El documental de Billie Eilish, un acercamiento a la atípica estrella

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El documental de Billie Eilish, un acercamiento a la atípica estrella

Parece un poco gratuito que alguien haya hecho un documental de Billie Eilish a estas alturas de su carrera cuando, pese a su tremendo éxito, prácticamente acaba de empezar. Eso es lo primero que a uno se le viene a la cabeza antes de ponerse ‘Billie Eilish: The World’s A Little Blurry’: no ha pasado el tiempo suficiente como para que se dedique una película entera a su carrera, pero la realidad, es que hay un enfoque más concreto de lo que se quiere contar. El documental se centra en el proceso creativo de su álbum debut, ‘When We All Fall Asleep Where Do We Go?’, la gira y, básicamente, el salto al estrellato mundial que le supuso. Pero sobre todo y por lo que más merece la pena es por la manera en la que se humaniza a Billie, presentándola siempre como una chica de 17 años muy unida a su núcleo familiar y con una visión muy clara de su arte, de lo que quiere y lo que no quiere compartir con el mundo.

En ese sentido, está por encima de la mayoría de este tipo de documentales que suelen funcionar solamente como una plataforma para promocionar a los artistas. R.J. Cutler realiza una labor interesante, ya que no busca descaradamente hacer de Billie una persona particularmente simpática, sino que su forma de reflejar su personalidad en pantalla siempre resulta bastante realista. Sin embargo, progresivamente se establece un entendimiento total entre la cantante y el espectador que consigue acercarnos y empatizar de lleno con una de las estrellas más atípicas dentro del mainstream.

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La educación que recibió, desde casa y sin ir nunca al colegio, claramente le ha influido a la hora de ser la persona que es. El apoyo de sus padres y su hermano Finneas, que desde pequeña la educaron en la música y dejaron que se desarrollara artísticamente, han sido –y siguen siendo- claves en su emergente carrera. ‘The World’s A Little Blurry’ es sobre todo un documento perfecto para los fans de la cantante, pero también funciona a modo de curiosidad para aquellos a quienes intrigue ver cómo funciona la mente de una de las figuras más refrescantes en el pop actual. Además de la cercana relación con su familia, también se cuenta lo poco que le gusta escribir canciones, lo dura que a menudo es consigo misma y, por supuesto, su relación con la fama. El disco lo grabó junto a su hermano en su habitación en la casa donde lleva viviendo desde siempre, y se puede ver en numerosas ocasiones cómo van surgiendo ideas por parte de ambos o cómo Billie va pensando a la vez en los videoclips y la estética. Tiene una visión total de qué planos quiere, qué va a salir y cómo se va a montar, por lo que ha acabado dirigiendo ella misma varios de esos videoclips.

Algunos de los grandes momentos son cuando se muestra su admiración hacia Justin Bieber, de quien era la mayor fan desde que era una niña. En este documental de Billie Eilish aparece la primera vez que se pone en contacto con ella para colaborar en su versión de ‘bad guy’, su reacción cuando le conoce en persona por primera vez en el Coachella o cuando este le videollama para felicitarla por su victoria en los Grammy. Pero la situación más divertida se da cuando en el mismo festival californiano, antes de la actuación de Billie, Katy Perry habla con ella mostrándole su apoyo y aprovecha para presentarle a “su prometido”. Ambos la abrazan, le dan ánimos y le dicen que la admiran, pero cuando se van, Billie no tiene ni idea de que la pareja de Katy Perry era Orlando Bloom y se pensaba que “era un tío que Katy Perry había conocido”.

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Algo que sale a la luz en el documental y que la cantante nunca había hecho público es que tuvo una breve relación con el rapero Brandon Quention Adams, a quien ella llama Q y cuya ruptura le afectó enormemente. Hay una escena después de que esto pase en la que está con una amiga y pone y canta ‘Glad He’s Gone’ de Tove Lo, que es todo un “mood”. Pero la apretada agenda de Billie le impidió recrearse en su corazón roto, ya que estaba en mitad de su gira, y cuando estás envuelta en esa espiral de fama, en muchas ocasiones estás obligado a dejar tus emociones a un lado.

Lo peor de ‘The World’s a Little Blurry’ es su metraje, que se dilata sin sentido y del que fácilmente podría recortarse un buen porcentaje; y no porque lo que cuente no sea interesante, sino porque seguiría siéndolo y contaría lo mismo sin detenerse tanto en detalles que no aportan demasiado. Pero más allá de eso, está por encima de la media de este tipo de documentales, y sobre todo, viendo el talento que tiene Billie Eilish creando música, genera unas expectativas altas sobre lo que podrá hacer en los próximos años. La película sirve como celebración de que una artista adolescente con un estilo tan personal y grabando canciones desde su habitación se haya convertido en un fenómeno de masas. 7.

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