Música

Miss Caffeina llevan con éxito su nueva fiesta dance y disco a La Riviera

La Riviera ya no es lo que era. Ahora es un sitio al que mola ir a conciertos. Desde que se limitó el aforo a algo más de 1.800 personas y se mejoraron las condiciones técnicas -y los grupos empezaron a gastarse parte de su panoja en buenos técnicos de sonido-, asistir a la sala madrileña ha dejado de ser una lotería para pasar a ser algo disfrutable. Dorian, C. Tangana, Zahara o en el plano internacional Halsey han sido algunos de los artistas de música pop que han ofrecido recientemente shows bastante espectaculares en esta sala y anoche era el turno de Miss Caffeina, que acudían con su primer número 1 en ventas en España, ‘Oh Long Johnson‘, bajo el brazo.

El grupo apostó por un escenario en dos alturas con rampa y una serie de leds al fondo con efecto neón ochentero. ‘Oh Long Johnson’ es un disco en el que se han animado a dar un paso más hacia los terrenos de la música electrónica y las tonalidades azules y rosas en cuanto a iluminación fortalecían esa decisión artística. La elegancia del escenario, tan sobrio a la vez, ocultaba por completo el lado más «cheesy» de la banda: si había alguna pequeña rima o alguna pequeña letra que te chirriaba un poco, con el excelente sonido y la escenografía se te olvidaba como cuando ves una fascinante puesta de largo en Eurovisión.

Con eso y con el calor del público, que se cantó prácticamente todo desde el inicio con la propia ‘Oh Long Johnson’, destacando particularmente en el final de la bonita ‘Eres agua’, cuando ya solo se oyen las voces del público entonando que «solo los valientes saben que es inútil pelear con la tormenta»; y por supuesto en hits como ‘Detroit’, Ácido’, ‘Oh! sana’, ‘Mira cómo vuelo’ y ‘Merlí‘, al fin su tema más oído en el semanal de Spotify (le ha costado meses, traduciendo, está siendo un «grower»). Tampoco se han olvidado ni el joven público ni ellos de alguna canción más antigua, como ‘Venimos’ y aquello de «Venimos del mismo lugar / de dormir con desconocidos para evitar / algunas preguntas que no sé contestar».

Alberto Jiménez, un frontman hace rato muy cómodo en el escenario, se dirige varias veces al público para agradecer la fidelidad de Madrid, siempre tan presta a cantar a grito pelado letras de música pop; y sobre todo en su lucha contra el bullying. En ‘Calambre’ cuenta cómo vio un día al matón de su colegio atendiendo a su propio concierto; en ‘Fiesta nacional’ habla de las presiones de la industria musical, incluyendo tener que oír cosas sobre «cómo tienes que sonar» o «nunca digas que eres gay»; y ‘Reinas’ es uno de los momentos más emotivos de la noche, sin que ni siquiera se reserve para los bises, sonando más bien al principio. Y lo que podría haber sido una balada llorica se crece musicalmente por el mimo del grupo, sobre todo en este caso por la incorporación de una batería electrónica distorsionada que la aleja de la ñoñería.

El concierto de Miss Caffeina se benefició también de un enorme dinamismo: lo que Alberto llamó «el ciclo de baladas» fue en verdad una sucesión de temazos vibrantes que incluyó ‘El rescate’, ‘Prende‘ llena de luces de neón, ese homenaje a Chic llamado ‘Planta de interior’ o el lucimiento de bajo y guitarra de ‘Ácido’. En los bises y tras ‘Bitácora’, la tórrida ‘Gladiador’, casi tan sexy como Maluma susurrándote al oído «cha-cha-chá»; y los guiños a Gala (‘Freed from Desire’) y Madonna (‘Vogue’), el primero más celebrado que el segundo como parte de ‘Cola de pez’. Para entonces ha habido cambio de vestuario, entregado a la música disco, y aunque Miss Caffeina guarden su punto de pop-rock español, su evolución les distancia cada vez más y más de coetáneos como Vetusta e Izal. 8.

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Publicado por
Sebas E. Alonso