Durante sus dos primeros años de vida Tommy James y su grupo The Shondells tuvieron que aguantar la ignominia de ser etiquetados como grupo de pop “bubblegum”. No es que hubiera motivos para estar quejosos después de sus múltiples éxitos de 1966 a 1968: su versión del ‘Hanky Panky’ de Ellie Greenwich y Jeff Barry los situó en el mapa y en las listas, y las excelentes y muy comerciales ‘I Think We’re Alone’ y ‘Mony Mony’ los consolidaron como uno de las bandas clave del sello neoyorquino de dudosa reputación Roulette Records.
Pero la credibilidad entre los críticos y el estatus de artista cool es con frecuencia lo más deseado entre las bandas de éxito mainstream. En la segunda mitad de los 60 la oportunidad se presentó para muchos de ellos gracias a la revolución psicodélica: una vez dado el pistoletazo de salida con el «Sgt. Pepper’s» de los Beatles, el gusto por las temáticas surreales esotéricas, los sonidos alucinatorios y los trucos de estudio se extendieron entre cientos de bandas de rock, pop y garage con ganas de reinventarse. Tommy James y sus Shondells hicieron diana a finales del 68 con ‘Crimson and Clover’.
Estar en Roulette tenía una ventaja y un inconveniente. El inconveniente era trabajar para un sello que pertenecía a la mafia italoamericana de Nueva York: las exigencias para mantener la frecuencia en los lanzamientos eran durísimas y según los cálculos de James el sello se quedó a lo largo de las décadas entre 30 y 40 millones de dólares en royalties no pagados a la banda (nota anecdótica: el personaje de Herman «Hesh» Rabkin en ‘Los Soprano’ está basado en gran parte en el capo de Roulette, el pintoresco Morris Levy). La ventaja la ha explicado Tommy James en multitud de entrevistas a lo largo de los años: tenían total libertad creativa. Mientras no acuciase una fecha de entrega, el sello les pagaba todo el tiempo en el estudio que necesitasen sin cuestionar el resultado final. James ha afirmado también con frecuencia que sin esa carta blanca no habría conseguido nunca crear una canción como ‘Crimson and Clover’. Así, aquel otoño de 1968 Tommy y su nuevo coescritor de canciones, el batería Peter Lucia Jr, pasaron semanas perfeccionando y grabando una simple melodía que habían compuesto recientemente.
El título aludía al color favorito de James (el carmesí) y a su planta favorita (el trébol). La letra casi no pasaba de cuatro versos (“apenas la conozco / pero creo que podría amarla / Ojalá se acercase / He esperado para mostrarle… carmesí y trébol”) pero la melodía era tan gloriosamente pegadiza en su simplicidad que poco más hacía falta. Como guinda, esa elemento clave que resulta oro puro cuando sale bien: el riff de acordes. Es decir, un riff que no consiste en notas tocadas en sucesión, sino en acordes rasgueados que se convierten en instantáneamente tarareables. Otros ejemplos incluyen ‘Wild Thing’ o ‘Louie Louie’, pero ‘Crimson and Clover’ es quizá uno de los casos más refinados y bellos, especialmente con ese efecto de trémolo tan acusado, que sumergía al momento a la canción en la poción purpúrea de la psicodelia, y que era resultado de la cuidadosa construcción de la canción en el estudio.
Por aquellas fechas el sello empezó a atosigarles con el lanzamiento de un nuevo single, y James decidió entregarles una canción en plan rápido (‘Do Something To Me’) para ganar tiempo y completar ‘Crimson and Clover’. Cuando por fin la tuvieron grabada, hicieron un mezcla provisional para pedir la opinión de diversos críticos y periodistas musicales. Así es como recalaron en la emisora WLS de Chicago, donde alguien realizó un duplicado sin autorizar de la grabación, que empezaron a emitir el mes de noviembre como “exclusiva mundial”. El horror de Tommy James (quien tenía pensado hacer una mezcla mucho más ambiciosa, con ecos y sonidos de ambiente) se convirtió rápidamente en alivio cuando conoció la respuesta abrumadora de los oyentes, que propició la fabricación y lanzamiento inmediato del disco sencillo con esa misma mezcla provisional. Cuando la canción empezó a propagarse por todos los EEUU, los fans se enamoraron de una canción que combina pop y psicodelia a partes iguales, que contiene elementos musicales muy seductores (el vibrato antes mencionado, un evocador eco de voz aquí, un armónico de guitarra robado del ‘For What It’s Worth’ de Buffalo Springfield allá) y sobre todo una melodía pegadiza… como el chicle.
El minimalismo de la canción es admirable (una leve percusión, pocos instrumentos ciñéndose al sutil riff, multitud de espacios, ritmo lento) y hay que celebrar que el destino impidiese a James -quizá- estropearla con una mezcla más ampulosa. Tras el cambio de tono, ‘Crimson and Clover’ experimenta un final excitante: en el estudio, pasaron las voces en armonía del final por un amplificador Ampeg con el mismo efecto de trémolo que la guitarra, dándole un fenomenal toque psicotrópico a la vez que el ritmo cambiaba en trepidante escalada final. En tres minutos y medio concluye esta mini obra de arte de pop alucinógeno y muy comercial. Para 1969 se lanzó un álbum completo que contenía otras psico-delicias como la fabulosa ‘Crystal Blue Persuasion’, y una versión extendida de ‘Crimson and Clover’ que alargaron hasta los 5 minutos editando y replicando trozos de la original.
Prueba de la solidez artística y mercantil de los hits de Tommy James son las múltiples versiones de sus mayores éxitos, sobre todo -curiosamente- durante los 80 y los 2000. La de ‘Crimson and Clover’ de Joan Jett de 1982 pasada por un narcótico hard rock viene especialmente al caso, además de ser en parte en la que se basó Prince para su emotiva versión de 2009 (que mezcló con ‘Wild Thing’ precisamente). Pero también fue mítica la versión de ‘I Think We’re Alone Now’ de Tiffany de 1987 (re-reciclada al año siguiente por Cris en su época pre-Amistades Peligrosas). Girls Aloud hicieron lo propio en 2006. Por último, la versión de ‘Mony Mony’ de Billy Idol fue un enorme éxito en 1981. En una reciente entrevista en el podcast del sello Rhino, James se mostraba muy orgulloso de la relevancia de su obra en la historia del pop, algo que la inclusión de ‘Crimson and Clover’ este mismo año en el episodio 8 de ‘Sex Education’ sin duda confirma.
‘Crimson and Clover’ suena en la última entrega de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.