de disco llamado ‘DISCO’, renovamos tal top 50 con algunas incorporaciones de este álbum. Dejamos las canciones que ocuparon un lugar en la vieja lista en una simbólica página 6, con vistas a completar un top 60 en algún momento futuro…
Tenía muy bien enfilado el camino tras el destacable ‘Light Years’ desde 2000, pero la perfección de ‘Can’t Get You Out Of My Head’ llevó a Kylie un paso más allá, convirtiéndose en el tema más exitoso de su carrera. La canción fue escrita por los mencionados Cathy Dennis y Rob Davis en cuestión de 3 horas y media después de que él usara un ritmo repetitivo sobre el que ella improvisó cantando. Dennis contaba orgullosa: «a veces trabajamos muy duro en escribir canciones que pasamos meses deconstruyendo, pero con esa fue el proceso más fácil, hubo la más feliz de las químicas». Rechazada por S Club 7 (!) y por Sophie Ellis-Bextor (!!) según la BBC, la canción provocó el entusiasmo de Kylie con tan solo 20 segundos de demo. «Era la perfección. Incluso antes de llegar al final de la canción, me sonaba perfecta y justo lo que estaba buscando en ese momento. Era sencilla, molaba y era pop».
Situada a medio camino entre un beat que aún suena noventero pero no desfasado y el electro del cambio de siglo que tanto sonaba en el underground de aquellos años, ‘Can’t Get You Out Of My Head’ podía presumir de tener una producción totalmente minimalista y brillante para haber contado tan solo con Cathy y Rob, y no con ninguno de los grandes magnates de la época. Su estructura es, además, puro delirio, un «hook» tras otro en el que nunca se sabe si el estribillo son los «la la las», el verso en el que se dice el título de la canción o esa otra parte en la que Kylie lleva mucho más alto los límites de su sensualidad y de la obsesión enfermiza sobre la que canta, y que resulta la más extática. Sus autores indicaban que esta estructura tan rara surgió de manera natural y no buscada, que simplemente fue el modo en que las piezas parecieron encajar… y el resto es historia. Como complemento, también recomendable es el conocido mash-up con ‘Blue Monday’ de New Order.
Tras el pelotazo que supuso ‘Fever’, Kylie no pudo tener mejor «comeback» que este ‘Slow’, una de las producciones más modernas que nos ha presentado aún en 2018: tiene 15 años y continúa sonando fresco. El tema, curiosamente co-escrito por Emíliana Torrini, quien bromeaba asegurando que la habían llamado porque la habían confundido con Jamelia, presenta un interesante contraste entre estrofas y estribillo. Mientras las estrofas se precipitan como un pequeño superhéroe atrapado en una Nintendo, el estribillo recula y se detiene solo para que Kylie te recuerde que a veces es mejor hacer las cosas «despacio». La producción, inspirada en el synth-pop de videojuego ochentero, es pura delicatessen retrofuturista, a cuyo carácter icónico sin duda contribuyó ese tórrido videoclip grabado en una piscina de Barcelona que, seguramente, nunca volvió a ser la misma.
¿Es ‘Where the Wild Roses Grow’ la mejor canción de Kylie porque la escribió Nick Cave, el más prestigioso de los autores con los que ha trabajado; o es ‘Where the Wild Roses Grow’ la mejor canción de Nick Cave porque se acompaña de la voz perfectamente inocente de Kylie Minogue? La composición de ‘Murder Ballads’, el disco de los Bad Seeds de 1996, narra la historia de un asesino y su víctima. Y aquí no hay plot twist: Nick es el asesino, el depredador, y Kylie la víctima, asesinada de una pedrada por su propio amante junto al río, y enterrada a posteriori con «rosas plantadas entre sus dientes». Es la imagen más gótica e inquietante de esta oscurísima pero cautivadora canción, aún uno de los temas más escuchados de Nick Cave.
Como canción es todo un atrevimiento: la letra parece en principio estar narrando, día a día, una leyenda de amor («él sería mi primer amor, y con una mano cuidadosa, limpió las lágrimas que corrían por mi cara», canta ella), pero la violencia que casi anuncia la siniestra melodía y las siniestras tomas vocales, toman posesión de todo pocos minutos después. Para terminar de dar miedo, Nick Cave decía en las entrevistas que llevaba «seis años» obsesionado con Kylie, que escribió varias canciones para ella, y que esta fue la que le encajó. En entrevista con la revista Q en 2008, Nick Cave revelaba que ni él mismo se podía creer que Kylie hubiera dicho que sí a esta colaboración. «Les mandé una demo con Blixa Bargeld cantando la parte de ella y su management entró en colapso. Le dijeron que era una locura. Pero la escuchó y dijo que sí».
En una entrevista reciente con The Quietus, Minogue explicaba por qué había accedido: su novio de la época le había dicho ya seis años antes que «su colega Nick» quería trabajar con ella. Kylie aceptó hacer la canción porque, en medio de «las cosas post-modernas que se estaban haciendo a mediados de los 90», sabía que la petición de Cave venía de un lugar «honesto», ya que llevaba años esperando a colaborar con ella. Además, Kylie revelaba que, a diferencia de lo que había leído, Nick Cave le pareció «súper tierno», hasta el punto de plantearse si era la misma persona sobre la que le habían hablado. También cuenta cómo Nick Cave la ayudó a aceptar su parte más pop. En su parte más divertida, Kylie consiente las menciones perversas que hay hacia ella y su música en el inenarrable libro de Nick Cave ‘La muerte de Bunny Munro‘. «Me mandó una copia del libro con una disculpa como avance (…) pero Nick Cave tiene permiso para hacer lo que quiera».
