Florence + The Machine contra los plastas del móvil, la masculinidad tóxica, las críticas por «intensa» y hasta la gripe en la gira de ‘High As Hope’

Florence + the Machine actúa en Madrid y Barcelona en recintos impropios de lo que parece su popularidad en las listas de éxitos. Sin embargo, gracias a su aparición en festivales como el FIB o el Bilbao BBK Live parece que se ha corrido la voz de que tenemos en Welch a un animal escénico del tamaño de Iggy Pop o Freddie Mercury y, aunque ha costado tras la tibia recepción comercial de ‘High as Hope‘, la cantante actuaba anoche ante un WiZink Center que no agotó entradas pero sí lucía aparentemente lleno hasta la bandera. Foto: Live Nation.

Más de 15.000 personas según la organización asistieron al recital de su grupo, en el que su técnico/a de sonido logró una ecualización de arpa, violín y demás instrumentos de los 8 músicos que ya hubieran querido para sí por ejemplo Arcade Fire. Florence escoge no tocar en ningún momento instrumento alguno para decantarse en cambio por recorrerse todo el escenario disfrazada de hada, desplegando una voz en un estado impecable, personal y arrolladora, pero nunca excesiva.

Son varios los momentos mágicos: la llegada de ‘Hunger’ en segundo lugar tras el inicio con ‘June’; el desenlace medio españolete y un poco Morrissey de ‘Queen of Peace’, con todo el respetable dando botes; el falso final con ‘What Kind of Man’, el bis último con ‘Shake It Out’ o la interpretación de la popera ‘Ship to Wreck’. Gracias a Dios no ha dado de lado su canción más infravalorada. Es curiosa su llegada además porque el escenario, compuesto de varias alturas en madera y con unas telas sobrevolando, se asemeja a un enorme barco de vela.

También hay, no obstante, momentos más áridos. ‘High As Hope’ es el peor disco de Florence o, como mínimo, el más inadecuado para presentar en grandes estadios, y canciones como ‘The End of Love’, ‘South London Forever’ o ‘Big God’ no logran atrapar tanto como sus viejos hits. También intentó que se nos saliera el corazón por la boca al espetar, antes de ‘Patricia’: «We welcome you, Patti Smith!!!!». Se refería en espíritu. Pero por lo demás, es loable que el espectáculo visualmente se sostenga sin los grandes trucos escénicos ya imprescindibles para los artistas que tienden a actuar en este tipo de recintos, como U2, Muse o Kiss.

Aquí la única parafernalia técnica es ella misma dando botes, recorriendo todo el foso del WiZink Center al completo sin necesidad de abrir un pasillo y por tanto aplastar al público previamente durante 20 minutos como hicieron U2, o mandando mensajes contra la masculinidad tóxica y a favor de las mujeres en unos discursos entre canción y canción que por suerte contuvieron algo de guasa. Florence habla más despacito que Paulina de la Mora

, pero sabe reírse de sí misma. En un momento dado nos invita a darnos todos las manos, besos y abrazos, incluso aunque no nos conozcamos. Después de yacer medio muerto con 40 grados de fiebre hace un par de semanas a causa de un virus que se ha llevado por delante a medio Madrid, yo solo pensaba en gente tocando manos ajenas y acto seguido ojos, nariz y boca. Hay mil maneras posibles de ‘Contagio’, pero ella siguió a lo suyo: «por todo esto deben de decir que soy intensa».

Florence estuvo simpatiquísima y cercana (al final bajó a firmar autógrafos cual Lana del Rey), y a la vez profesional y moderada. Por ningún lado se intuye a esa persona que ha tenido tantos problemas con la bebida. Tiene tiempo para recordar el día que actuó en Razzmatazz a las 4 de la mañana en lo que recuerda como un «concierto muy raro» en el que cobró en metálico, pero nunca se aleja de unas interpretaciones impecables y medidas, pulcras y apasionadas, en las que se intuyen largas horas de ensayos.

Aun así, el show no pasará a la historia por su perfección, sino por ese momento tan simpático en ‘Dog Days Are Over’, en el que consiguió que todos guardáramos los móviles. El reto fue «sed tan valientes de hacerlo» y luego invitó a la gente a indicar a todo el mundo que le rodeara que guardara el móvil si no lo había hecho todavía. Sugirió hacerlo primero en un inglés modo «polite» y después en «slang» callejero, y lo logró. Estuvo muy divertida siendo ella misma porque así es el pop-rock que representa Florence + the Machine: elegante y fino, y al mismo tiempo salvaje. 8.

Young Fathers fueron unos buenos teloneros para Florence + the Machine, gracias a aquello que comparten con la banda de Welch pese a las visibles diferencias: un mayor foco en el rap, en la experimentación y en hacer ruido. Pero hay cierto sentido étnico y tribal en muchas de sus composiciones y fueron varias las ocasiones en que se comprendía perfectamente qué hacían allí como invitados de esta gira. El trío, completamente basado en batería y percusiones, presentó tan grandes canciones como ‘In My View’ y ‘Low’, aunque como suele suceder en estos casos toparon con cierta indiferencia por parte del público. 6.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Sebas E. Alonso