Nathy Peluso / Calambre

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Nathy Peluso / Calambre

Nathy Peluso es una de esas artistas del siglo XXI capaces de mezclar todo tipo de sonidos sin que su personalidad arrolladora -que tampoco deja la vulnerabilidad a un lado- deje de mandar en todo lo que toca. En ‘Calambre’, su debut oficial, la cantante argentina afincada en Madrid vuelve a intercalar influencias sin miedo y suena siempre asertiva, confiada en que es una estrella. Y en muchos casos, Nathy parece una estrella de las antiguas, una folclórica a la vieja usanza, solo que pasada por el filtro contemporáneo.

En el segundo single de ‘Calambre’, el adictivo ‘SANA SANA‘, Nathy usa pesados ritmos de hip-hop y palmas que recuerdan a Missy Elliott para en la letra mencionar a Mercedes Sosa y meterse con el Fondo Monetario Internacional, que Nathy se pasa por el «clítoris». Entre pasajes que riman «hachís» con «police» y «sopa» con «hip-hopa», el tema introduce a Nathy de manera inesperada en la tradición de grandes divas que han firmado «canciones protesta», lo cual da una idea muy clara del caldero de referencias que representa su música. Nathy, que se ha criado entre el teatro, el hip-hop y el neo-soul -también hizo gimnasia rítmica como puede dar a entender la portada de ‘Calambre’, por otro lado un homenaje a Grace Jones- y alcanzaba un nuevo escalón de popularidad en 2018 con la publicación de ‘La Sandunguera‘, una canción de «jazz latino» que tiene muy poco de jazz pero sí mucho de rap a secas, presenta en ‘Calambre’ todo lo que es como artista en este momento. En este debut de 40 minutos, la cantante despliega sus virtudes como rapera, vocalista y letrista sin oscurecer en absoluto sus influencias -a menudo para su desventaja, pues dichas influencias llegan a ser demasiado obvias- en unas canciones que pueden recordar tanto a Sean Paul como a Celia Cruz, tanto a 50 Cent como a Astor Piazolla, tanto a Jennifer Lopez como a Rocío Jurado, tanto a Dr. Dre como a Amy Winehouse.

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Si hay un arco narrativo en ‘Calambre’, ese es el del empoderamiento después de un periodo de sufrimiento. Esto queda claro desde que Nathy ve su «nombre escrito en el cielo» en ‘CELEBRÉ’, poderosa canción de apertura que utiliza un beat de dancehall a lo ‘Pon de Replay’ para poner las cartas sobre la mesa ya en la primera estrofa: «Él me pide que lo deje a cargo, mami, date lo que te merece’ / Cúrate la herida, llama al S.O.S. / En el pecho no hay quien me dispare, me cuida la fuerza de los mare'». A excepción de la vulnerable ‘BUENOS AIRES’, el disco resurge continuamente de sus cenizas. Y a menudo este empoderamiento pasa por el «braggadocio» típico del hip-hop. ‘DELITO’ es un «club banger» en el que Nathy presume de su sexualidad sin andarse por las ramas: «A esta vida de crimen yo me someto, e’ un tatuaje en mí, te lo prometo / Si esto e’ condena, hagámoslo en secreto / Raspemo’ las rodilla’ en el cemento». Y ‘BUSINESS WOMAN‘ es un corte de «West Coast rap» en el que Nathy rapea cosas como «soy una nena mala, una droga asesina, me brillan las tetas, me querés de vecina» o «no quieres que te guste porque soy dirty sucia, te la puse tiesa con mi ritmo, con mi astucia» para concluir afirmando: «Soy cabrona poniéndote el culo en la cara, ¿eh?» ¿Lo mejor? El tema termina con un tercer verso que es el mejor de todos.

Como letrista de rap, Nathy demuestra en ‘Calambre’ ir sobrada de talento, vocabulario e ingenio. La artista puede sonar tan visceral como en ‘Llámame’, por estilo un homenaje clárisimo a D’Angelo («en las noches te pienso y empiezo a transpirar / Me invade un calor denso que no puedo calmar») o ‘AMOR SALVAJE’, que pasa de Timbaland al reggaetón; o tan folclórica como en el interludio ‘ARRORRÓ’, que he tenido que comprobar no fuera una versión de un tema antiguo. «Tengo el canto metío’ en mi alma, ‘Tá quietecito esperando a que salga», canta Nathy en esta composición como si fuera la mismísima Imperio Argentina. La pista final, ‘AGÁRRATE’, comienza con una dramática primera mitad de voz y acordeón que recuerda a las viejas milongas del mencionado Astor Piazolla… para evolucionar de manera inaudita hacia el «gangsta rap», y ese cambio es plasmado también en lo lírico: la canción pasa del «qué agonía este querer / qué oscuridad en este amanecer» y del «me estoy muriendo» al «tengo los ojo’ limpio’ y los otro’ do’ manchado’ / hijo de p*ta, flaco, ¿cómo sos tan despiadado?», para alcanzar su cumbre de puta locura en el verso siguiente: «Shut up your mouth and take my sugar / Yo rajé las llanta’ de tu Buga». Todo ‘Calambre’ resumido en 4 minutos.

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A pesar de ser un disco entretenido por todas las razones expuestas, ‘Calambre’ no representa una fusión de estilos tan original como prometía ‘SANA SANA’. ‘BUENOS AIRES’, la canción más emotiva del disco pues es un homenaje a la capital argentina, a la nostalgia que siente por ella Nathy, suena sin misterio alguno al neo-soul que tanto ha influido a la artista, mientras ‘TRÍO’ recuerda a los momentos más sensuales y downtempo de Destiny’s Child o de Beyoncé en solitario, y la divertida ‘PURO VENENO’ es una salsa pura y dura que podría haber sido publicada durante los últimos 50 años. En muchos casos da la sensación de que Nathy ha antepuesto su lírica, y también su voz, a la posibilidad de hacer un disco que renueve o muestre desde un punto de vista diferente los sonidos con los que ha crecido. En su caso al menos acompañan unas canciones estupendas, pero quizá depender demasiado de sus influencias era a día de hoy, en sus propias palabras, «inevita-buh-le».

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘CELEBRÉ’, ‘SANA SANA’, ‘DELITO’, ‘BUENOS AIRES’, ‘BUSINESS WOMAN’
Te gustará si te gusta: Missy Elliott, Mala Rodríguez, Azealia Banks, Rosalía, Bejo
Youtube: vídeo de ‘SANA SANA’

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