Otra de las producciones totalmente sobresalientes de ‘Fever’, seguramente la más sofisticada de todas, era esta ‘Come Into My World’, en cuyo vídeo Michel Gondry tuvo a bien llenar el mundo de Kylies. Al margen de la pieza visual, que ha envejecido algo mal en cuanto a efectos especiales pero en su momento era lo más moderno sobre la faz, esta llamada al mundo Minogue funcionaba por supuesto de manera independiente gracias al orgásmico susurrar de Kylie, su sugerente arreglo en el estribillo que parece elevarse hacia el cielo y la gran labor de los autores Rob Davis y Cathy Dennis, quienes también eran responsables de ‘Can’t Get You Out Off My Head’ en el mismo disco. Cathy, por cierto, escribiría dos años después la mejor canción de Britney, ‘Toxic’.
El último gran pepinazo de electropop que nos ha entregado Kylie no era el primer single de ‘Aphrodite’ sino el segundo, un ‘Get Outta My Way’ que se ha revelado como uno de los grandes «growers» de Minogue. La razón no es lo imaginativo de su producción, un tanto random, sino el modo en que se va construyendo el camino hacia la melodía perfecta en todas sus partes, primero con un mágico juego de coros y teclados, soltando luego tan pronto como en la primera estrofa el imprescindible gancho «you’re getting boring, you ARE SO boring», después ese pre-estribillo de 10 sobre 10 que busca pasar página para huir con un «perfecto desconocido» y finalmente el estribillo que explota en la reclamación de un espacio propio. Una divertida canción de venganza («see me with him and it’s turning you on») que mereció mucho más éxito y reconocimiento.
El primer single de Kylie que no era una versión, lanzado en la extraña fecha del 29 de diciembre de 1987, es una de las canciones más conocidas de Stock Aitken Waterman y, aunque se conoce que la escribieron en 40 minutos mientras Minogue esperaba fuera (una aburrida rutina para los intérpretes del trío de la que hablamos en su momento con Rick Astley), siempre han reivindicado su complejidad. Stock retaba a The Guardian hace unos años: «Cualquiera que crea que ‘I Should Be So Lucky’ es fácil, que intente tocarla: está en cuatro tonos y todos son muy incómodos. No puedes ni rasguearla a menos que seas un músico realmente bueno». Dejando de lado la cuestión técnica, es un tema pop totalmente atemporal que escribieron considerando que esa exitosa chica de la serie ‘Vecinos’ tenía que ser, forzosamente, desafortunada en el amor.
¿Te has enamorado alguna vez a primera vista? ¿Ha tenido algo que ver la música con ello? A esto canta Kylie en el que era el tercer single de ‘Fever’ y que ella misma escribió junto a los habituales Richard Stannard y Julian Gallagher. ‘Love at First Sight’ tenía, además de una letra con la que todos los enamoradizos podían identificarse, un pre-estribillo enorme que incluía ya el propio título de la canción («The music you were playing really blew my mind / It was love at first sight») así como un estribillo que la elevaba todavía más: «We were meant to be as one» habría sido un nombre mucho peor para la canción pero como gancho no tenía precio.
La producción presentaba inequívocos signos de música disco, entre guitarras y unas cuerdas muy lejanas -bien fueran reales o sintéticas-, estaba seguramente influida por el éxito de la French house ‘Music Sounds Better With You’ de Stardust, incluía unas percusiones bastante tribales en segundo plano desde el segundo estribillo y también despuntaba especialmente ese momento de silencio totalmente Daft Punk en el que solo sobrevive un bajo. Entre todos estos elementos, Kylie vuelve a revelarse como la puta ama en ese final para escuchar en bucle «It was love, it was love, it was love, it was love…»
La cumbre del que para muchos es el mejor álbum de la primera era de Kylie junto a Stock Aitken Waterman era esta ‘Better the Devil You Know’, en la que emergen sonidos del dance que tanto asociamos a los 90 pero que ya se bailaban en Ibiza desde finales de los 80. Aquí hay algo de piano house e incluso acid (el álbum es un año posterior a ‘Technique’ de New Order y se nota), si bien permanece la dulzura de las melodías de lo que habían sido los primeros tiempos de la cantante. Como muestra de esa nueva Kylie más madura, se introdujo la palabra «devil» en el estribillo, aunque para diablos, aquellos para los que la cantante actuó en Antena 3 interpretando este tema.
El tiempo ha terminado por diluir el orden de los singles contenidos en ‘Fever’ y por eso quizá sorprende algo recordar que ‘In Your Eyes’, que no se quedó el vídeo más icónico, fue el segundo sencillo en la mayoría de territorios. Quizá algo ahogado por lo que entonces era el huracán «La la la» (en Estados Unidos ni se llegó a intentar lanzarla), ‘In Your Eyes’ es una canción de melodía oscura e influencias house, que en este caso se acerca muy tímida y sutilmente a lo latino (para muy bien). Además de una autorreferencia a ‘Spinning Around’ y la llamativa frase «I want to make it with you», la canción explora, como otras del mismo disco, la obsesión por un deseo sexual hasta rozar lo enfermizo. «No puedo pensar en otra cosa que no sea este estado maravilloso en el que estoy» o «entre toda esta multitud solo existes tú» son algunas de las pruebas.
Aunque un temazo en los 60 en boca de Little Eva después de que Dee Dee Sharp la rechazara, y un temazo en los 80 y siempre, ‘The Loco-Motion’ no es en verdad la mejor composición que hizo unido el imprescindible tándem formado por Gerry Goffin y Carole King (montamos una playlist con 60 temas suyos hace unos años, a la muerte de Goffin). Con todo, no hay manera de que esta propuesta de nuevo baile («come on baby, do the loco-motion») pierda vigencia ni frescura y sus distintas versiones no han dejado de aparecer en la cultura popular, llegando incluso al cine de David Lynch. Para Kylie además supuso su descubrimiento musical cuando decidió interpretarla en un evento benéfico de la serie ‘Vecinos’ durante julio de 87. A la gente le gustó, fichó con Mushroom y más tarde regrababa la canción con Stock Aitken & Waterman.
