No habría adivinado esto ni remotamente la primera vez que oí hablar de Becky G, cuando lanzó aquello de «Becky from the Block» con guiño y cameo de Jennifer Lopez, pero lo cierto es que la cantante, seis años después, se ha convertido en uno de los referentes más evidentes del pop a nivel global. Sus cifras de streaming son multimillonarias y sus éxitos superan ya cómodamente la decena… todo ello sin que haya querido siquiera editar un álbum. Algo que no parecía tan necesario esta década. Al menos hasta que Rosalía, J Balvin o Bad Bunny han evidenciado su vigencia, sumándose con sus largos a la primera línea de varios festivales internacionales.
‘Mala Santa’ («no soy ni mala ni santa» repite el corte titular, huyendo de la ambigüedad de ‘I Am… Sasha Fierce’ de Beyoncé), no es un proyecto tan ambicioso como el conceptual ‘El mal querer’, el notable ‘Vibras’ o el arriesgadillo ‘X100 PRE’. Si bien hoy en día todo artista parece dispuesto a irse con cualquiera para lograr un single de éxito, featuring mediante, al menos estos 3 cantantes quisieron reservarse algo especial para sus álbumes largos, distanciándose del resto. Así, los créditos del álbum de Bad Bunny estaban mucho menos abultados de co-autorías y featurings de lo que habría cabido esperar, ‘Vibras’ fue mucho más que una excusa para aprovechar el tirón de ‘Mi gente’ y ‘El mal querer’ la obra documentada y rica que todos hemos asumido.
Becky G, en cambio, está más en la línea de su colega Maluma: la de reunir cuantos más hits mejor, sin complicarse tanto la vida. Si es que puede considerarse que juntar tantos éxitos como ella ha hecho durante los últimos años es moco de pavo. Tantos le sobraban que en este álbum ha prescindido de todo tema en inglés, de ‘Booty’ junto a C. Tangana, de ‘La respuesta’ junto al de Medellín y además ha dejado algunos de sus cortes más populares para el final de la secuencia, casi como si fueran bonus tracks: ‘Sin pijama’ con Natti Natasha, ‘Mayores’ con Bad Bunny y ‘Cuando te besé’ con Paulo Londra.
La falta de ambición artística deja en principio la sensación de estar escuchando la misma canción de reggaetón todo el rato. Sobre todo hacia la mitad del disco, creemos haber escuchado ya esa canción de celos (ese «olor a puta barata» de ‘Peleas’), ese himno de obsesión (‘En mi contra’) y de superación (’Ni de ti ni de nadie’ y ‘No te pertenezco’ son temas de empoderamiento que huyen de relaciones tóxicas). Sin embargo, después uno va apreciando los detalles de algunos temas. ‘Dollar’ se acerca a los terrenos de Drake, ‘No te pertenezco’ tiene unos ligeros toques de electrónica minimalista, ‘Cuando te besé’ incorpora un punteo que podría ser de The xx y ‘Mejor así’ otro que podría ser de TLC. Las co-producciones de DJ Luian, Mambo Kingz y Hydro ofrecen un poco de sal de vez en cuando, aunque aquí todo el peso reside en unas melodías que son tan pegadizas como las de ‘Te superé’ (muy ‘La Bicicleta’) o ‘Si sí’.
Y es que muchas de las canciones de Becky G parecen en primera instancia blandas, como rescatadas de la era del destape, incluso medio mojigatas hablando de sexo, como sucedía con los bobos juegos de palabras de ‘Sin pijama’ y ‘Mayores’. Esta última además era una de las pocas en que ella no se involucraba en la composición, resultando una fantasía creada por varios hombres para otros hombres que aquí se usa de colofón final. Pero muchas veces simplemente te has de reír: ‘Dollar’ es un desafío contra aquellos zalameros a los que pierde la palabrería; y muy especialmente ’24/7’ es un tema muy divertido sobre una “party animal”: “Hace unas horas, no te conocía / Era de noche y ahora de día / Yo que decía que no bebería / Y sigo aquí contigo todavía / No sé qué pasó, el sábado / Pero comenzó, el viernes / Y aquí seguimos, bailando / Este party dura 24/7”. ¿Estamos ante el nuevo ‘No me acuerdo‘? Tampoco nadie supo ver lo ocurrente del gran hit etílico de Thalía y Natti Natasha y acaba de superar los 1.000 millones de reproducciones en Youtube.