El texto indica que entienden «que es hora de dejarlo, no ha habido ningún mal rollo ni nada por el estilo, nadie ha muerto ni tiene una enfermedad incurable o ha tenido que emigrar». «Simplemente», prosiguen, «se nos ha hecho evidente que ya no despertamos demasiado interés y tampoco tenemos la energía para pensar el enésimo truco que nos haga relevantes por un segundo, llamar la atención como bocanada de oxígeno antes de estar en las mismas». Y, por último, explican que «no habrá concierto de despedida ni pompas fúnebres. Nos quedamos con el recuerdo de noches muy bonitas en Madrid, Barcelona, Bilbao, Palma, Pamplona o Sevilla. Iremos olvidando otras más grises, anodinas, incluso deprimentes (no mencionamos las localidades)». Este es el comunicado íntegro.
«Queridos amigos, familiares, periodistas, promotores y, sobre todo, queridos fans, tenemos algo importante que comunicaros: Ornamento y delito ha muerto.
Han sido 13 años de existencia y coexistencia con sus luces y sus sombras, con periodos de intensa actividad y otros de inmensa inactividad. Hemos parido unos cuantos discos y muchas canciones de los y las que nos sentimos orgullosos y orgullosas y que queremos por igual, como si fueran nuestros hijos (alguno dirá que alguno de ellos nos salió un poco feo o tonto pero a nosotros nos puede el amor). Y eso queda ahí, para siempre, para alegrar, entretener y conocer. Gracias a esa maravillosa tecnología de la grabación del sonido, hemos muerto pero algo de nosotros seguirá vivo.
Tampoco queremos meter mucho rollo, sólo apuntar que entendemos que es hora de dejarlo, no ha habido ningún mal rollo ni nada por el estilo, nadie ha muerto ni tiene una enfermedad incurable o ha tenido que emigrar. No hay ninguna causa externa a la propia idiosincrasia de lo que es la vida de quien hace canciones y trata de compartir lo que hace. Simplemente, se nos ha hecho evidente que ya no despertamos demasiado interés y tampoco tenemos la energía para pensar el enésimo truco que nos haga relevantes por un segundo, llamar la atención como bocanada de oxígeno antes de estar en las mismas.
En fin, que entendemos que todo lo que empieza tiene su final y creemos que este es el momento ideal para dejarlo. No habrá concierto de despedida ni pompas fúnebres. Nos quedamos con el recuerdo de noches muy bonitas en Madrid, Barcelona, Bilbao, Palma, Pamplona o Sevilla. Iremos olvidando otras más grises, anodinas, incluso deprimentes (no mencionamos las localidades).
Y, finalmente, daros las gracias por la atención que nos habéis prestado y, sobre todo, por el amor que hemos sentido de algunos fans dispersos por toda la Península e incluso más allá (hasta la del Yucatán). Nosotros también os queremos.
Por tanto, hoy, 18 de julio de 2019, la banda conocida como Ornamento y delito entrega sus armas y se disuelve.
¡Viva la inteligencia! ¡Muera la muerte!»
Ornamento y Delito nacían en 2006 como G.G. Quintanilla (nombre de “guerra” de Garikoitz Gamarra) y El Telón de Acero (tras el que se “ocultaban” David Talbaila, Roberto Berlanga y Ricardo), y debutaban en 2007 al calor del entonces pujante MySpace, y ya con su nombre más conocido, con ‘Relicario
’.Un disco que, con aires de afterpunk, noise rock y una mala baba descomunal en sus letras, jugaban a provocar con referencias a la herencia que el terrorismo, el anarquismo y el franquismo dejó en varias generaciones, con temas como ‘Canción bomba’, ‘Tráiganme la cabeza de Teddy Bautista’ o ‘Montejurra’. ‘O+D’ (2008) y ‘Putas y cocheros’ (2009) –el primer disco suyo que reseñábamos en nuestra web– amplificaban ese discurso con canciones descomunales como ‘Madrid’, ‘Gora Aste Nagusia!’ o ‘El Madrid de los Austrias’, y adquirían una dimensión más allá del boca-oreja y el underground.
A partir de ahí, su repercusión fue a más con el fichaje por parte del sello Limbo Starr (antigua casa de Nacho Vegas, con el que compartían ciertos referentes estéticas, al igual que con Fernando Alfaro). Allí compilaban una selección de canciones de sus primeros trabajos en ‘Rompecabezas de moda y perfección moral’ (2010), regrabadas y aderezadas con otras nuevas, como ‘La policía’ o ‘Canción de la muerte’, que consolidaban su estilo.
Cómodos en esa tesitura, en 2011 lanzaban ‘Adorno’, su primer disco grabado en exclusiva para Limbo Starr, en el que afilaban su parte más punk, con desarrollos instrumentales más elaborados y, a la vez, suavizaban con voces femeninas algunas de ellas, siendo el single ‘Bono es Dios’ una de las más recordadas. Su abierta y divertida crítica al fan-tipo del rock –como ejemplo de la absurdidad de muchas posturas que mantenemos en la sociedad de consumo– fue uno de los hitos de aquel año, y por supuesto estuvo entre las mejores canciones de aquella temporada para nosotros.
Tres años, más que nunca hasta entonces, llevó a Ornamento y Delito completar ‘El espíritu objetivo’, un disco en el que abrían su paleta cromática con toques de electrónica que hacían que canciones tan impetuosas como ‘Carnaval armado’ y ‘Radio’ (un nuevo latigazo a la nostalgia barata, esta vez a la época del primer indie español) tuvieran una clara intención bailable (y estableciéndose como un claro precedente de León Benavente, ojo). Equilibrado, claro, con su perfil más oscuro, que tenía cabida en temas como ‘Laissez Faire’, y con la esperanza arrojada por el 15-M (entonces se mostraron cercanos a Podemos, y hasta prestaron música para su campaña electoral de 2016) como telón de fondo.
Tal y como apuntan en su comunicado, la realidad les fue apartando del foco de medios y público, que veían como su siguiente y hoy ya último disco, ‘El glamour de las provincias’, se publicaba prácticamente de tapadillo, esta vez por medio del sello Fikasound y en plenas navidades. Y fue una pena que no tuviera mayor repercusión, porque se trataba de otro disco notable, quizá algo más apagado que de costumbre, con un mayor peso de sintetizadores y unas letras más amargas que ácidas. En él destacaban la rabiosa ‘Canción para Europa’ –un trotón himno contra las políticas migratorias de la UE… y contra las políticas de recortes del Gobierno de M. Rajoy– y la preciosa ‘La mitad del cielo’, inspirada en la película de mismo título de Manuel Gutiérrez Aragón (el cine fue otra de sus mayores fuentes de inspiración y referencia). Siete álbumes, en fin, que dejan un gran legado de uno de los grupos más personales de la llamada Generación Myspace, a reivindicar hoy y siempre.