La decepción que desde el punto de vista comercial -y para muchos también desde el artístico- había supuesto ‘Impossible Princess’ se resarció con el «comeback» de ‘Spinning Around’, el primer single de ‘Light Years’, que logró darle otro número 1 tanto en Australia como en Reino Unido. Concentrado en lo que Kylie sabe hacer mejor, el tema era un número de baile, pero ya no tan ochentero, como inmerso en los sonidos del nu-disco de finales de los 70 bajo la co-autoría de Paula Abdul. La producción de Mike Spencer, que después trabajaría con Jamiroquai, Rudimental o Emeli Sandé, no ha envejecido tan bien como la del disco posterior, ‘Fever’, pero como temazo, es incuestionable, acompañado además de un vídeo en shorts dorados que causaron furor («Nunca pensé que se hablaría tanto de unos shorts de 50 peniques»). Su letra anima a salir adelante y se muestra a favor del cambio, en sintonía con lo que estaba haciendo entonces la carrera de Minogue…
El primer single de ‘Aphrodite’, el álbum de 2010, es indisociable en España del paso de Kylie Minogue por el Orgullo de Madrid, lo que incluyó durante su promoción una versión en castellano inenarrable llamada ‘Los amores’, grabada como desde debajo de la cama de un sótano de Whitechapel. A pesar de esto y de lo que la canción se parecía en espíritu cósmico a ‘I Believe In You’, ‘All the Lovers’ parecía su versión mejorada (el estribillo y las estrofas casan mejor) y fue un gran primer single para el disco, sobre todo si rememoramos su orgiástico vídeo, cuya montaña humana deseas no ver terminar jamás.
El tercer disco de Minogue no se quedaba en ‘Better the Devil You Know’: mostraba una buena producción a medio camino entre la que había sido su filosofía ochentera y los ritmos que empezaban a sonar de los 90, y para muestra el remix diferente del single de 7 pulgadas y del vídeo de la trepidante ‘What Do I Have To Do’, buscando llevar a Kylie a otros lugares. Al final era ella quien nos sumergía en otro tipo de clubs en estos 3 minutos y medio de euforia que lo mismo podían agradar a los raveros de la época que a la última Azealia Banks.
Ideado inicialmente para la cantante sueca Pandora, Kylie supo hacer suyo totalmente este ‘On a Night Like This’ que se sitúa en el punto medio justo entre el europop de Saint Etienne y el estribillazo de Jennifer Lopez. También parece haber alguna conexión con el pelotazo que acababa de pegar Cher con ‘Believe’. Puede que su vídeo inspirado en ‘Casino’ de Martin Scorsese no fuera el más sofisticado de su carrera, pero al menos sí acentuó la sensualidad que desprendía la composición, algo muy evidente en esos «You kiss me, you touch me» que aparecen susurrados.
El segundo single de ‘Rhythm of Love’ tenía muy poco que envidiar al primero. En este ‘Step Back In Time’ de melodía espléndida, Kylie nos proponía viajar atrás en el tiempo cuando no encontremos nada de música actual que nos satisfaga. En concreto esta producción tiene pasajes realmente disco, pero también se asoman en un par de momentos guiños al acid y al primer hip-hop, de manera que, reescuchada hoy, parece que el rapero o rapera de moda va a asomarse para marcarse un featuring en cualquier momento (como sucedía después en el remix de ‘Shocked’ del mismo disco). Una canción, por tanto, clásica, pero también avanzada que no ha faltado en recopilatorios como ‘Greatest Hits’ o ‘Ultimate Kylie’.
Kylie fue pionera en trabajar con Calvin Harris, haciéndolo tan pronto como en 2007. Cuesta recordarlo pero hubo un momento en que el autor único de ‘We Found Love’ no contaba con más éxito que ‘Acceptable in the 80’s’. Harris trajo a ‘In My Arms’ alguno de sus sintetizadores retro favoritos en aquella época, conectando con su bonita melodía («how does it feel in my arms?» es uno de sus estribillos más tarareables), y despachándolos de manera sincopada, logrando que sea imposible no bailar en sus entradas y salidas.
Kylie había colaborado con Pet Shop Boys un par de veces. Además de ‘Falling’ de su disco ‘Kylie Minogue’ de 1994, Kylie era la voz femenina de ‘In Denial’, un tema del álbum de 1999 de Pet Shop Boys, ‘Nightlife’, en el que sacaba a un padre del armario. Pero en realidad su colaboración estrella parece esta sin serlo, favorita clara de sus fans pese a que su euforia histriónica y sobreactuada queda más cerca de ‘New York City Boy’ que de la perfección de ‘Go West’. Curiosamente, esta composición en la estela de Village People estaba en verdad co-escrita por Kylie junto a Robbie Williams y Guy Chambers, cuando aún no sabíamos de la obsesión de Robbie por Pet Shop Boys. Faltarían 6 años para que Robbie publicara su tema ‘We’re the Pet Shop Boys’, producido por Pet Shop Boys. En cualquier caso, un buen single que mereció más éxito, al menos más éxito que ‘Kids’, el dúo con Robbie Williams que más que nada era una canción de Robbie Williams con Robbie Williams.
En un momento en que parecía que Scissor Sisters se iban a comer el mundo, sus autores principales Jake Shears y el hombre entonces tan conocido como Babydaddy escribieron con Kylie este ‘I Believe In You’, un inédito para el correspondiente recopilatorio de la época. La canción volvía al espíritu electro tras la pausa de ‘Body Language’, pero aquí añadiendo un espíritu cósmico-onírico, merced a unos sonidos claramente adoptados de Kraftwerk, y a su vez sorprendiendo al integrar cuerdas sintetizadas. Un tema más que apañado teniendo en cuenta los holgazanes cortes que se han grabado como relleno para «greatest hits» a lo largo de la historia.
