Almodóvar habla sobre cómo le fascinan las novelas de escritoras “malditas y torrenciales”. Una de esas autoras que “escriben arrolladas por la pasión” es la noruega Torborg Nedreaas. ‘Nada crece a la luz de la luna’ (Errata Naturae), publicada por primera vez en 1947 (la autora falleció en 1987), narra la historia de un amor obsesivo y, por tanto, destructivo. El tipo de amor que ha reflejado muchas veces Almodóvar en sus películas. Pero la novela también es un desgarrador relato sobre la soledad, sobre el miedo a la soledad, lo que le permite al director utilizarlo para reflejar ese sentimiento en Salvador Mallo. El personaje aparece leyendo la novela en la cama. Por medio de su voz en off escuchamos un fragmento del libro, muy significativo, que luego subrayará: “Estábamos todo lo cerca que dos personas pueden estar, pero cada uno en su mundo”.
En esa misma secuencia donde Antonio Banderas lee a Nedreaas, Almodóvar destaca otro libro, que está colocado en la mesilla de noche. Se trata de ‘The Master. Retrato del novelista adulto’, en la edición de 2006 de Edhasa (la última es de Lumen, de 2018). El libro del irlandés Colm Tóibín (‘Brooklyn’, ‘El testamento de María’) es una mezcla de biografía y ficción histórica sobre el neoyorquino Henry James, uno de los autores preferidos de Almodóvar. Como explica el cineasta en ‘Dolor y gloria’, casi todas las páginas de sus obras maestras –‘Washington Square’, ‘Retrato de una dama’, ‘Otra vuelta de tuerca’- las tiene subrayadas. Para los más completistas, durante la panorámica que termina con Banderas leyendo, aparece también en la mesilla de pasada ‘El último de la estirpe’ (Tusquets), la colección de cuentos de la suiza Fleur Jaeggy (‘Los hermosos años del castigo’, ‘Proleterka’), también conocida por su colaboración con Franco Battiato bajo el pseudónimo de Carlotta Wieck.
El único escritor que repite presencia en la película es español, aunque no sea muy conocido en España. La razón de este desconocimiento es que Agustín Gómez Arco decidió emigrar a Francia en junio de 1968, al calor de los movimientos estudiantiles y cansado de batallar contra la censura franquista. Durante su exilio voluntario comenzó a escribir en francés, convirtiéndose en uno de los novelistas más reputados de las letras francesas de los ochenta. Silenciado por la dictadura y olvidado durante la democracia, su obra había quedado prácticamente inédita en España. En 2006, la editorial Cabaret Voltaire decidió rescatar gran parte de sus novelas (ya ha publicado ocho). Almodóvar, quien estuvo conviviendo con el escritor en la misma casa durante un tiempo, decidió sacar sus obras en la película a modo de, como él mismo dice, “pequeño homenaje”. ‘Ana No’ aparece en el atril del escritorio de Salvador, y ‘El cordero carnívoro’ lo está leyendo éste cuando recibe la llamada de Alberto Crespo (Asier Etxeandía) contándole que Federico (Leonardo Sbaraglia) ha ido a verle a la función de teatro.
No podía faltar Bolaño. Almodóvar es un apasionado del formato cuento y un ferviente admirador del autor de ‘Los detectives salvajes’ y ‘2666’. “Me gusta todo”, dice en ‘Dolor y gloria’. ‘Llamadas telefónicas’ (Alfaguara) fue la primera colección de cuentos que publicó el escritor chileno. De entre los catorce que componen el volumen destaca ‘Sensini’, sin duda uno de los cuentos más célebres de Bolaño, su gran relato metaliterario. El libro aparece en la película durante la noche de insomnio de Salvador, tras la discusión con Alberto. Es el libro que está leyendo cuando mira el reloj y comprueba que son ya las cuatro de la mañana. Además, aunque no aparece destacado en la película, el director ha expresado su deuda creativa con ‘Manual para mujeres de la limpieza’, la colección de relatos de Lucia Berlin. Lo tiene lleno de acotaciones a lápiz, ha explicado el cineasta, y le “tienta hacer algo con ellos”. ¿Una pista sobre su próxima película?
