Las claves visuales de los vídeos de Lady Gaga y Ariana Grande, Tulsa, Harry Styles, Woodkid y Khruangbin

Lady Gaga y Ariana Grande bailando bajo la lluvia, Tulsa conviviendo con imágenes del cine clásico, el sabor de la sandía de Harry Styles, la lucha contra Goliat de Woodkid, y el emotivo cuento sobre la pérdida de Khruangbin. Desconfinamos las imágenes de los videoclips más destacados de las últimas semanas y sacamos al sol sus referentes estéticos y narrativos.

Rain On Me (Lady Gaga, Ariana Grande)

Lady Gaga abandona el desierto “chromatico” de ‘Stupid Love’ y aparece en el suelo de una gran urbe que podría estar inspirada en cualquier ciudad cyberpunk donde llueva mucho: del Los Angeles de ‘Blade Runner’ al Nueva York de ‘Black Rain’. La diferencia es que en esta ciudad, además de gotas de agua, llueven puñales como para convertir a Gaga en Nuestra Señora de los Dolores. Al igual que el anterior vídeo, ‘Rain On Me’ está articulado por medio de varias coreografías. El director Robert Rodríguez, con quien Gaga había trabajado en ‘Sin City: Una dama por la que matar’ (2014) y ‘Machete Kills’ (2013), desaparece como lágrimas en la lluvia y deja puesto el piloto automático: bailes tan sofisticados como el de un grupo de adolescentes en el parque, insertos con primeros planos también de estética cyberpunk (con mucho cable a lo ‘Ghost in the Shell’), y un abrazo final donde las dos divas parecen celebrar que por fin ha escampado.

Yo no nací así (Tulsa)

En el recomendable documental ‘Malpartida Fluxus Village’ (2015), la cineasta María Pérez Sanz establece un estimulante diálogo entre tradición y vanguardia, entre los habitantes del pueblo extremeño de Malpartida y los herederos del movimiento fluxus que se instalaron allí a mediados de los setenta. En el clip ‘Yo no nací así’ recurre a una estrategia narrativa similar. La directora entrelaza realidad y ficción en un juego dialéctico que remite -aunque sea involuntariamente- a nuestra nueva realidad postcovid-19. Para ello utiliza varios fragmentos de películas emblemáticas: Tulsa lee en la cama junto a Dan Duryea en ‘Perversidad’ (1945), duerme -¿sueña?- con las pesadillescas imágenes de ‘Häxan: La brujería a través de los tiempos’ (1922), reza en el altar de ‘La pasión de Juana de Arco’ (1928) con Maria Falconetti, y desayuna con Laurence Olivier en ‘El divorcio de la señorita X’ (1938). Al final, en una pirueta metalingüística, la cantante ve su propio videoclip sentada en el sofá con el uniforme oficial del confinamiento.

Watermelon Sugar (Harry Styles)

En ‘El sabor de la sandía’ (2005), el director Tsai Ming-liang exprimió las posibilidades metafóricas del melón de agua: de alegoría sexual a símbolo de las barreras físicas y emocionales del mundo contemporáneo. El nuevo videoclip de Harry Styles

continua sacando tajadas metafóricas al melón abierto por el director malayo (el plano de las piernas abiertas es muy parecido a la famosa secuencia de la película). Como la magdalena de Proust, la sandía de Styles funciona como catalizador de evocaciones, como lubricante para la memoria. El cantante muerde el watermelon provocando una catarata de sensaciones dionisiacas enmarcadas en una luminosa fantasía veraniega. Un sueño estival en tiempos de confinamiento (de ahí la dedicatoria al “sobeteo”), filmado con reminiscencias estilísticas de los 70: pantallas partidas, planos imitando el formato súper 8, estética hippie…

Goliath (Woodkid)

La pesadilla de Greta Thunberg. El último videoclip de Woodkid, dirigido como es habitual por el propio Yoann Lemoine, es una relectura en clave distópica y ecológica de la fábula de David y Goliath. David es el obrero que, apesadumbrado y algo confuso, llega a una gigantesca mina a cielo abierto. Goliat es ese monstruo que se alimenta de combustibles fósiles, un leviatán del efecto invernadero que abre sus fauces como una metáfora de la voracidad de la maquinaria industrial. Sin embargo, en esta reinterpretación no hay enfrentamiento a pedradas con hondas. Solo queda la constatación por parte de David de su impotencia y menudencia ante el gigantesco abismo abierto en el mundo por Goliat. Para subrayar esta insignificancia, Yoann Lemoine utiliza muchos planos aéreos de la explotación minera, y un estilo visual que recuerda al cine de ciencia ficción posapocalíptico.

So We Won’t Forget (Khruangbin)

La primera secuencia de ‘So We Won’t Forget’ parece mezclar dos referentes del cine japonés: Hayao Miyazaki, con ese gran peluche que recuerda al personaje fantástico de ‘Mi vecino Totoro’ (1988), y el humor tierno y excéntrico, con toques de violencia seca, del Takeshi Kitano de ‘El verano de Kikujiro’ (1999). El realizador de publicidad Scott Dungate combina esos dos universos creativos para dar forma a una emotiva historia sobre la pérdida y el recuerdo. Y lo hace con mucha habilidad: pedaleando sutilmente por la comedia, frenando en seco en el drama, y lanzándose cuesta abajo hacia un lirismo mágico de lo más conmovedor. Todo ello en un entorno bucólico, con unos cerezos en flor que recuerdan a los de su anuncio para Honda, ‘Feeling’, que contrasta con el fondo enormemente trágico de la historia.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Joric