Los Goya del “No a la guerra”, los de los besos de Carmen Machi, los del rap de Resines… Y en 2019, los de la actuación de Rosalía. Pese a quien pese, la cantante sasrovirense ha marcado para siempre los Goya de este año. Unos días antes de dejar a media España clavada en el sofá con su versión de ‘Me quedo contigo’, Rosalía había estrenado ‘De aquí no sales’, su nuevo videoclip. Dirigido por Diana Kunst (‘Caballo ganador‘) y Mau Morgo (‘Inside Out’), el capítulo cuatro de ‘El mal querer’ amplía el discurso estilístico desarrollado en los cuatro vídeos anteriores. Tras los toros, la Semana Santa, Lorca o ‘La maja’ de Goya, Rosalía se “apropia” de la iconografía del Quijote y la rocía de gasolina como el monje Thich Quang Duc en Saigón. Cae la noche sobre un evocador paisaje cervantino donde los molinos de viento se mezclan con la agresiva estética flamígera de ‘Ghost Rider’ y el olor a gasolina de las persecuciones automovilísticas de ‘Mad Max’. El montaje de imágenes, que parece acelerarse al ritmo de la motocicleta, combina las coreografías con las escenas de carretera de una manera que recuerda al ‘Bad Girls’ de M.I.A. En una tercera línea narrativa, y en sintonía con el título de la canción y el juego de contrastes entre tradición y modernidad, Rosalía aparece hundiéndose en una charca en la que se disuelven la iconografía de la ‘Ofelia’ de John Everett Millais y la de un vertedero industrial.
El premiado cortometraje ‘The Maiden’ le ha servido al director Michael Chaves para subirse al tren del terror de la factoría James Wan. El prometedor director está a punto de estrenar ‘La llorona’ (19 de abril) y será el encargado de dirigir la tercera parte de ‘The Conjuring’. ‘Bury a friend’ podría pasar perfectamente por una película del realizador malayo-australiano. Chaves transita (levita) por los mismos escenarios de los filmes de terror de Wan –la casa encantada de infinitos pasillos- y emula la parte más pirotécnica de su caligrafía visual: los golpes de efecto alumbrados con luz estroboscópica. Si a ese reconocible cuerpo narrativo le inyectamos (en la espalda) unos miligramos de ciencia ficción ciberpunk, le añadimos unos toques de paranoia polanskiana (esos amenazantes brazos que recuerdan a los de ‘Repulsión’) y lo suspendemos en el aire como cualquier película de exorcismos reciente (del díptico ‘El último exorcismo’ al otro díptico ‘Exorcismo en Connecticut’), el resultado es este lúdico y siniestro videoclip que fantasea con la idea de los miedos, pulsiones y fantasmas que todos ocultamos, conscientemente o no, bajo la cama.
Empezando por el nombre del dúo (por si queda algún despistado, tomado de una revista de cine de terror muy popular en los ochenta), es conocido el gusto de Alaska por el género fantástico. En su nuevo vídeo, la cantante se vuelve a poner el traje y la sombra de ojos de Vampira/Elvira, como en su época de ‘Mi novio es un zombi’, para protagonizar un aquelarre lleno de invocaciones a las películas de terror “satánico”. Dirigido por un Juan Gatti que parece poseído por el espíritu (burlón) de Guy Maddin, en ‘De qué me culpas’ se conjuran varias referencias: clásicos underground del esoterismo queer como el hoy algo olvidado Kenneth Anger (‘Lucifer Rising’), la poética visual del rosacruz Jean Cocteu (la escena del espejo es un guiño explícito a ‘Orfeo’), títulos emblemáticos de la Hammer sobre magia negra como ‘The Devil Rides Out’, el ataque de ‘Los pájaros’ de Hitchcock, o el ‘Freaks’ de Tod Browning pasado por el filtro posmoderno de la serie ‘American Horror Story
’ (el personaje de Pepper). También hay una referencia que, por trillada y poco luciferina, desentona al lado del resto: la enésima alusión en un videoclip a los marineritos de Fassbinder. Ya, ¿no?En la novela ‘Los asquerosos’ hay un pasaje que pone de manifiesto una gran paradoja contemporánea: un personaje se hace un bucólico selfie campestre y se conecta a Internet para compartirlo en las redes sociales con el mensaje “Aquí, desconectando del mundo”. Una variante de estos “asquerosos” son los que se encontró el realizador y activista Akinola Davies (también conocido como Crack Stevens) en un concierto de Neneh Cherry. Según cuenta en un comunicado de prensa, cuando salió la cantante al escenario del Village Underground todo el mundo sacó su móvil y se puso a grabar. Incluso un chico que tenía detrás le dijo que se apartara porque “le tapaba”. En ‘Natural Skin Deep’, el director londinense hace una relectura en clave satírica de la experiencia en ese concierto. Neneh Cherry aparece cantando y bailando por las calles y la costa de Beirut mientras la gente a su alrededor graba y mira la realidad a través de su pantalla de móvil. Entre violentos zooms que hubiera firmado el mismísimo Valerio Lazarov y un gusto por el retrato colectivo, casi documental, que denota el componente social que anima la mirada de Davies, el director va articulando un discurso de anticolonización tecnológica iluminado por las luces que emiten los teléfonos.
Si en los años sesenta los aficionados al cine de terror daban un respingo cuando cerraban la cortina del baño después de entrar en la ducha, y en los setenta pegaban un grito cuando les rozaba algo dentro del mar, ahora muchos hacen coñas con caer en el “lugar hundido” cuando escuchan el clink-clink-clink de una delicada taza de té. Nabil Elderkin, conocido por sus trabajos para Frank Ocean o Foals (y a punto de debutar en el largometraje con ‘Gully’), recoge esta célebre idea de ‘Déjame salir’ y la utiliza como punto de arranque para el vídeo ‘Mile High’. Buscando un efecto más hipnótico que perturbador, el director combina el sonido de la taza de café con un eclipse de sol para abrir la puerta (dimensional) a una fantasía onírica en la que James Blake y Travis Scott dan vueltas (y más vueltas) por el espacio sideral. Por medio de la superposición de capas de imágenes y utilizando el círculo como figura de estilo (la taza, el sol, el iris), el vídeo consigue crear una especie de baile galáctico, a medio camino entre lo magnético y lo directamente narcótico (¿no dura demasiado?), donde las figuras de los cantantes hacen las veces de planetas en rotación.