Desde ‘Can’t Get You Out Off My Head’, el público esperaba enloquecido que Kylie volviera a tener un éxito similar. Tras la decepción que para muchos supuso ‘2 Hearts’ como adelanto de ‘X’; muchos vieron en ‘The One’ un posible hit. No pasó nada con él ni siquiera gracias a un buen remix que reforzaba su carácter bailable, y a toro pasado es posible que no lo mereciera, pero sí forma parte de la pequeña historia de «Koala» como una de sus mejores canciones electro, de espíritu trance, letra egocéntrica e irresistible ritmo morse.
‘Magic’ no es la explosión de música disco en el año que petó ‘Future Nostalgia’ de Dua Lipa: contiene más bien una melodía melancólica, como recordando el día en que de hecho las pistas de baile estaban abiertas, mientras la letra nos ofrece la fantasía de que los amantes de este tipo de música puedan volver a desmadrarse «esta noche»: «Bailar juntos / no hay nada que pueda ser mejor / El mañana no importa / haremos que la noche dure para siempre». La gran baza de la canción está en su melodía y en sus arreglos clásicos. En cuanto a lo primero, el tipo de acordes de piano, más que a Chic, nos lleva al Nueva York de unos años atrás, al Brill Building, a Carpenters o a Carole King y Gerry Goffin; en cuanto a lo segundo, el desarrollo del tema, al que se van incorporando vientos y cuerdas de soul-disco, apunta más bien al sonido Philadelphia.
Kylie no se puede creer que la estén dejando en el que fue el primer single del segundo disco de la cantante y otro de sus números 1, por lo que pedía que se lo dijeran más de 20 veces. Sí, el título de la canción se repite hasta la extenuación casi una treintena de veces a lo largo de estos 3 minutos y medio. Nuestro colaborador Jaime Cristóbal (Souvenir, J’aime, Popcasting?) dedicaba un magnífico artículo específicamente a esta ‘Hand On Your Heart’ hablando de las particulares modulaciones del trío autor y productor Stock Aitken y Waterman, comentando lo triste que era que en la supuesta dignificación del pop, la versión supuestamente culta de Jose González o la realizada por la propia Kylie en Abbey Road se llevara por delante toda su gracia. «Otro intento de validación de la cultura “de bajos vuelos” desde el firmamento de la intelectualidad indie-pop que se estrella contra los arrecifes», sentenciaba.
‘I Love It’ recoge ese calor en las cuerdas de la música disco de finales de los 70, presente en muy pocos géneros más. Se aprecia en ‘I Will Survive’ (1978) y de manera más elegante aún en ‘C’est Chic’ de Chic (1978), donde encontrábamos maravillas como ‘I Want Your Love’, cuya segunda mitad era para coger palomitas, gozar, dejarse llevar. Kylie Minogue no se ha complicado la vida con ella, y ha dado al público lo que pedía: un mensaje hedonista sobre el primer beso, sobre un amor que «le encanta» compartir, y para él ha contado simplemente con los sintetizadores de Duck Blackwell. Le basta y le sobra en esta gran canción que es una de las más adictivas de ‘DISCO‘: primero parece una medianía, y después, obsesiona.
Tras el fiasco de su cuarto disco, del que es difícil rescatar algo, Kylie buscó un gran cambio de imagen, llevándola a titular el quinto directamente ‘Kylie Minogue’. Era un álbum demasiado variado y con demasiadas cabezas visibles (Pet Shop Boys no le dieron desde luego su mejor carta en ‘Falling’), pero el single principal sí era un indiscutible caballo ganador. Sumergido en ritmos trip-hop y atmósferas orientales bajo los mandos de los olvidados Brothers in Rhythm (autores de la divertida ‘Such a Good Feeling’), Minogue mostraba su valía para adaptarse a esta canción ambiental llena de magia y misterio en la que, por momentos, grabó con un pequeño hilo de voz años antes de que Liz Fraser grabara ‘Teardrop’. Sí, Massive Attack y la líder de Cocteau Twins lo hicieron mucho más elegante y atemporal, pero Minogue sí dio una buena muestra de madurez, aparentando aquí tener 35 años en lugar de 26.
Greg Kurstin co-escribió y produjo esta canción mucho antes de terminar de hacerse millonario junto a Adele y Sia, y tras haberse dado a conocer como co-autor de Lily Allen o tímidamente en The Bird & The Bee. Aquí, lejos de ‘Alright, Still’, se desplazó a Ibiza -literalmente- para hacer una pista bailable que podría haber aparecido en ‘Fever’ y conecta tanto con los primeros 80 como con el lado más pop de unos Daft Punk que en aquel momento parecía un grupo perdido en el estudio que vivía de unos enormes directos. Como ‘In My Arms’, ‘Wow’ habría sido un primer single mucho mejor para ‘X’. Ambas se editaron a la vez y ninguna terminó de destacar como merecía.
Entre las joyas perdidas del primer disco y en general considerada una de las joyas perdidas de sus productores -de hecho rescatada para el álbum triple recopilatorio lleno de hits ‘Stock Aitken Waterman’ de 2005-, ‘Turn It Into Love’ fue el último single del álbum y ya solo un éxito en Japón. Aun así, esta canción de ritmo italo esconde el mismo sentir de las canciones de resistencia que siempre han sonado entre la comunidad gay (‘I Will Survive’, ‘A quién le importa’, ‘Resistiré’, ‘Desfachatez’) y en cualquier momento una revisión puede hacerle justicia.
