Bleachers / Take the Sadness Out of Saturday Night

Poco puedo decir sobre la sobreexposición de Jack Antonoff que no esté ya en el estupendo artículo de Pitchfork donde Quinn Moreland aborda esta cuestión (muy fan de la comparación con Dan de ‘Gossip Girl’). Pero sí, yo también he pasado de alegrarme cada vez que una de mis cantantes favoritas anunciaba que iba a contar con él para la producción a, en la actualidad, echarme a temblar cuando pienso que el tercer disco de Lorde va a estar producido enteramente por él. Ninguno de los adelantos me ha entusiasmado tanto como pensaba, y están muy cercano el fiasco de ‘Daddy’s Home‘ de St. Vincent y el paso atrás de ‘Chemtrails Over the Country Club‘ de Lana del Rey. Antonoff parece haberse cansado de esa épica de los sintes y esa nostalgia ochentera presentes desde su primera producción para una megaestrella (‘Out of the Woods’ de Taylor Swift), y desde hace un tiempo ha virado hacia sonidos más “orgánicos” y minimalistas que cuesta distinguir cada vez más y donde, más que dejar espacio a la artista en cuestión, corre el riesgo de simplificar su propuesta. Aún así, esto no ocurre del todo en este tercer álbum de Bleachers, su proyecto en solitario.

Publicado un par de semanas antes de ‘Solar Power’ (como ‘Gone Now‘ semanas antes de ‘Melodrama‘), este ‘Take the Sadness out of Saturday Night’ empezó centrándose en su ruptura con Lena Dunham y en el vacío y la depresión que vinieron después, pero poco a poco el nuevo estatus de Jack parece haberse ido introduciendo aquí, y vemos numerosas referencias a la fama y a la vida pública ganada en detrimento de la vida privada. Y es que en solo unos años Antonoff ha pasado de ser el patito feo de fun. (recordemos que por entonces Nate Ruess parecía la promesa de ese grupo) a ser prácticamente una superestrella, la mano derecha de Taylor Swift, Lorde y Lana del Rey en sus últimos discos… y cada día la de más gente, porque tenemos también los regresos de The Chicks (FKA Dixie Chicks), Clairo y ¡Diana Ross!

El binomio enfrentado de vida privada / vida pública tiene mucho espacio en un disco compuesto por canciones gemelas: ’91’ lo es de ‘Chinatown’, ‘How Dare You Want More’ de ‘Stop Making this Hurt’, ‘Strange Behaviour’ de ‘What’d I Do with All this Faith’, ‘Don’t Go Dark’ de ’45’ y, el caso más obvio, ‘Big Life’ de ‘Secret Life’. En estas últimas se ve especialmente bien cómo Jack navega entre la ambición y el expandirse por un lado y, por otro, la intimidad y el minimalismo, siendo los dos temas finales el mayor exponente de esto, con un acercamiento dylanesco que se aleja del que es su mayor referente el resto del álbum: Bruce Springsteen.

Antonoff no oculta este parecido, sino que lo grita a los cuatro vientos, invitando al Boss incluso a cantar con él la estupenda ‘Chinatown’, que arranca como si una Inteligencia Artificial tuviese que hacer una canción del autor de ‘The River’: “get in my backseat, honey pie / and I’ll wear your sadness like it’s mine”. No pueden ser más Springsteen tampoco ‘How Dare You Want More’, ‘Big Life’ (donde también hay ecos de Elvis) y, sobre todo, ‘Don’t Go Dark’, quizás la mayor joya del disco, coescrita con Lana del Rey y en donde también figuran The Chicks en los coros y Aaron Dessner (ya compañero de batallas en ‘folklore

‘) al piano. Aprovechamos además para hacer un llamamiento, porque sabemos que Antonoff nos lee: Lana adora a Bruce, Bruce ha hablado muy bien de Lana, y tú has colaborado con ambos… POR FAVOR, ¡necesitamos que Lana del Rey y Bruce Springsteen trabajen juntos!

Deseos aparte, en ‘Don’t Go Dark» es quizás donde más claramente se trata su ruptura, además del posible significado alternativo de ’45’: “now you’re just the stranger that I know best / now you’re just the stranger that I love best” canta Antonoff, inevitablemente recordándonos al “please don’t ever become a stranger / whose laugh I could recognize anywhere” de ‘New Year’s Day’ (de reciente actualidad por los créditos de Olivia Rodrigo). En ‘Don’t go dark’, Antonoff es más explícito, llegando a decir “you’ve just been waiting your whole life / to find someone who will stand in your storm / well I stood there and something was missing”, unos versos que encantarán a quienes devoraron aquel pdf que rompió Internet uniendo a Antonoff y Lorde (¿os acordáis del “says he made the big mistake of dancing on my storm” de ‘Liability’?).

Los altos y bajos del amor se exploran también en ‘Big Life’ (“quiero conocer la parte de ti a la que no le da la luz / quiero saber lo que ocurre cuando nos aburramos del amor”) y en su contraparte ‘Secret Life’, que recuerda a ‘Isn’t it a pity?’ y a otras canciones del ‘All Things Must Pass’ de George Harrison (fun fact: precisamente Lorde ha nombrado este disco como uno de sus favoritos en una entrevista reciente). ‘Secret Life’ es también el “featuring” con Lana del Rey, muy entrecomillado porque recuerda más a lo que hizo en ‘Stargirl’ de The Weeknd (con mucho mejor resultado allí, dicho sea de paso). Comenta Antonoff que iba a ser una conversación entre ambos, pero que al final decidió dejar a Lana como una corista con reverb. No ha sido tu movimiento más inteligente, Jack.

A pesar de lo que podríamos pensar, no lleva él todo el peso de la producción: St. Vincent se pasa para devolver el favor en ’91’ (y para los coros de ‘Stop making this hurt’), y en general es con Patrik Berger con quien ha decidido colaborar (sí, el mismo Berger detrás de ‘Dancing on My Own’, ‘I Love It’, ‘Off to the Races’ o el menos conocido temazo de Noonie Bao ‘Pyramids’). La unión con Berger, pensar más que nunca en Springsteen y tener una temática bastante más cohesiva hacen de ‘Take the Sadness out of Saturday Night’ el mejor disco de Bleachers hasta el momento, pero no el mejor disco de Jack Antonoff (paradójicamente, “sus” tres mejores discos no son suyos sino de Lorde, Lana y Taylor), ni un trabajo tan redondo como el que, eso no lo dudamos, pueda darnos en el futuro con este proyecto en solitario.

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Publicado por
Pablo Tocino