A Johnny Jewel le preguntaban mucho el porqué del nombre de su icónico sello Italians Do It Better. La camiseta que Madonna portaba en el vídeo de ‘Papa Don’t Preach’ ha resultado ser la respuesta y su interés por la cantante ha llegado al punto de que el sello se ha resarcido de la separación de Chromatics publicando un tributo a Madonna de 20 canciones en una fecha tan random como su 63º cumpleaños. Johnny sabe hasta que a la artista sus amigos la llaman M, y eso es lo único sobre ella que aparece en la portada del álbum, suponemos que por temas legales.
Madonna, de padre migrante italiano, ha sido en verdad más de Europop en general y French Touch en particular, que de italo. Porque ciertamente Madonna podía haber sido más Giorgio Moroder en sus inicios tiene gracia este proyecto: los artistas de Italians Do It Better están especializados en italo disco y están completamente en su salsa cuando recrean los teclados de los hits de aquellos tiempos. Son especialmente una chuchería las versiones de Sally Shapiro de ‘Holiday’, Glüme de ‘Material Girl’ o la de Desire con aquel single perdido que se llamó ‘Angel’. Muchos éxitos de Madonna tenían ganchos instrumentales, normalmente a los teclados, y es ahí donde Italians Do It Better se pone las botas o al menos lo intenta. No faltan revisiones de ‘Lucky Star’, ‘Like a Virgin’ ni ‘Borderline’, canciones que ayudaron a construir el sonido 80’s de manera muy evidente.
Pero uno de los divertimentos del disco es que no va a lo obvio, renunciando a hits como ‘4 Minutes’ o ‘Music’ en favor de curiosidades de su carrera como ‘Beautiful Stranger’, ‘Hollywood’ o dos temas de ‘MDNA‘. La presidenta de Italians Do It Better Megan Louise ha dado libertad a los artistas para escoger el tema que quisieran, y alguien parece haberse dado cuenta de que lo mejor de la última era de Madonna es la calidad de muchos tracks que no fueron single. No habría estado mal escuchar a alguien de esta discográfica tan fina entonar «si tú quieres, nos vamos por Detroit«, pero In Mirrors ha preferido sacar punta al electro ‘I’m Addicted’ y Farah ha convertido ‘Gang Bang’ en una película de terror de serie B protagonizada por Miss Kittin. Más o menos el mismo tratamiento que extrañamente ha recibido ‘Frozen’ con Love Object, arriesgado pero menos efectivo que la destartalada versión de ‘Hung Up’ de Number One Popstar o la bonita balada que JOON ha construido con ‘Papa Don’t Preach’.
La crítica supuestamente más sibarita ya ha corrido a aupar este homenaje por encima de la carrera de la propia Madonna. Para Pitchfork este recopilatorio es muchísimo mejor que el último recopilatorio de la cantante, ‘Celebration’; mejor también que ‘Confessions On a Dance Floor’; y casi tan bueno como ‘Ray of Light’. Y no están solos: me viene a la mente más de una persona que escuchará este álbum antes que un disco entero firmado por Madonna.
Por desgracia, son muchas las versiones que no cumplen con su cometido o que incluso suenan algo desganadas. Jorja Chalmers ha quitado todas las ganas de follar que daba ‘Justify My Love’, produciendo en verdad ganas de nada; Causeway ha desperdiciado una buena idea dream pop sobre ‘Crazy for You’, al final ni ambiental ni bailable; y Juno Francis suena tan desangelada en ‘Beautiful Stranger’ como Double Mixte indeciso entre el witch house y el electro oscuro a lo TR/ST en ‘La Isla Bonita’. Nadie puede adivinar si ha cambiado la letra o se le ha olvidado mientras la recitaba.
Mención especial para MOTHERMARY en un ‘Like a Prayer’ fuera de tono, no se sabe si voluntaria o involuntariamente, no se sabe si en homenaje a la siniestra presentación que Madonna hizo de la misma en Eurovisión… o a la falta de carisma generalizada en los artistas de este sello. Un dato: «20 pistas, 19 artistas, 10 países» y nadie se atrevió a lidiar con la gran obra maestra de Madonna, ‘Vogue’. Quizá era demasiado para ellos equipararse a «Greta Garbo and Monroe, Dietrich and DiMaggio».