Mica Tenenbaum y Matthew Lewin se conocieron en el instituto, cuando tenían 15 años y cada uno tocaba en una banda diferente como parte de una actividad extraescolar. Ella dice que el grupo de él era mucho más guay. Empezaron a salir, se embarcaron en un proyecto llamado Tabula Rosa que gustó mucho «a hombres de mediana edad», rompieron, y un tiempo después reconectaron. Como Magdalena Bay llevan unos 5 años haciendo música, 3 de los cuales los han pasado viviendo juntos en Los Ángeles inmersos en «una relación de amor y odio», como han contado en Under the Radar. Algo palpable en una música que nos habla sobre ciertos sinsabores de la vida, pero con un color vívido y cierta sorna.
La música de Magdalena Bay es indisociable del mundo audiovisual que han creado en redes como TikTok y Youtube. Dicen haber copiado todo de ‘Videodrome’. Antes de que publicaran en 2020 su EP ‘A Little Rhythm and a Wicked Feeling’, donde aparece su viral ‘Killshot’ -popularizado sobre todo con una versión ralentizada y con reverb-, eran ya populares sus «mini mix» de canciones de 1 minuto o 2. Una fantasía en la que vemos cantar a Mica con una rosa amarilla haciendo las veces de micrófono o vestida de hawaiana entonando un tema en Spanglish porque los dos están «obsesionados con Argentina».
Pero la música de Magdalena Bay trasciende los códigos actuales del mundo audiovisual para desafiar el paso del tiempo. ‘Mercurial World’, que apela en cierta medida a la locura de color y psicodelia de los primeros MGMT, y al «do it yourself» de otros proyectos procedentes de aquella época como Tennis y Summer Camp, tiene en realidad un poso muy clásico. La comparación fácil es con Grimes y Chairlift, aunque con una amplitud de miras que apunta más bien a Saint Etienne en el sentido de que tan pronto pueden hacer una producción de puro electro (‘Follow the Leader’) como otra más easy listening (‘Domino’) como otra más «spoken word» (‘Dreamcatching’) como otra que es puro pop (‘Something for 2’).
Todo ello sin que aún hayamos mencionado ninguno de los grandes singles que sirven para defender este disco. ‘Chaeri
‘ es de momento el más popular, con sus retazos de trance y su toma vocal dulce como el algodón de azúcar, mientras la letra habla sobre salud mental y soledad («las cosas estarán mal tan sólo si no te dices a ti misma que nunca saldrás de la cama»). ‘Hysterical Us‘ presenta una temática similar, solo que con un fondo sonoro bastante diferente, entre referencias al pop clásico de los años 70 y a su vez a la psicodelia de finales de los 60 imitada por Tame Impala. ‘You Lose!’ es una absoluta maravilla que alterna una melodía y un ritmo muy Smashing Pumpkins con el sonido de Claire Boucher. Y como muestra de la solidez de este disco, hay que atender al buen «flow» entre ‘Dawning of the Season’ y la sexy ‘Secrets (Your Fire)’, un tema en el que lo mismo caben el George Michael de ‘Fastlove’ que la Róisín Murphy de ‘Overpowered’ que las guitarras prog-rock.Una de las bazas de ‘Mercurial World’ es lo divertido que es bucear entre sus posibles influencias e inspiraciones. El tema final, llamado ‘The Beginning’ de la misma manera que la intro se llama ‘The End’, empieza tipo Aqua, continúa tipo ABBA para luego incorporar influencias de j-pop y Daft Punk. El final de ‘Halfway’ es más bien dream pop y cinematográfico. Al término de ‘Mercurial World’ el tema se convierte en ‘Material World’ en lo que lo mismo podría ser un homenaje a Madonna que a SOPHIE.
Divertimentos que no impiden que haya un poso espiritual en este disco, ajeno a la vacuidad de las redes sociales. Magdalena Bay, ahora mismo a sus 25 y 26 años, hablan de sentirse mayores y se preguntan cosas en sus canciones. «Todo viene y va al mismo sitio: a la nada», comienza diciendo el principio del álbum, mientras el tema central (‘Halfway’) se pregunta por nuestro devenir y el final intenta dejar un poso positivo: «si te sientes mal, siéntate y disfruta de este show, como un caleidoscopio en technicolor». Uno de esos proyectos de pop posmoderno tipo «batidora en la que todo cabe», a lo Passion Pit.