«Los Hijos del Trueno crecen del ruido de Barcelona, un pulpo ciego y gigante destrozando el Hotel Vela, la estatua de Colón o la Capitanía General mientras sonríe, baila y da palmas». Así reza la nota de prensa de su nuevo grupo, al que se han sumado dos ex-Manos de Topo como Pau Julià y Sara Fontán (recordemos que coincidieron en aquel split de sus anteriores grupos, ‘Momento único‘), el ex-Els Surfing Sirles Guillem Caballero y el aún batería de Les Sueques, Pau Albà. Esa apocalíptica descripción queda plasmada de forma literal en su logo. Y también, en el arte del disco del propio Leone, en forma de un Godzilla destruyendo el lucrativo puerto de Barcelona a los pies del Montjuïc –ese que vemos exquisitamente fotografiado en su portada panorámica–. Es la revolución secreta del reducto de barceloneses que añoran los tiempos en que vivían en una ciudad quizá más fea, crápula y sucia, pero con una personalidad inigualable –como inigualable es el texto interior de Miqui Otero–. Una revolución también fracasada de antemano, a la que Hijos del Trueno quieren poner banda sonora.
Y, como no podía ser de otra forma, esa sintonía suena sobre todo a la rumba catalana de Peret, Los Amaya y Gato Pérez, aderezada con el tono épico que implica una profecía de destrucción. Así se nos presentó meses atrás, aderezado con un descacharrante final jotero, en una ‘Derrumbao del faraón‘ que apunta al suicidio colectivo de nuestra civilización, la emergencia climática de la que somos partícipes. Un particular son refrendado en la arrebatadora primera mitad de ‘Sorprendentes adelantos’, ya sea en el ámbito localista de ‘A la faldilla del Montjuïc
‘ o buscando un paralelismo entre el ‘Viento de Detroit’ y el que sopla en el Barcelonés, esos «restos, supervivientes del auge industrial» infinitamente menos cuquis que el del centro de la ciudad de cartón-piedra. Porque, como señala el mestizaje de ‘Los zombis de mi ciudad‘ –que musicalmente bien podría venir de parte de su amigo Flamaradas–, la precariedad del proletariado en Occidente no distingue banderas. La fenomenal ‘Habanera sin rayos‘, con Maria Arnal dando un mágico contrapunto vocal (y su colega Marcel Bagés trasteando en el fondo), culmina maravillosamente esa llamada a la resistencia de las clases trabajadores.La cara B del disco rebaja levemente el impacto de su primera mitad. Aunque ‘Volver del futuro‘ –esta vez con punteos de inspiración norteafricana y esos jaleos aflamencados de las Tarta Relena, indispensables en todo el disco– es (tras una sinuosa intro) igualmente vibrante que el inicio, ‘Lorocuervo’ se acerca a un pop más ligero antes de volver a girar (otra vez) a la rumba, mientras que los vaivenes del vals aderezado con psicobilly (o al revés) ‘Ahí viene el colapso’ convencen menos. Pero para el final se reservaban su particular apropiación de ‘My Sweet Lord’ de George Harrison, transformado también en himno celebratorio… pero apócrifo en este caso, dedicado a esos «Hijos del Trueno» que proclaman esa revolución bailada mientras «Papá Noel cruza el cielo» –frase que hace este tema perfecto para la reciente recopilación de Villancicos Pop 2019–.
‘Sorprendentes adelantos’ puede no ser tan sorprendente ni tan adelantado, pero sí es una grata noticia para aquellos que pretenden sacudir el tablero de juego (y de paso conciencias) a base de hacer suyo el folclore popular. En su caso el mediterráneo y, más concretamente, el barcelonés. Pero no el que se enarbola con un monóculo y un traje recién planchado para alimentar el ego de una élite, sino el que se mama en los barrios y las barras de sus bares en extinción, en los aparcamientos, los descampados y los polígonos industriales. Hijos del Trueno presentan este debut en la sala Fun House de Madrid el próximo 7 de febrero.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Derrumbao del faraón’, ‘Los zombis de mi ciudad’, ‘Habanera sin rayos’, ‘A la faldilla de Montjuïc’, ‘Volver del futuro’
Te gustará si te gusta: Flamaradas, Tarántula, Los Hermanos Cubero, Califato 3/4, Willy DeVille.
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