El implacable show de Kylie, la fantasía eurovisiva de Years & Years y el fin de concierto eterno de Love of Lesbian despiden Cruïlla

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El implacable show de Kylie, la fantasía eurovisiva de Years & Years y el fin de concierto eterno de Love of Lesbian despiden Cruïlla

En la última jornada de Cruïlla el pop nos emocionó de la mano de Kylie, Years & Years o Love of Lesbian. Fotos: Vicky Pérez Bello a excepción de Kylie Minogue (Instagram).

Oumou Sangaré, vestida, como la diva que es, con un imponente vestido blanco con detalles dorados, da junto a sus carismáticas coristas y músicos un divertido concierto en el que los ritmos de la África occidental (ella es de Mali) te hacen bailar desde el segundo cero. Su guitarrista, vestido completamente de cuero, acapara la atención de vez en cuando con sus curiosos bailes, aunque nada que ver con las coristas, que se lo pasan pipa cantando y bailando. Sangaré dedica un tema a los enamorados pero sobre todo es una estupenda animadora, incluso cuando la mayoría del público está mirándola de lejos, en las gradas (lo cual no deja de ser una pena).

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Están los artistas que más o menos traen una puesta en escena llamativa y luego está lo de Years & Years, que básicamente traen consigo su propio espectáculo del festival de Eurovisión. La banda, que celebra este día el primer aniversario de ‘Palo Santo’, toca elevada encima de una plataforma y Olly Alexander, con su sonrisa capaz de curar todos los males y un… curioso outfit, canta, baila y se contorsiona con entrega incluso a pesar de los goterones de lluvia que empiezan a caer, provocando un pequeño éxodo de gente. En ‘Lucky Scape’, Olly bromea: «dejad que la lluvia haga de fondo poético de vuestras emociones», aunque en un momento reconoce haber estado «a punto de morir cinco veces» por culpa del suelo mojado. Pero el momento más espectacular del concierto viene en una de las baladas, cuando Alexander se pone un vestido gris de falda kilométrica y canta encima de una plataforma que se va elevando poco a poco hasta el techo. Cubierto completamente por el vestido, Alexander parece medir 10 metros y venir de otro mundo. ¿Quién hace esto en un festival a las 20.00 de la tarde? Un concierto sin duda entretenido, aunque no exento de momentos algo tediosos provocados por un repertorio en el que los singles están muy diferenciados del resto de sus temas.

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Más tarde, Michael Kiwanuka ofrece un concierto de soul clásico a la sombra de su hasta ahora último disco, ‘Love and Hate’, publicado en 2016. A veces el músico británico se desahoga en largas «jams» instrumentales, en otras alarga temas conocidos por el público como ‘Black Man in a White World’, que sigue haciendo en una versión acelerada; y otras simplemente presenta sus bonitas canciones tal cual son, como ‘Home Again’. Un concierto de músicos entregados al arte de hacer música encima de un escenario, aunque habría sido de agradecer que Kiwanuka presentara algo de repertorio nuevo, porque este concierto ya lo habíamos visto…

El problema de Years & Years desde luego no lo conoce Kylie Minogue. La artista es el gran reclamo de esta 10ª edición del Cruïlla y su concierto cumple todas las expectativas. No es, cabe mencionar, un concierto centrado en ‘Golden’ sino en los grandes éxitos de la australiana, recientemente recopilados en un álbum que acaba de alcanzar el número 1 en Reino Unido. Los hits se suceden uno tras otro sin apenas dar tregua, empezando por ‘Love at First Sight’ seguida por ‘I Should Be So Lucky’ seguida por ‘On a Night Like This’ seguida por ‘Get Outta My Way’… todas ellas en sus formas originales, sin cambios a excepción de una ‘Slow’ que Minogue transforma en un número de electro-rock (en mi opinión, poco inspirado). ‘In Your Eyes’ se confirma como un clásico enorme de Kylie a ojos del público español a la altura de ‘Can’t Get You Out of My Head’, y esta, que Minogue interpreta primero en acústico, antes de arrancar su infeccioso ritmo house, llega a la mitad sin que se la eche en falta después.

