Anne Lukin es una de la docena y media de cantantes que pasaron por la última edición de Operación Triunfo, y no precisamente una de las que quedó en mejor lugar: fue 12ª, como en 2001 Juan Camus. Ha sido a través de lo claras que tiene las ideas que ha podido emprender una carrera musical ya con disco en el mercado y cierta diferenciación. Como anticipándose a las críticas que pueda recibir su música por naíf (que lo es, por ejemplo, «empezar» un álbum y una carrera con un tema sencillamente llamado ‘Empezar’), la cantante navarra no se cansa de decir en las entrevistas que es consciente de que le queda muchísimo por aprender: hasta ha llamado uno de sus singles de presentación ‘Lento’ como metáfora de que le gusta ir despacio. Que no despacito.
En ‘Al día siguiente’ no hay espacio para los Mauricios Rengifo ni los Andrés Torres, y dice mucho de Anne Lukin el nombre de las personas de que ha querido rodearse, que además no son precisamente 9 por canción. «No me entero de ninguna serie / Ni de los cotilleos de ayer», dice una de estas composiciones, situándose hasta cierto punto en los márgenes. Produce Ricky Falkner, conocido por su labor con Standstill, Love of Lesbian, Sidonie, Iván Ferreiro, Lori Meyers y varios artistas en la línea del semi-indie nacional; y colaboran co-escribiendo alguna canción gente como Zahara, la pareja de esta en _juno Martí Perarnau IV «Mucho», Alberto Jiménez de Miss Caffeina y Gorka Urbizu de la banda de rock vasco Berri Txarrak (hay que recordar que pese a ser navarra, Anne quiso irse a Bilbao para cursar Comunicación Audiovisual en dicho idioma). Y aun así, este tampoco es el disco típico en el que suelen trabajar los artistas mencionados, lo cual dice algo de la personalidad de Lukin.
‘Al día siguiente’ es sobre todo un disco influido por las sonoridades neo-country, cercano a lo adquirido por Virginia Labuat en Nashville, o a algunos temas de los últimos álbumes de La Buena Vida. Ese es el sonido preferido hasta de la canción en vasco, extrañamente soleada y dedicada a Lisboa. Sorprende que incluso las colaboraciones de Zahara (‘Lo típico’) y Alberto Jiménez (‘Extraterrestre’) sigan esa línea, porque no es precisamente el punto en el que se encuentran las respectivas carreras de estos excompañeros de piso. Tampoco son necesariamente las composiciones más vistosas del álbum, aunque ‘Extraterrestre’ busca y encuentra la compañía -la comprensión- que ansía su letra; y ‘Lo típico’ logra añadir una outro un tanto Lana en melodía; turbadora y fetichista en letra, de «Dicen que los olores son los que más recuerdos mueven» a «Tengo miedo de lo que su olor pueda hacerme».
Para lo que no hay mucho lugar es para las ambientaciones misteriosas que escuchamos en ‘Lento’. Quizá podríamos apuntar que se ha sacado partido de los estudios de La Casa Murada en los juegos vocales de la sencilla ‘Empezar’, más cercanos a ‘Medúlla’ de Björk que al pop vocal clásico. Lo que tampoco ha impedido que en algunos casos el disco vire hacia el pop con cierta impronta de los años 60, como en las palmas de ‘Mañana es viernes’; en la percusión de ‘Quién eres’; o en esa ‘V’ de cierto potencial que se ha dejado para el final, entre referencias a ‘Friends’ y sintetizadores ochenteros.
Es raro que se haya dejado para el final una de las mejores canciones, pero lo mismo puede decirse de lo que podemos considerar la cara A de la edición vinilo, limitada a 100 unidades. Es ‘Cariño’ la composición escogida para cerrar la primera parte del álbum y es de momento su composición más entregada. Probablemente dedicada a sus padres, recoge recuerdos de «country, Abba y Nino en el coche», de «ir al parque a comer regaliz». De «ser diferente» como sinónimo de valentía, de cuidar a las «amigas», también de desperezar y ponerse a «estudiar». Ha querido trabajarla de noche, a oscuras y grabarla en una sola toma, logrando captar toda la emoción buscada en el que es de momento su mayor «grower». Habrá quien, por esta y otras grabaciones, perciba a Anne Lukin como un producto algo inofensivo, pero es ella quien te ha contado antes lo que es en sus letras. «Quiero hacer música con un simple susurro», nos había advertido.