Ruido Paraíso es el proyecto en solitario de Aníbal Gómez (Muchachada Nui, Ojete Calor). Pero cuidado quién se acerque a ‘Gran Atlas’ buscando el electroclash descacharrante que practica con Carlos Areces, porque puede salir altamente desconcertado.
Después de un primer intento, ‘Polifonía’, repleto de techno pop vivaracho pero excesivamente chirriante, Ruido Paraíso ha conseguido en su segundo álbum aquilatar la fórmula del pop electrónico más refinado. ‘Gran Atlas’ es un disco que, a pesar del revival del sonido ochentas que llevamos viviendo desde hace tiempo, se presenta como un artefacto fuera del tiempo, como si Aníbal hubiera ejecutado el disco de synth-pop que le gustaría escuchar. ‘Gran Atlas’ aúna el techno pop ochentero de Visage o Erasure con épica hispánica, algo de oscuridad gótica, EBM, el italodisco (y su vertiente centroeuropea), el toque folcklórico, bastante de melodrama y sensualidad, todo contagiado con el desparpajo sudamericano que le otorgaría una Javiera Mena. Si alguien quiere ahondar más en todas las influencias y referencias que inundan estas canciones, el propio Aníbal las explica estupendamente en Mondosonoro.
Eso sí, que nadie espere menear las caderas a la primera de cambio. “Abre, que soy la muerte”, así de solemne y fúnebre, abre ‘Gran Atlas’. Después del susto, no, no viene la muerte, sino ‘Lo siento’, un bonito ejercicio de techno-pop atmosférico y sensual, una especie de saeta existencialista entreverada con líneas de bajo, sintes oscuros y gongs misteriosos. Luego Aníbal ya se deja arrastrar por la vena Erasure mezclados con ranchera en ‘Milagro’, el dúo con La Bien Querida, donde consigue un hit irresistible. Imposible quitarse de la cabeza esos “¡Milaaaagro, milaaagroo!” de su estribillo, con Aníbal desatado, cantando con el desboque de un divo, mientras los bpm juegan a refrenarlo. El contrapunto de la Bien Querida le resta algo de fulgor, paradójicamente, en un tema que pedía un contrapunto vocal igualmente apasionado. Parade asoma en el horizonte en el inicio de ‘Bailaré hasta el amanecer’, que rompe en saltarina música dance, con un estribillo eufórico y luminoso. Quizás la canción que trae más reminiscencias consigo sea ‘Voy a dejarte’, con mucho de las letras repletas de despecho de Cetu Javu (aunque con más rasmia que los alemanes). Como despecho nocturno, con cierto toque New Order, brilla en ‘Tu corazón es un puñal’. Mientras, Camela y Depeche Mode asoman en la sci-fi ‘Días sin Gravedad’. Pero probablemente la pieza más sorprendente sea la final ‘Romería de difuntos’, otra saeta que mezcla EBM aflamencado con ecos de Héroes de Silencio, pero que, a la postre, resulta más curiosa que sobrecogedora.
Quizás el mayor defecto de este ‘Atlas’ es que a partir de la segunda mitad, las canciones resultan menos excitantes, no sabes muy bien si por excesiva reiteración de la fórmula o porque en ellas Aníbal no ha conseguido la efectividad a nivel compositivo que sí que alcanza en sus cinco primeros y certeros temas. También se le puede achacar una cierta falta de personalidad, el parecer más pendiente de reproducir unas atmósferas y un tipo muy concreto de temas antes que de otorgar su toque. ‘Gran Atlas’ es, prácticamente, un ejercicio de estilo. Pero hay que reconocer que, más allá del mero revival, Gómez logra unas cuantas canciones deliciosas, al menos para los que somos amantes del género.
Calificación: 6,8/10
Te gustará si te gusta: Javiera Mena, Cetu Javu, el techno pop ochentero
Lo mejor: ‘Milagro’, ‘Bailaré hasta el amanecer’,‘Voy a dejarte’, ‘Tu corazón es un puñal’
Escúchalo: Spotify