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¿Cómo es el show de Kylie en sí? Mientras otros artistas traen un espectáculo teatral, el de Kylie es más televisivo. El escenario está decorado por unas columnas de luces con rejas, tras uno de los cuales aparece ella con los bailarines ya en el escenario. Las letras de «K Y L I E» forman otro de los decorados, mientras la artista hace sus típicas coreografías de pasito por aquí, pasito por allá o canta en fila bajo una sombrilla o acompañada de un bailarín disfrazado de Klaus Nomi. Entre una cosa y otra, a Kylie le queda un show glamuroso, un poco «camp» también, pero sobre todo muy entretenido y que, aunque parezca milimetrado, tampoco deja escapar los momentos de espontaneidad. Kylie ha de cantar ‘Where the Wild Roses Grow’, pero advierte a una fan emocionada en la primera fila a la que no duda en invitar al escenario, provocando los aplausos del público. «Este es mi gran sueño», dice la chica emocionada. Ambas cantan unas líneas de la mencionada balada y antes de retirarse, la chica expresa a Kylie algo al oído. La cantante no nos lo cuenta pues es «privado», pero al menos sí nos dice, visiblemente conmovida, que «esta es una de las cosas por las que sigo haciendo música».

Y después de esto continúa la fiesta con el «bip bip» de ‘The Loco-Motion’, el apoteosis de ‘All the Lovers’ con la explosión de confeti de rigor y el bis con ‘Dancing’ -el único tema de ‘Golden’ presente en el setlist- y por supuesto el gran hit final: ‘Spinning Around’ cierra por todo lo alto un show de pop implacable, sin a duras penas altibajos (¿por qué sigue cantando ‘Kids’?) y solo al alcance de una estrella como Kylie que ha hecho del pop un arte con todas las letras.

Tras dejarnos Kylie sin respiración, es el momento de descansar viendo a Jorge Drexler. Siempre un placer ver en directo a esta gran mente del pop de cantautor que sabe hacerte bailar con ‘Silencio’ tanto como emocionar con sus conmovedoras baladas. Durante el concierto, Drexler dedica un tema a Bolivia en recuerdo a sus padres, que, cuenta, desembarcaron allí en 1939 huyendo de la Alemania nazi, y también tiene un momento para recordar al gran Joâo Gilberto, fallecido este mismo sábado.

Como Vetusta Morla, Love of Lesbian es otro de esos grupos que has visto en todos los festivales, pero que no acusan signos de agotamiento sobre las tablas. Santi Balmes y sus músicos llenan completamente el escenario (cuento al menos 11 músicos) y las almas de la gente con sus canciones más emblemáticas. En un momento del concierto aparece Marc Dorian para cantar con Balmes (devolviéndole el favor, pues Balmes ya se había pasado por el show de Dorian horas atrás). El grupo celebra los 10 años de ‘1999’ pero su repertorio repasa toda su carrera, confirmando que es experto en componer un tipo de canción muy concreto: apoteósica, de esas que poco a poco van hacia el clímax y explotan. Es decir, propia de un final de concierto. Todas o casi todas las canciones cantadas por Love of Lesbian en este show parecen la última, la típica que cierra por todo lo alto. ‘La noche eterna’, ‘Incendios de nieve’, ‘Segundo asalto’, ‘Club de fans de John Boy’… Un regalo para fans seguro, pero puede resultar algo cansino que todo el rato te parezca estar presenciando el final culminante de un concierto. Es la fórmula que le ha funcionado al grupo y que sin duda ha producido canciones muy conmovedoras. ¿Pero realmente su repertorio no permite un show, no más épico, porque eso ya lo es de sobra, pero sí un poco más dinámico?

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