Mucho mejor producido que “Blue” de ‘Kiss Me Once’ estaba este ‘Feels So Good’ en cuyos créditos encontrábamos a MNEK (ojo a esas voces tratadas que emergen hacia el final), con unos sintes como prestados de los Hot Chip más delicados e intimistas. Pocas veces ha sonado Kylie tan triste, culpabilizándose de ser “demasiado salvaje”, preguntándose qué funciona mal dentro de su cabeza o suplicando “un último paseo por el sol”. Uno de los finales de canción más bonitos de su carrera.
En la imaginación de algunos JENESAISPOP recibe su nombre de la mencionada ‘Je ne sais pas pourquoi’, y en la mía Take That reciben su nombre de ‘Got to Be Certain’, resultón segundo single internacional del primer álbum. ¿No eran tan fans Robbie Williams y también Gary Barlow? Puede que el debut de Minogue no haya sido tan influyente, pero sí ha envejecido mucho mejor de lo esperado como buen ejemplo de lo que fueron los 80 y el sonido de Stock Aitken Waterman: una base musical de HI-NRG, grandiosas melodías en estrofas, estribillos y puentes, lo que en este caso incluye como extra a una Kylie algo desbocada en plena euforia pop después del segundo estribillo. ¡Brava!
Otra de las canciones que no fueron single de ‘X’ pero logran realzar este disco como uno de los mejores de la carrera de Kylie y desde luego el más digno sucesor que ha tenido ‘Fever’, es ‘Like a Drug’. Jonas Jeberg y Cutfather están detrás de esta producción electro que podrían haber firmado Goldfrapp. Deliciosos ese bajo tratado, esos autocoros en éxtasis y ese «let’s get physical» que de nuevo conecta con Olivia Newton-John.
Tras el fracaso de ‘Into the Blue’, que ya sonaba desfasada el día de su edición, y ‘I Was Gonna Cancel’, la promoción de ‘Kiss Me Once’ quedó paralizada y Kylie dejaba de trabajar para Roc Nation. Pero eso no significa que el álbum no contuviera sus curiosidades y canciones reivindicables. Entre ellas, la mejor en tanto que la más Kylie era ‘Les Sex’. Decía la cantante en las entrevistas que, escribiendo junto a Sia (que no ofrece aquí precisamente su mejor cara ni en ‘Sexercize’ ni en el tema titular), se dio cuenta de que faltaban canciones «sexys». Así que el «sexo» terminó inundando hasta 3 títulos del disco. Y la mejor de las 3 es esta maravilla que juega con los sonidos de las cajas de música antes de que lo hiciera Melanie Martinez, enumerando las posibles cosas que se pueden hacer en la oscuridad, desde «enrollarnos», a algo «fugaz» pasando por «hablar durante horas» o simplemente lanzar un «teaser» de lo que puede estar por venir. En sus créditos encontramos nada menos que a MNDR, la que en un momento dado parecía la nueva M.I.A. Pero no está aquí por ‘Fade to Black’, sino porque a Kylie le había encantado ‘Bang Bang’, su tema con Mark Ronson. En cualquier caso, una gran producción que conecta tanto con Daft Punk como con Gainsbourg y con Robyn en el electro de las estrofas.
El tema titular de ‘Fever’ aparecía en la secuencia justo después del gran hit del álbum, y por tanto no pasó desapercibido para nadie. Con pequeños elementos R&B y también del sonido gameboy más tarde adoptado en ‘Slow’, ‘Fever’ contrastaba una letra onda «juguemos a los médicos» con una producción electrónica muy resultona. Hay que reparar en la historia que prepararon aquí los autores Greg Fitzgerald y Tom Nichols, en la que a Kylie le pica un bicho y busca «al doctor más cualificado de la ciudad». Todo termina sonando un poco a Martes y 13 circa «¿tú dónde te pones el termómetro cuando tienes «fever»?», pero por suerte el propio Fitzgerald en solitario como productor introdujo detalles mucho más imaginativos.
Kylie afronta los 50 llena de alegría y felicidad, dejándonos un estribillo lapidario que durará para siempre, pues referencia su propia muerte, eso sí, con toda la purpurina posible: «cuando me vaya, quiero hacerlo bailando». Ilusionada por el sonido Nashville, aunque ‘Golden’ ya estaba bastante avanzado cuando visitaba la ciudad, Minogue nos entregaba este vibrante primer single que presentaba el punto medio preciso y exacto entre lo acústico y la música de baile, sin que la producción se decantase por ninguna de las dos.
La historia de la grabación entre Pharrell y Kylie no prometía nada bueno. Solo tenían 2 días para grabar juntos; Minogue, que le había echado el ojo y tenía ganas de trabajar con él, tenía el día cruzado, no se sentía bien; y así él sugirió el título de la canción y su ambiente “venga, chica, tú puedes hacerlo”. La composición se la pegó entre un Pharrell que empezaba a parecer algo desgastado (cuando llegaba ‘I Was Gonna Cancel’ ya arrasaba ‘Happy’ y Williams no ha publicado disco solo desde aquel 2014), los que no veían a Kylie en este registro, y unas pocas comparaciones con ‘Green Light’ de Beyoncé (sí, hubo más ‘Green Lights’ antes del de Lorde). Con todo, ‘I Was Gonna Cancel’ convence, sobre todo gracias a esas campanas tan «girl group» o tan Chic circa ‘I Want Your Love’. ¿No debería haber explorado más su vena Motown?
