Smerz están más cerca de conocer a Pedro Sánchez que tú y yo, ya que una de sus dos integrantes, Catharina Stoltenberg, es hija de Jens Stoltenberg, presidente de la OTAN y antiguo Primer Ministro de Noruega. Catharina y Henriette Motzfeldt se conocieron en el instituto y decidieron irse juntas a estudiar a Copenhague antes de tomar la decisión de dedicarse a la música a tiempo completo ante la mirada de circunstancia de sus amigos, que se solían quedar picuetos cuando estas les mostraban la música en la que habían estado trabajando. Quién les iba a decir que terminarían compartiendo sello con Adele o FKA twigs.
Una estudió música, la otra latín, derecho y matemáticas, y aunque ambas reconocen ser de hecho «matemáticas» en el sentido de metódicas, su música no suena nada calculada ni cuadriculada, sino libre hasta el punto de que su debut oficial ‘Believer’ es un cajón de sastre de todos sus intereses musicales, que van del hip-hop al trance pasando por la música neoclásica. En los últimos tiempos, las chicas han cosechado su propio mini hit con ‘Because’, un misterioso tema de bedroom house que suena hecho por las sombras que te visitan por la noche cuando te da una parálisis del sueño; y en ‘Believe’ las noruegas siguen explorando su oscuro y enigmático sonido desde varias vías, ya que ellas se reconocen tan fans de Jessy Lanza como de Rihanna o del Gill Scott-Heron producido por Jamie xx. Sin olvidar que han estudiado música y teatro para empaparse de unas convenciones de las que luego han huido, relajadas, para terminar haciendo lo que les ha dado la gana.
La producción de ‘Believer’ es totalmente DIY y las chicas suenan deliberadamente amateur en algunos puntos, como en el hip-hop con cuerdas desganado de ‘Rain’ -cantado en noruego- o en el tratamiento de las voces, que además suenan apáticas y «creepy» aposta: ‘Rap Interlude’ parece una primera toma y la integración de las voces de ‘Sonette’ en la música es nula. El componente amateur de ‘Believe’ le otorga todo su encanto, por otro lado: a veces no sabes si estás escuchando una mixtape entregada sin terminar, un trabajo de fin de grado o un álbum que ha buscado la mayor autenticidad posible, pues a veces parece dos o tres proyectos distintos volcados en uno solo cuando del bosquejo neoclásico ‘4 temær’ pasamos a la tralla epiléptica de ‘Hester’, o cuando de la intro a lo The Cure
de ‘Guitariff’ pasamos a la intensidad de ‘Max’, un corte minimalista que se debate entre las melodías susurradas de Janet Jackson y los instrumentales más intensos de Arca. Sin embargo, la sensibilidad intimista a la par que fantasmagórica, espectral, de Smerz se hace notar en todas sus composiciones, y ‘Believer’ logra sonar unificado pese a la destartalada secuencia.El nombre de Smerz es una combinación de las letras presentes en la expresión alemana «Schmerz im Herz», «dolor en el corazón». Una pista de lo que nos cuentan sus letras. La incertidumbre plaga la música de Smerz quizá desde que el disco alude a una creencia, y sus textos están llenos de preguntas tipo «¿crees que voy servida si solo me quedo con mi novio?» (‘Believer’), «¿debería admirarte?, ¿puedo convertirme en otra persona? ¿quién muestra el camino?» (‘The favourite’) o «¿te quedarías si te dijera que es lo que quiero?». El amor es el tema central pero Smerz huyen de lo obvio y a veces dan con imágenes algo turbias, como la de esa persona que «baila encima de una mesa de cristal» en la caótica ‘Glassbord’, uno de los cortes menos convincentes de este largo en el que tampoco los interludios instrumentales son de lo mejor, al sonar inacabados.
Es cuando Smerz reconcilian su peculiar sonido con mensajes comprensibles por cualquiera cuando más brillan. El pegadizo tema titular, que recuerda lo mucho que se inspiró Björk en el hip-hop para crear ‘Homogenic‘, nos deja una frase totalmente clásica, retro («el amor es un trabajo duro, pero yo no voy a dejar de amarte»), y el R&B de neón de ‘Flashing’, a todas luces el mejor tema del disco pues su melodía la podría haber escrito una popstar del R&B, puede llegar a emocionar cuando expresa: «pienso en cosas que no digo, sobre cosas que no puedo explicar, he tenido todo este tiempo para sentir, y todavía creo que deberías quedarte». Muestra de que, si Smerz siguen puliendo su propuesta, lo que no significa que se tengan que deshacer de absolutamente todo lo que les interesa, pueden llegar a lugares insospechados.