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Monkey Week 2018: Maria Arnal y Marcel Bagés cierran gira, dando la alternativa a Poolshake, Dreyma o Melenas

El festival Monkey Week ha celebrado este año su 10º aniversario, 3º desde que se mudara a Sevilla desde el Puerto de Santa María, y lo ha hecho superando todas las cifras anteriores, y uniéndose a la red europea de festivales INES, lo que ha traído profesionales del resto de Europa, y asistentes que venían de Latinoamérica y distintas partes del globo. La organización cifra la asistencia en más de 12.000 personas, y eso que este año tenían a la lluvia como principal enemiga. Evidentemente no hemos podido asistir a todos los conciertos, sí hemos querido reseñar algunos. Las actuaciones se ubicaron en lugares repartidos por distintos puntos de la ciudad, pero siempre alrededor de la Alameda, donde se podían ver de forma gratuita actuaciones en el Escenario Ron Contrabando y en el característico Jägermusic (sí, el de los coches de choque). El lema del festival es «descubre hoy a las bandas del mañana» y es cierto que los dos nombres que destaqué especialmente el año pasado (Princess Nokia y Mueveloreina) han aumentado su público y alcance considerablemente. No sé si acertaré con las tres promesas que destaco de esta edición pero, de cualquier forma, tanto ellos como otros son nombres muy poco conocidos -de momento- en la burbuja de festivales, teniendo esto una relación inversamente proporcional en lo que respecta a su calidad. [Fotos de Maria Arnal i Marcel Bagés y Derby Motoreta’s Burrito Kachimba obra de Javier Rosa, cedidas por Monkey Week.]

No era el primer concierto, pero sí el concierto inaugural del festival y a su vez cierre de gira (lo que son las cosas) para Maria Arnal i Marcel Bagés, que ponen así punto y final al aclamadísimo ‘45 cerebros y 1 corazón‘. Las expectativas eran altísimas, y el dúo no decepcionó en absoluto: Bagés estuvo impecable, y Arnal entregó en directo la misma (o más) pasión que en el estudio, demostrando que en ella se unen voz, cadencia, movimientos y dominio del escenario… dominio del escenario con tan solo un par de sillas y juegos de focos. No hacía falta nada más para poner los pelos de punta como en ‘Ball del vetlatori’ o la canción homónima, o para simplemente poner como en ‘No he desitjat mai cap cos com el teu’ o ‘Tú que vienes a rondarme’. Una maravilla de concierto, y un dúo al que hay que marcar para no perderse cada vez que vuelva.

Muy esperado también era el concierto de La Plata. La banda valenciana viene de ser anunciada como uno de los nominados a los Premios Ruido, junto a Zahara, Rosalía, Putochinomaricón, Christina Rosenvinge, Belako, Nacho Vegas, Niño de Elche, Rufus T. Firefly, Toundra, Morgan y La Habitación Roja. Sin duda eran uno de los menos conocidos de ese grupo de artistas, pero no son pocos los que los ven como unos de los favoritos para llevárselo, y el por qué pudo verse en su concierto del viernes por la noche en Fun Club (ese mismo día también ofrecieron otro, el aplazado por la lluvia del jueves). Es verdad que el grupo se encarga de asegurar que no hacen punk sino pop («puede resultar insultante para los grupos de la escena hardcore punk», dicen), pero se entiende el empeño en adjudicarles la etiqueta cuando los ves en un directo que prácticamente no tiene descanso y sí tiene una fuerza arrolladora. La sala a reventar no impidió que se formaran pogos al ritmo de las canciones de ‘Desorden‘. Y pogos (pero sobre todo perreo) hubo también en los coches de choque durante el concierto de Albany, a la que, si no la conoces pero te gustan Bea Pelea, Pedro LaDroga o La Favi, tienes que ir dándole una escucha.

Por problemas de aforo no pudimos ver a Novedades Carminha, pero sí a Terry vs Tori, cuyo bolo en la Sala Even fue especialmente destacable. Erica y compañía entregaron a sus fieles exactamente lo que querían: dreampop del bueno con aroma al Guadalquivir. Un día antes también habían actuado poco después de los más «nuevos» Vera Fauna, que con su mezcla entre psicodelia y surf, y con su forma de relacionarse con el público, se llevaron la atención de muchos de los allí presentes. También sevillanos son Los Reyes Magos, otra de las jóvenes promesas del festival, y que el sábado en el Vinilo Rock Bar presentaron en sociedad con éxito su debut ‘Guay!’ (ocho canciones fuertemente influenciadas por el pop sesentero) y Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, un nombre imposible tras el que se esconde una banda muy recomendable que bautiza su propio estilo («kinkidelia») mientras se declara fan de Triana y Bowie a la vez, y hasta del trap (en este último caso la mitad de la banda sí y la mitad no, según aclararon). Mi compañero Raúl los definía como «es lo que hubiera pasado si Triángulo de Amor Bizarro se hubiesen criado escuchando ‘La leyenda del tiempo'», y no le falta razón; un conciertazo, en cualquier caso.