Hay algo que impide que ‘X’ sea la obra maestra que sí fue ‘Fever’: es un álbum más disperso. ‘2 Hearts’ no fue la mejor presentación para el mismo y ‘Speakerphone’ habría sido por ejemplo una apertura mucho mejor en la secuencia seguida de ‘Like a Drug’, ‘In My Arms’, ‘Wow’, la estupenda recuperación de la hipnotizante base-hipo de Serge Gainsbourg para ‘Bonnie & Clyde’ (una de sus obras maestras) en ‘Sensitized’… Aunque no queda muy claro dónde colocar entonces canciones tan reivindicables como ‘No More Rain’, que también parece una intro o la olvidada ‘Stars’. En cualquier caso, ‘Speakerphone’ es uno de los intentos de modernidad más conseguidos de Kylie y fue por supuesto, gracias a la producción de Bloodshy and Avant, la canción favorita de este disco de Madonna, que la incluyó en una playlist para iTunes de la época.
Las gemelas de Nervo y Starsmith estaban detrás del cuarto single de ‘Aphrodite’ y solo tuvieron buenas palabras para la disponibilidad y la amabilidad de Kylie durante los dos días de grabación. Mientras Starsmith se apegó a Stuart Price, las hermanas lo hicieron a Minogue, de la que Miriam habló en estos términos: «Es lo más amable, dulce y profesional como artista y como persona. Estoy muy agradecida de haber tenido la oportunidad de trabajar y grabar con ella porque es suprema. Me hace sentirme orgullosa de ser australiana». La verdad es que ni unas ni otro siempre han sonado tan finos, por lo que es de suponer que Stuart Price contuviera un poquito este single hecho para bailar literalmente con los brazos en alto, al que solo se le puede poner la pega de tener un puente algo raruno. Mereció en cualquier caso un top 40 en UK, por mucho que se quedara en un triste número 93. Las cosas empezaban claramente a no funcionar como merecían.
En 2020, Kylie Minogue no ha hecho algo tan refinado y moderno como ‘Don’t Start Now’, de hecho ha presentado ‘DISCO’ con algo tan sutil que se queda corto, ‘Say Something’. Pero sí hay en su nuevo álbum una ligerísima aproximación a la Dua Lipa actual y son los bajos y beats de ‘Real Groove’, también cercana al piano house de algunos temas de ‘Overpowered’ de Róisín Murphy. La canción aporta una construcción de pre-estribillo y estribillo estupenda, este último con una melodía de órdago, un tanto chanson, en ese estribillo lleno de celos: «I saw you dancing with somebody / Looking like me and you / She know how to party / But nothing like me and you / Got that perfect body / But she ain’t got the moves / We got something better / Got that real groove, baby».
En muchos sentidos ‘Body Language’ fue un disco fallido que no supo mantener el hype por Kylie tras el éxito de ‘Fever’. Sin embargo, su aproximación al R&B sí dejó pistas que merecían la pena, como fue el caso del delicado tercer single, ‘Chocolate’, en el que Minogue soñaba con ser «abrazada, seducida y derretida como chocolate». El juego de teclados que van sumándose junto a la voz autodoblada de Kylie contribuían a dar a la pista toda la sensualidad que necesitaba su letra, contribuyendo a su atmósfera pringosa y sudorosa. Finalmente, también hay que elogiar ese toque jazzy que aportan metales y voces sonando en tercer plano. Detallista y muy envolvente, no en vano la cantante la situaba como su canción favorita del disco en la época.
Kylie Minogue fue diagnosticada de un cáncer de pecho en 2005, teniendo que ser cancelada por ejemplo su actuación en el Festival de Glastonbury. ‘2 Hearts’, una canción que habían escrito y llegado a grabar de hecho Kish Mauve, no era el súper comeback que muchos esperaban dos años después de la cantante, que dijo enamorarse de ella en cuanto la oyó, pero sí ha pasado a la historia como una curiosidad en su carrera. Tratando de nuevo el tema del amor obsesivo, se movía entre lo cabaretero y adulto con bastante más gracia que el disco posterior grabado con orquesta en Abbey Road; y el sonido glam aportado por pianos, guitarras e incluso coros.
A alguien se le ocurrió que Kylie podía recuperar algo del terreno perdido en Estados Unidos -donde ‘Fever’ había conseguido milagrosamente el disco de platino- con ‘All I See’. Se trata de uno de los pocos coqueteos de Minogue con el R&B, aquí en una canción pequeña, menos estridente que el asalto a Destiny’s Child que supuso ‘Red Blooded Woman’. El experimento no salió bien desde el punto de vista comercial, pero permanece como una canción totalmente «cutie» de entrega al amor. Kylie suena 100% dulce y atrapa especialmente en la segunda parte del estribillo («The DJ’s got me feeling like I did when I first met you / And there’s nothing that can break us apart in two / ‘Cause all I see is you»).
La canción que presentaba ‘DISCO’ ha terminado siendo polémica, debido al número de escuchas que requiere. Un extraño riff de guitarra, cercano a lo feísta, manda en una producción tranquila, que trata de acompañar el sentimiento de la letra, de ánimo y corte edificantes. La clave termina estando en la outro final, la que termina de elevar la composición a los territorios de lo cósmico.
La producción de Stock Aitken Waterman no mejoraba este bellísimo clásico escrito por Sylvester Bradford y Al Lewis a finales de los años 50, convirtiéndose en top 10 en 1958 de mano de la delicadísima interpretación de Little Anthony and the Imperials. Sin embargo, sí lograba generar un encanto similar al de ‘Grease’ que, recordemos, era una peli inspirada también en los 50, pero grabada al fin y al cabo en los 70. En «Tears» Kylie mostraba su versatilidad y capacidad para interpretar un doo-wop y, colocada en la banda sonora de ‘Los delincuentes’, lograba darle otro número 1 a Minogue en Reino Unido.
