Un año antes, ‘Taking the Long Way’ de Dixie Chicks derrotaba al impecable ‘Futuresex/LoveSounds’ de Justin Timberlake. Un año después, ‘Raising Sand’ de Robert Plant y Alison Kraus derrotaba a ‘In Rainbows’ de Radiohead. El mismo patrón se producía en 2006 cuando U2 ganaba a Kanye West, o cuando Steely Dan dejaba sin Grammy a ‘Kid A’ de Radiohead con otro disco de jazz, o cuando ‘Babel’ de Mumford & Sons derrotaba al histórico ‘channel: orange’ de Frank Ocean.
’25’ de Adele ganando a ‘Lemonade’ de Beyoncé, incluso ‘Morning Phase’ de Beck ganando a ‘Beyoncé’… Parece que cuanto más clásico suena un álbum, cuanto más apegado a la tradición folk, rock o jazz está, más posibilidades tiene de hacerse con el Grammy a Álbum del Año. La categoría mayor de los premios tiene el orgullo de haber reconocido recientemente a álbumes tan influyentes como ‘Random Access Memories’ de Daft Punk o ‘Speakerboxxx/The Love Below’ de Outkast, pero pocas veces ha sonado tan siglo XXI como con el reconocimiento esta noche al trabajo de Billie Eilish.
Billie es la artista más joven de la historia en recibir el Grammy a Álbum del Año, pero lo que choca no es solo la edad, sino el sonido del disco. Cuando el año pasado era Kacey Musgraves la flamante ganadora del galardón con ‘Golden Hour’ era imposible no sonreírse: Kacey es guay, ha renovado los mensajes del country… pero el suyo no dejaba de ser un disco perfectamente comprensible por los seguidores del country.
Lo de este año es otra cosa. ‘WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?’ es un álbum eminentemente electrónico, y hecho prácticamente en la habitación de Billie Eilish junto a su hermano Finneas, que ejerce de productor, sin una sola co-autoría más. Pero es que además la cantante se ha hecho con los premios a Canción del Año y Grabación del Año por una composición tan poco clásica como ‘bad guy’. Es verdad que la triunfadora el año pasado era tan poco ortodoxa como ‘This Is America’ de Childish Gambino, pero algo nos dice que Adele ya no lo tendrá tan fácil para ganar a su regreso como en los días de ‘Rolling in the Deep’ y ‘Hello’. Que las cosas están cambiando.
No es ningún secreto que desde hace unos años los Grammy quieren rejuvenecer su público. Algunas actuaciones vistas en la ceremonia en la década pasada o este año son más propias de lo que conocimos en los MTV VMA’s que de esta Academia. En un momento en el que la gente más joven recela de este tipo de entregas más que nunca, en un momento en el que su influencia o pertinencia no puede estar más en entredicho, en un momento en el que el público se fía más de una recomendación de un/a colega en su muro que de una Academia de prescriptores musicales o expertos, los Grammy han decidido mandar un saludo. No sé si será el resultado de una votación democrática o de una decisión estratégica, pero pocas oportunidades tan buenas como la de Billie Eilish para quitarse años y caspa de encima… porque ella además ha querido ir, frente al desprecio por los premios que han mostrado Drake y Justin Bieber, por ejemplo.
Podemos debatir durante horas si Billie Eilish merece más el Grammy a Álbum del Año que muchas de sus influencias directas o indirectas: Kanye West, Radiohead y Lorde NO lo lograron antes que ella. Podemos poner el foco en la amarga derrota de Lana del Rey, que debería estar reconocida desde los tiempos de ‘Born to Die’: después de 6 nominaciones, Lana sigue sin Grammy para disgusto de unos fans que en cualquier momento se lanzarán a las calles a quemar marquesinas (y con razón). Podemos argumentar que ha vuelto a ganar una persona blanca que no necesitaba precisamente más apoyo mediático, pues ya tenía el disco más vendido de todo 2019. Pero no podemos llorar por todo, y por una vez es el día de celebrar que la gran triunfadora de los Grammy lo merecía como la que más, y más después de toda la condescendencia y desprecio que ha tenido que padecer, precisamente debido a su edad.
¿Nadie recuerda la animadversión que provocó el disco a su salida, la de comentarios encontrados que se dejaron? Recordemos las palabras de Eilish durante la creación del mismo, en verano de 2018, cuando la entrevistaba nuestro compañero Pablo Tocino. Ella misma vaticinaba que su generación iba «a tomar el control del mundo» y el tiempo parece estar dándole la razón: «Nadie dice nunca, de la generación más joven a ellos, nada que ayude a esa generación. Obviamente la gente nos puede ver, pero no puede sentir qué es ser nuestra juventud, qué es ser nuestra generación, estando fuera. Y yo pienso que esta generación es la que va a tomar control del mundo… pienso que es jodidamente estúpido que la gente que está en la Casa Blanca, y la gente que se presenta como candidata a presidir lo que coño sea, sea tan mayor. Creo que es tonto porque los jóvenes son los que van a vivir más, estar aquí cuando ellos ya no estén, son los que van a existir en ese mundo que los adultos hayan creado para ellos. Es como “tú ya has vivido, joder, has vivido mucho y todo es distinto ahora, no puedes cambiarlo todo para devolverlo al estado en el que estaba antes… qué cojones”. A la gente joven se le debería tomar más en serio, y deberían estar en control, en puestos de poder, porque ellos son quienes van a cambiar las cosas a mejor».