Kelly Lee Owens no tiene problema en reconocer que la música experimental no le gustaba de adolescente, pero ahora le encanta. «Alice Coltrane es algo que no entendía con 15 años y ahora me vuela la cabeza. Puedo ser snob sobre algo aun sabiendo que a los 20 años me va a gustar», ha dicho específicamente. Su trabajo favorito de la artista es ‘Journey in Satchidananda’ (1971), dice que tiene la «mejor portada de la historia». Especialmente le gustan los 6 minutos de la canción titular y de apertura, un delirio de arpa, contrabajo y la tambura india, «algo a lo que vuelve una y otra vez». Owens lo relaciona con su faceta espiritual y cósmica, que ha impregnado todo su disco, y con cómo nos hemos dado cuenta durante esta pandemia de cuánto nos necesitamos los unos a los otros.
Una vez terminado su debut, en Brooklyn Vegan preguntaron a Kelly Lee Owens por sus discos favoritos de 2017. En la selección estuvieron Björk y Talaboman, el proyecto del catalán John Talabot y Alex Boman, pero el primer álbum de la lista fue el debut de Sevdaliza
, ‘ISON’, quien por cierto acaba de publicar un nuevo álbum. Kelly Lee Owens la definía como una «artista increíble, infravalorada e independiente». «Su voz es increíble y me encanta la producción del disco y el modo en que deja cierto espacio». ‘ISON’ es, sin duda, el álbum más cercano al sonido de ‘Inner Song’ de todo este listado, como atestigua la inicial ‘Shahmaran’, de impecables beats y vídeo dirigido por Emmanuel Adjei. Lo que no es habitual es escuchar a artista británicos hablando de artistas de Irán u Holanda.Lo mismo que Kelly Lee se está poniendo morada a hablar de ‘In Rainbows’ de Radiohead en lugar de recurrir a ‘OK Computer’ o ‘Kid A’, cuando ha tenido que seleccionar música de John Cale, que canta un tema de ‘Inner Song’, se ha decantado por su obra maestra, el ultra accesible ‘Paris 1919’, que contenía obviamente el tema titular, más orquestado que ‘Eleanor Rigby’ de los Beatles y con pajaritos. La productora dice que su canción con John Cale tuvo el nombre temporal de «Seta» («y eso es todo lo que voy a decir al respecto»). Por el contrario, este disco pertenece más a esa vena melódica que Kelly Lee Owens asocia a Gales. ‘Child Christmas In Wales’ era el primer corte de aquel álbum que tenía un tema llamado ‘Andalucia’ y otro ‘Macbeth’, e incluía cosas tan cantarinas como ‘Graham Greene’.
Sin embargo, cuando Kelly Lee Owens tuvo oportunidad de hablar con John Cale, en lugar de preguntarle por su trabajo o por el de la Velvet, le preguntó por Nick Drake, siendo un alivio para el propio Cale. A Kelly Lee le interesan hasta los zapatos de la portada de ‘Bryter Layter’, sobre los que se han escrito ríos de tinta (se cree que representaban su rechazo a la fama), y ciertamente John Cale llegó a tocar en aquel segundo álbum del artista a principios de los años 70. En concreto la viola y el clavecín en ‘Fly’, y la celesta, el piano y el órgano en ‘Northern Sky’. Island Records puso toda la carne en el asador aunque no llegara a pasar nada con aquel álbum ni con los otros dos de Nick, contando con músicos de Fairport Convention y Beach Boys. El álbum tiene ese poso jazzy que tanto atrae a Owens (‘At the Chime of a City Clock’, ‘Poor Boy’) y a buen seguro la melancolía de sus melodías ha inspirado aunque sea de lejos pistas como ‘L.I.N.E.’. Ella misma reconoce que la melancolía en su música es tan importante como los beats techno. Además, ‘Bryter Layter’ se abría con un corte instrumental (todo un «arpeggi») y después incluía un par más… como ‘Inner Song’.
Que la música experimental haya sido una revelación para Kelly Lee Owens, que haya vivido en Manchester y Londres, codeándose con productores de Beyoncé, no significa que haya dejado de lado su pasado como «indie girl» en Gales. Dice que le encantaban Maccabees y Friendly Fires y que vestía con pitillos. Cuando le han preguntado por sus músicos favoritos de Gales, ha hablado de Super Furry Animals y Gorky’s Zygotic Mynci, momento que aprovechamos para recuperar a estos últimos, a menudo olvidados dada su separación en 2006. Muy reivindicables son discos como ‘How I Long to Feel That Summer in My Heart’ (2001) o este ‘Barafundle’ (1997) que tenía ciertamente melodías preciosas como la de ‘Heywood Lane’, muy Paul McCartney, o ‘Sometimes The Father Is the Son’, y también estructuras experimentales como las que hallábamos en ‘Patio Song’, su canción más popular. Todo el disco es un extraño pero disfrutable viaje por la tradición: lo pastoral (‘The Wizard & The Lizard’) y la ruptura de todo aquello.