La nostálgica ‘Play’ retrata la vida de un fan de Pixies y M83 desde los 90 hasta hoy

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La nostálgica ‘Play’ retrata la vida de un fan de Pixies y M83 desde los 90 hasta hoy

En las últimas horas para disfrutar de las interesantes películas que nutren el Atlántida Film Fest de Filmin, que acaba este jueves 27 de agosto, hay que destacar la tercera película de Anthony Marciano. ‘Play’ es una co-producción franco-belga que ya se vio en el Festival de San Sebastián el año pasado, pero ahora ha tenido la oportunidad de presentarse ante el público generalista en lo que podría interpretarse como la versión humorística de ‘Boyhood‘… pero no es así exactamente.

El director de las comedias ‘Les Gamins’ (2013) y ‘Robin Hood, The True Story’ (2015) juega con la autoficción en una cinta en la que, atraído por la idea de la nostalgia, no quería hacer un homenaje a su juventud y a su infancia sino directamente, «revivirlas». Por tanto, sirviéndose del por momentos odioso «found footage», ‘Play’ cuenta la vida del personaje de Max a partir de los vídeos grabados por una videocámara que le regalan en 1993 y hasta nuestros días: lo primero que vemos es al Max adulto dirigiéndose al espectador, dispuesto a rememorar su vida.

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‘Play’ es un recorrido nostálgico por los años 90 y los 2000 en el que se revive el descubrimiento del amor y el sexo, las primeras vacaciones con los amigos (ese «Bed & Breakfast» en Barcelona), el momento «loser» en el que no te dejan entrar en la discoteca, la primera enfermedad en la familia… En todo ello la música tiene una función absolutamente primordial, pues los recuerdos se nos presentan con decenas de canciones que van de los Pixies a M83 pasando por Gnarls Barkley, Alanis Morissette, aquel hit de Estelle y Kanye West que ya ni recordabas, y demás. Esta es la vida de unos jóvenes que jamás podrán borrar el impacto de ‘What Is Love’ de Haddaway en sus vidas, aunque en aquel momento probablemente no lo sepan.

La pregunta es si hay algo más, desde el punto de vista cinematográfico. Anthony Marciano consigue plenamente la recreación de una película para «sentirse bien» de estilo noventero en una gran primera mitad. Y lo hace con una serie de gags entrañables, románticos y divertidos, que incluso en sus momentos más salvajes recuerdan la existencia de ‘Jackass’. El guión logra una gran empatía con el público melómano a medida que los jóvenes se enfrentan al efecto 2000 o a la victoria de Francia en el Mundial. En busca de una película ligera y desenfadada, se han eliminado del montaje referencias a los atentados del 11-S o a los de Le Bataclan, muy acertadamente.

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Después, las cosas se complican. De manera innecesaria el montaje de Marciano se va alejando de la verosimilitud para dejar ver todas sus trampas en una segunda parte excesivamente almibarada, empeñada en apostar por la supervivencia más increíble del amor. No es el país de Gainsbourg el más creíble para defender el amor cortés, tímido y recatado, y uno no puede creerse que después de todas las comedias y proverbios de Éric Rohmer, los personajes de Matt y Emma encuentren tantos impedimentos para comunicarse a lo largo de los años. Lejos de un guión ambicioso e hiperrealista de Richard Linklater, y tampoco lo suficientemente cerca de una comedia romántica de Meg Ryan, ‘Play’ habría sido un poquito mejor si hubiera postulado más claro qué quería ser. 7.

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