeron que los niños debían tener «un padre y una madre» y que los hijos de homosexuales eran «niños sintéticos»? Luego pidieron perdón, quizá solo por la llamada al boicot de varias celebridades, pero el comentario no podía ser más discriminatorio. En este sentido, utilizar la palabra «mariconez» como sinónimo de «blandengue» o «flojo» o «pusilánime» no es «una expresión coloquial», como ha dicho Ana Torroja. Era homófobo en los 80 y lo es hoy, como ha dicho el Secretario de Estado de Agenda Digital Francisco Polo. Como apunta El País, las letras de Mecano se escribieron en los 80 y por eso contienen temas que sí nos suenan «homófobos» (‘Stereosexual’), tienen expresiones o situaciones racistas o sexistas (‘El blues del esclavo’, ‘Hijo de la luna’) o que animan la violencia de género (‘El club de los humildes’). No hay que crucificar a Mecano ni a otros autores por haber sido hijos de su tiempo, ni su calidad depende de los mensajes propios de su tiempo que contenga, pero tampoco hay que poner el grito en el cielo por poner este debate sobre la mesa.