Alizzz se ha convertido en el productor más exportado del país. Desde Castelldefels a Las Vegas, el artista que se dio a conocer con una serie de producciones de future bass para después triunfar de la mano de C. Tangana acaba de adjudicarse tres Latin GRAMMYs y una nominación a los GRAMMYs de siempre (en la categoría latina alternativa) por su trabajo en ‘El Madrileño‘. Pero ‘Tiene que haber algo más’ ya buscaba su propio camino desde que conocimos su primer single a finales de 2020 al alejarse lo máximo posible de los sonidos conocidos como «urban» o de los latinos.
‘Todo me sabe a poco’ era una declaración de intenciones aunque entonces no lo supiéramos. La canción abre el disco, una de sus frases de hecho lo titula y su sonido guitarrero y post-punk le da la espalda a las modas y las playlists para acercarse a las salas de conciertos, al underground. Es un camino que Alizzz decidió tomar después de sufrir un «crack personal duro» en septiembre de 2019 cuando, quemado de las giras, los trabajos de producción y los aviones, decidió parar y volver a «componer tranquilamente sin prestar atención al mundo». El artista cuenta: «volví a pillar la guitarra después de años y me puse a escribir para mí, cosa que nunca había hecho» y resultado de la experimentación más inocente llega este proyecto que solidifica la figura de Alizzz como solista más allá de su trabajo detrás de los focos.
‘Tiene que haber algo más’ se empezó a concebir antes de que ‘El Madrileño’ llegara al mercado y tampoco busca tamaño reconocimiento. Al contrario, parece evitarlo. En comparación con la obra maestra de C. Tangana es menos ambicioso y enrevesado: las canciones son pop, directas e instantáneas, no se comen la cabeza a la hora de experimentar con diferentes sonidos y a la vez persiguen una vía más alternativa. Si el disco busca algo es dar a Alizzz un respiro de la atención mediática obtenida por ‘El Madrileño’, un pequeño refugio en el que seguir disfrutando de la música sin más distracciones y en el que volcar sus inquietudes marcadas por el desamor, el desmadre, las fiestas que duran hasta el amanecer, el entumecimiento mental provocado por el trabajo, los WhatsApps borrados de los que luego te arrepientes y ese éxito que literalmente le quita el sueño.
«No he parao ni pa dormir», canta Alizzz en ‘Todo me sabe a poco’, otra de esas canciones de post-punk históricamente marcadas por la insatisfacción y una sensación de vacío, pero instalada en la actualidad gracias a la presencia de vocoders; y la cual Alizzz explora a fondo en ‘Ya no siento nada‘. Esta trepidante canción suena como unos Placebo actualizados, tiene un estribillo de 10 sobre 10 y habla sobre la necesidad de huir de los problemas a tal punto que su final suena como si atravesara un puente lleno de luces a toda pastilla y a la vez a cámara lenta. Y en la frenética ‘Ya no vales’ Alizzz invita a C. Tangana a recitar una letra dirigida a un artista fracasado, que «huele a cerrao» , que ha «perdido engage con los fans» y que «se ha quedado viejo» y que, en el contexto lírico de ‘Tiene que haber algo más’, no es descabellado pensar que funcione implícitamente como carta de Alizzz y Antón a sí mismos.
El disco también convence en sus momentos más desenfadados. ‘El encuentro‘ con Amaia es un clásico desde que escuchamos por primera vez su estribillo «he pensado en ti más de la cuenta» y su videoclip inspirado en la ruta del bakalao con la navarra enseñando las bragas sigue siendo un puntazo, pero Alizzz se guardaba otro temazo para la salida del disco como es ‘Amanecer’ con Rigoberta Bandini. Se trata de un divertido retrato de la vida fiestera en el que Alizzz y la autora de ‘Perra‘ disimulan ante la poli, compran birra de sobra para los amigos, saludan a las vecinas con las gafas puestas para que no se note que llevan las pupilas más grandes que un agujero negro y van a comprar el pan al día siguiente después de una noche de desmadre histórica. La canción suena a una mezcla de ‘Ya no siento nada’ y ‘El encuentro’ con un punto añadido de brit-pop y shoegaze en las guitarras que tiene más sentido cuando observas la playlist de influencias que ha dejado Alizzz en Spotify, pero en la que es difícil reparar ante una melodía tan pegadiza y embriagadora.
Alizzz vuelve a acertar cuando busca un nuevo ‘El encuentro’ en el disco-funk de ‘Fatal’ con Little Jesus, que resulta igual de pegajoso o más, o cuando en ‘Siempre igual’ mezcla sin mayor misterio ritmos disco, guitarras y lametazos funk en una de esas canciones que parecen menores pero que en realidad valen la pena. En el último single, ‘Disimulao’, Cristian parece tender un puente entre su pasado como productor de electrónica y el sonido de este disco y le sale básicamente un homenaje a sí mismo en el mejor de los sentidos. La mezcla de synth-pop y guitarras distorsionadas de ‘Salir’ funciona de igual manera.
Entre tanto single oficial y potencial, en un disco en el que los singles que convencían menos resulta que funcionan estupendamente dentro de contexto, la colaboración con J de Los Planetas termina algo deslucida, pero incluso el dream-pop de ‘Luces de emergencia’ parece tener sentido en el álbum, a modo de coda, y sirve como buen final a un disco con el que Alizzz consigue descargar por un momento el peso de su éxito con C. Tangana. Un trabajo aparentemente no tan ambicioso pero cuidado cuya sencillez juega totalmente a su favor, al servicio de unas canciones estupendas que, me atrevo a decir, también van a tener mucho recorrido.