No comparto el entusiasmo de mi compañero Claudio M. de Prado y algunos fans por ‘Impossible Princess’, el disco experimental de Kylie con el que se adelantó en intención de autenticidad y espiritualidad a ‘Ray of Light’ de Madonna. Se trata de un disco irregular y errado (‘Drunk’ es un caos para mal), en el que se absorbe el sonido Madchester 7 años tarde (‘Cowboy Style’) y, en general, el Brit Pop comienza su decadencia (son malos años para Blur y Oasis). Kylie opta en realidad por recordar a Kula Shaker y por llamar a Manic Street Preachers. El resultado ha envejecido tan mal como el disco de drum&bass de Bowie de la época (‘Limbo’) y es bastante marciano. Entre lo salvable, ‘Breathe’, la composición que escogimos para el Especial Mejores Canciones de 1997, que hay que reconocer que se adelanta al sonido de William Orbit, en este caso sobre todo junto a All Saints (‘Pure Shores’). También cabe mencionar alguna joya perdida, como la final ‘Dreams’ o ‘Say Hey’.
Kylie Minogue buscó un pequeño «re-branding» en su tercer disco, con una imagen más sexy, menos de «la vecinita» de al lado, co-escribiendo algunas canciones sobre todo de su segunda mitad y contando con otros autores. A pesar de todo, los sencillos continuaron siendo dirigidos por Stock Aitken Waterman, lo que incluía el ligeramente experimental y diferente ‘Shocked’, todo un pepinazo tanto en la versión álbum como en el remix de DNA que ejerció de cuarto single. Esta remezcla incluía un rap que ni la era Roc Nation de Kylie dos décadas después, con Jazzi P hablando de un hombre «que me respete, que ame mi mente tanto como mi cuerpo», y también de la igualdad de género. Ese y no otro es el «shock del poder del amor» del que habla la canción, en lo que suponía un texto sencillo pero avanzado a su tiempo.
Algunas canciones de la primera época de Kylie pueden resultar un pequeño susto en la playlist que nos ocupa, pero más por una cuestión de falta de remasterización o diferencia de volumen que por su calidad. Un par de semanas después de haberlas estado reescuchando, ‘Got to Be Certain’, ‘Hand on Your Heart’ o ‘What Do I Have to Do?’ vuelven irremediablemente a tu cabeza. Otra de ellas es el tercer single del segundo álbum de Minogue, uno de sus tops 5, del que hay que destacar su carácter disco y su lucha por la supervivencia de una relación que se resquebraja. También muy apañado era el segundo sencillo, ‘Wouldn’t Change a Thing’.
Aunque el segundo disco de Kylie no dejó un clásico tan internacional como ‘I Should Be So Lucky’, sí dio a la cantante un par de números 1 en las islas, y otro par de tops 5. Pero lo mejor es que Stock Aitken Waterman parecían haber reservado a Kylie una serie de grandes canciones, por mucho que Rick Astley diga que él se quedó la mejor. La muestra es que hay composiciones aquí que no fueron sencillo y sobreviven aún entre lo mejor de su carrera. Kylie quiso que fuera single -sin conseguirlo- la notable ‘Enjoy Yourself’ y también hay que poner en alza el valor de esta ‘I’m Over Dreaming (Over You)’, cuyo estribillo habla de la pérdida de la magia, cuando lo que está haciendo en verdad es crearla de verdad. Como reivindicación, el tema se utilizó después como cara B del exitoso 7″ de ‘Better the Devil You Know’, donde obviamente cientos de miles de personas pudieron (re)descubrirla.
No fue un single de ‘Impossible Princess’, pero sí me parece una joya perdida que reivindicar la segunda canción que James Deand Bradfield de Manic Street Preachers escribió para el álbum. Mucho mejor, más natural que ‘Some Kind of Bliss’, ‘I Don’t Need Anyone’ sí podría haber sido un single de los Manics de la época… o uno de Divine Comedy o uno de aquellos Cardigans que aún no habían presentado ‘Gran Turismo’. La vocación de himno Brit pop que tiene toda la melodía se ve recalcada por una letra que proclama tanto la independencia como la atracción por lo desconocido. ¿La mejor canción pop-rock de Kylie?
‘Fever’, la considerada obra maestra de Kylie Minogue, era muy generosa en buenas canciones más allá de los 4 singles principales. ‘More, More, More’ era una gran apertura medio latina a lo Moloko, ‘Fragile’ hacía perfecto honor a su nombre y ‘Love Affair’ probaba lo bien que le sentaba a Kylie -e incluso a este disco electro- una guitarra eléctrica, algo que se volvería a comprobar después en ‘Stars’. ‘Love Affair’ es una llamada al «carpe diem» para disfrutar del sexo porque «la noche es joven pero no muy larga». «Y ya sabes lo que quiero decir», añadía, sin más dilación. Gran tema, igualmente bailable, muy necesario en la segunda mitad del álbum, que Kylie escribió junto a Richard Stannard y Julian Gallagher, casi el mismo equipo de ‘Love at First Sight’ o ‘In Your Eyes’.
Esa melodía afrancesada que brilla en ‘Real Groove’, más que un probable single de ‘DISCO’, en tanto que fue escogida como «focus track» por su compañía el día de salida del álbum, también la encontramos en ‘Miss a Thing’. Se trata de una canción hecha en la distancia con el finés Teemu Brunila (como la propia ‘Real Groove’ y también ‘Magic’), y cuya toma vocal casi cuesta una buena llorera a Kylie, pues no daba con la adecuada. Finalmente encontramos uno de sus registros más dulces y aniñados: casi parece una cantante de las que tanto gustan en Elefant Records (las de The School, Club 8, Niza y cosas así).