El fabuloso ensayo de Jordi Costa no solo aparece en la película, sino que protagoniza una escena. Es el momento en el que Salvador y su asistente Mercedes (Nora Navas) están tomando un té en la cocina. Ella saca el libro del bolso y se lo da. El director, que está deseando meterse un poco de heroína, lee el título y responde con un desganado “yo qué sé”, muy elocuente sobre su estado de ánimo. ‘Cómo acabar con la contracultura’ es, como reza el subtítulo, “una historia subterránea de España”. La crónica de los movimientos contraculturales que surgieron en lugares tan insospechados como las bases aéreas americanas de Rota y Morón de la Frontera, y que luego se expandieron a otros territorios como Barcelona, Ibiza, Formentera y, más adelante, Madrid. Costa cartografía brillantemente el underground español, haciendo hincapié en una de sus figuras más representativas: el propio Almodóvar.
Más cuentos. La edición de Alba de los relatos de Chéjov, una antología de sesenta cuentos, aparece en la misma secuencia donde sale el libro de Jordi Costa. Se puede ver encima de la cómoda donde Salvador se está haciendo un chino mientras Mercedes está hablando por el móvil. Para alguien que, como hemos dicho, adora el género del cuento, el homenaje a uno de los mejores cuentistas de la historia no podía faltar. Si tú también eres fan del autor ruso, una recomendación: los cuentos completos en cuatro volúmenes que editó hace un par de años la editorial especializada en el género Páginas de Espuma. Y, si eres de los completistas que hablaba antes, otro apunte: encima del libraco de Chéjov aparece otro libro del que apenas se lee el título. Se trata de ‘Escenas de una vida de provincias’ (Random House), las memorias noveladas del Nobel sudafricano J. M. Coetzee.
Justo después de la secuencia mencionada anteriormente, aparece un plano de Salvador durmiendo. La novela que sujeta contra el pecho es ‘El orden del día’, la maravilla con la que Éric Vuillard ganó el premio Goncourt hace dos años. El libro, nuestro número uno de 2018, sale en la película por una razón muy sencilla: Almodóvar acababa de leerlo y le había entusiasmado. Vuillard narra la historia del ascenso del nazismo, concretado en la reunión que en 1933 mantuvieron Hitler y los grandes industriales alemanes (de ahí el título), desde un ángulo inédito. Un punto de vista que bascula entre lo irónico (“es que en Alemania estaban muy apretados”, comenta acerca del discurso sobre el “espacio vital”) y lo poético (compara a los industriales con “veinticuatro calculadoras en las puertas del Infierno”), entre la Historia con mayúsculas y las pequeñas historias que se ocultan bajo las alfombras de los grandes despachos. Lo dicho, una maravilla.
“La vida me disgusta como una medicina inútil. Y es entonces cuando siento con visiones claras lo fácil que sería alejarse de este tedio si tuviese la simple fuerza de querer alejarlo de verdad”. Junto a ‘Nada crece a la luz de la luna’, este es el otro libro que Almodóvar utiliza como recurso dramático en una secuencia. Salvador recita ese párrafo en off, y lo subraya con un lápiz como hace el cineasta con sus libros. Su elección no es casual. Además de ser uno de los escritores de cabecera de Almodóvar (junto a otros que no aparecen en el filme pero señala en el libro como Borges, Kafka, Scott Fitzgerald o Virginia Woolf), ‘El libro del desasosiego’ (Acantilado) tiene algunas de las frases más desoladoras de la historia de la literatura. El párrafo que llama la atención de Salvador le sirve al director para proporcionar información al espectador sobre el funesto estado de ánimo del personaje.
Es el último libro que aparece destacado en la película. Después de la visita de Federico, su antiguo amante, Salvador, en pleno subidón emocional, abre la cómoda dispuesto a relajarse fumándose otro chino. Cuando está rebuscando para sacar la papelina, se puede ver perfectamente el título de la última novela que publicó en vida Rafael Chirbes, fallecido en 2015. ‘En la orilla’ (Anagrama), con la que el autor valenciano ganó el Premio Nacional de Narrativa, es una de las novelas más lúcidas sobre la crisis de 2008 y la burbuja inmobiliaria. A partir del hallazgo de un cadáver en un pantano, Chirbes pone en marcha una narración protagonizada por un carpintero en paro víctima de la crisis del ladrillo. A través de un estilo muy rico, combinando el monólogo interior con la voz en tercera persona, el autor nos sumerge en el fango creado por el polvo de las construcciones del boom inmobiliario. Ese polvo que se respiraba en su obra maestra, ‘Crematorio’, y que seguro que Salvador Mallo tiene también guardada en alguna estantería.