En el Vinilo actuaron también las Melenas, responsables de uno de los grandes shows del festival. Repletas de energía y con un dominio brutal de los instrumentos (especialmente Leire con el bajo), demostraron que de «Hinds de provincias» como ellas comentaban, nada de nada (en primer lugar porque la comparación sólo por ser chicas es absurda, pero en segundo lugar porque ga-nas tie-nen lasJa-inds, que diría Paulina). Y desde luego, si hablamos de grupos que poco se parecen a otros, tenemos que hablar de Dreyma. Cris, malagueña, y Mel, francesa de corazón y andaluza de adopción, tienen un personal sonido y un cuidado manejo del concepto y la estética en sus videoclips, donde el dream core les lleva de momentos pausados a otros oscuros y a otros casi de éxtasis. Aunque no les dio tiempo a cantar ‘Fuego’ (un temazo que empieza como una canción de Alt-J, sigue como una mezcla entre Massive Attack y La Mala, y cambia mínimo tres veces de sonido e idioma), el dúo llamó la atención con un show distinto que destacaba entre otros muy parecidos entre sí, citando entre sus influencias a Massive Attack, King Krule… ¡y Zahara! Como curiosidad, la autora de ‘Astronauta’ fue profesora de Mel, «y sabemos que cuando dudemos podemos acudir a ella y preguntarle, para nosotras es un ejemplo de mujer en la industria», contaron las chicas.

En el Espacio Santa Clara pudimos ver conciertos tan distintos como el de la llamada «Björk gallega», Mounqup (que ya me cautivó en el Carballo Interplay y aquí volvió a encandilar a los presentes con los temas nuevos de ‘Castro Verdi’), y el de un grupo que, si tuviésemos que apostar, diría que de aquí a un tiempo no muy grande van a estar petándolo: Poolshake. Los murcianos ya me habían llamado la atención cuando los vi casi por casualidad en el Warm Up, y evolucionan favorablemente en un sonido y estética cada vez más cuidados. Con unas influencias que mezclan a Pale Waves y Billie Eilish con Britney, y un frontman que suelta cosas como «hacemos pop porque el pop es lo único bueno que ha habido en el mundo» o «es mentira que no se pueda hacer música con sentimiento desde el mainstream», estos cuatro chicos tienen las cosas muy claras. Y ojito porque, con solo diecinueve años de edad y ni dos de trayectoria, en su próximo EP están involucrados Hans Kruger y Montreal Studios, Guille Mostaza y Robin Schmidt. Otros que también sorprendieron pese a su -de momento- breve recorrido fueron Sun Orphans. Los cordobeses actuaron en uno de los escenarios menos agradecidos, a ras del suelo en la Sala Ítaca, pero su vocalista Pedro Castro supo convertir esta desventaja en una ventaja acercándose al público en una ‘Take Care of the Orphans’ que cantó exudando un aura a lo Alex Turner que, en contra de lo que suele ocurrir, no le sentaba mal, para finalizar de rodillas y bailando sin perder el control de la voz. La entrega del batería Ismael Cobacho es el otro gran punto que nos hizo interesarnos por esta formación y estar atentos al EP que publicarán a finales de año. Las jienenses Uniforms completan nuestra recomendación de grupos que seguramente-no-conocías-pero-deberías: Annie, Natalia y Pan presentaron en la Sala Fun Club el recién salido del horno ‘Polara’, y la respuesta del público no pudo ser más positiva.

Pony Bravo eran el plato fuerte del sábado, y no decepcionaron: soltaron ya en el segundo corte su hit ‘El Político Neoliberal’, se despidieron con la locura de ‘Mi DNI’, versionaron a Las Grecas e hicieron que todos los presentes coreasen ‘Turista ven a Sevilla’. El Teatro Alameda hasta arriba mientras el inclasificable sonido de los Bravo se abría paso entre las cervezas y daba fuerza a los asistentes para, nada más terminar, no salir corriendo ante la lluvia sino continuar la fiesta en «las salas de madrugada»: X, La Calle y Even. En esta última repitieron, tras el Monkey del año pasado, los ya conocidos Yawners: a Elena y Martín poco les importó que la hora del concierto fuese tan intempestiva, y con su skatepunk se metieron en el bolsillo al público. Poco después, en la Sala X, Sierra recogían el testigo de mantener despiertos a los presentes mientras daban buena cuenta de los temas su disco del año anterior, ‘A Ninguna Parte’. Los «hijos» de Sonido Muchacho continuaron allí con Mujeres encargados de cerrar, DJs aparte, el festival. El grupo, que recibió estupendas críticas el pasado año por ‘Un sentimiento importante’, fue muy bien recibido como broche final de un festival al que el cambio de la fecha, a pesar de traer lluvia, le había sentado de maravilla. ¡A por la 11ª edición!

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