‘Golden’, la visita a Nashville de Kylie, no está mal. Evitar las modas trap y dance del momento es una gran idea, como queda claro en las festivas si bien agridulces ‘A Lifetime to Repair’ y ‘One Last Kiss’ o en la balada ‘Music’s Too Sad Without You’. Su principal problema es una masterización deficiente que hace sonar todo el álbum como si se hubiera grabado a través de una grabadora antigua de formato cassette. A falta de que otro vídeo ensalce alguna de sus composiciones o se haga un «remáster» para iTunes apropiado, nos quedamos con los dos sencillos oficiales. Este es el eufórico segundo single, que muestra a Kylie en busca del amor. Por mucho que odies las «voces» de Gente de Zona, ciertamente mejoraba en su segunda versión. ‘Stop Me From Falling’ es ya indisociable de su divertido videoclip rodado en las calles de Cuba, toda una fiesta en la que Kylie ha sabido, de manera totalmente improbable, salir airosa del reto de mezclar la música country que manda en su nuevo álbum con la moda latina que manda en el mundo.
Olvídense de ‘Timebomb’, por mucho que sea uno de los vídeos más vistos de Kylie en Youtube. La verdadera rareza «bomba» perdida de su discografía fue este tema que de manera trágica quedó excluido del formidable ‘X’. Es una producción de Bloodshy & Avant y se nota mucho porque por momentos parece una canción de Britney (también un precedente de Die Antwoord). Quedó relegada a la cara B de ‘In My Arms’ pero, por suerte, pudo ser recuperada para la mencionada gira de Anti-Hits que Minogue realizaba en 2012.
Editada un año después, la «fan favourite» ‘Disco Down’ puede sonar reminiscente del triunfal ‘Summer Son’ de esos Texas que no paraban de referenciar la Motown. Sin embargo, la letra de ‘Disco Down’ deja claro a quien referencia (‘Le Freak’ de Chic y ‘Dancing Queen’ de Abba), conformando un tema robótico, un tanto moroderiano también, que tuvo su huequecito en la gira de «no éxitos» Anti-Tour. Que levante la mano quien estuviera allí porque ‘Cherrybomb’ no iba a ser el único anti-hit que cupiera en este listado.
‘Aphrodite’ da alegrías a Kylie, pero también le hace ser víctima a lo grande del “ageism”. Después de que ‘All the Lovers’ no sea pinchada por Radio One (BBC), ella misma tuitea que ve posibilidades de que el siguiente single les guste más, el siguiente single lo mola todo, pero ni por esas. Lo que no quiere decir que el disco no tenga curiosidades y grandes canciones. Hay un tema co-escrito por Jake Shears y Calvin Harris ahijado de ‘Flashback’ (‘Too Much’), hay un single que parece de Scissor Sisters pero no lo es (‘Better than Today’), y entre los no-sencillos me quedo con este ‘Closer’ que Stuart Price, productor ejecutivo del disco, acercó a más no poder a los territorios del giallo.
‘Light Years’ es un álbum que debemos reivindicar completamente y entre las muchas razones que estamos viendo en este listado está que sea su disco más Saint Etienne, lo cual tiene su gracia porque Kylie había versionado ‘Nothing Can Stop Us Now’ en 1994 y además el grupo de Bob Stanley había escrito para Minogue la inencontrable ‘When Are You Coming Home?’ para el álbum de aquel año, finalmente descartada. ‘Loveboat’, en verdad escrita por Kylie junto a Robbie Williams y la entonces mano derecha de este, Guy Chambers, es una fiesta de bikinis y martinis en el barco del amor, en la que Kylie también se arranca en francés con esos «oh, l’amour» y «sur la mer». No caben dramas ni mal alguno en el desarrollo de esta escapista canción. Pa, pa, pa-pa-pa. Pa, pa, pa-pa-pa.
El amor de Kylie por el francés no se limitó al French touch de muchas de sus canciones de este siglo ni a su romance con Michel Olivier. Bromas aparte, ya en el debut de Kylie aparece un tema de título en este idioma, según algunos, inspirando el nombre de nuestra propia web. Empezando con un sinte un tanto OMD, ‘Je ne sais pas pourquoi’ fue un gran cuarto single del largo, dando a la Minogue un nuevo top 2 en las islas británicas, y representando uno de los 21 sencillos más vendidos en este país de todo 1988, pese a haber sido lanzado simplemente en octubre. El número 1 de aquel año, por cierto, fue para ‘I Should Be So Lucky’.
En pleno fervor por la primera Kylie, la cantante publicó un dueto con Jason Donovan, que también había salido de la serie ‘Vecinos’ como ella, y que fue número 1 en Reino Unido durante la campaña navideña de 1988. El exceso de azúcar es evidente, pero también que el estribillo “we’re back togeeeether, togeeeether” estaba predestinado a sonar en los talent shows y especiales navideños blancos y buenrolleros ad eternum y la canción era nada menos que la más vendida de Minogue en las islas británicas hasta la llegada de ‘Can’t Get You Out Of My Head’. No hay que perderse tampoco su presentación en Top of the Pops.
No hay mejor manera de empezar este viaje por la carrera de Kylie que la que fue la canción final y titular del disco que reinventó su sonido y anticipó su obra maestra ‘Fever’, ‘Light Years’, pues contiene un «spoken word» en el que Minogue se nos presenta vestida de azafata: «abróchense los cinturones / me llamo Kylie / seré su auxiliar de vuelo / las salidas de emergencia están en la parte delantera y trasera de la cabina». Pero más allá de eso, ‘Light Years’ es la canción más Giorgio Moroder y Donna Summer que ha grabado la cantante jamás, y la parte en que susurra o gime nos hace preguntarnos por qué no lo había hecho antes. ¿Suena a Goldfrapp? Pues es anterior a su revolución electro. Casualmente la gira ‘On a Night Like This’ incluía una versión de ‘Physical’ de Olivia Newton-John, tema que también versionaría la banda de Alison desde la misma primavera de 2001 mientras presentaba su debut ‘Felt Mountain’.