El triunfo de ‘La forma del agua’ cambió definitivamente la percepción que se tenía en Hollywood de Guillermo del Toro. El cineasta mexicano pasó de ser el director de las pelis de ‘Hellboy’, a un creador capaz de ganar Oscars y premios en los principales festivales internacionales (León de Oro en Venecia) sin dejar de recaudar un pastizal en la taquilla (casi 200 millones, de los 20 que costó).
‘El callejón de las almas perdidas’ es fruto de ese cambio de percepción: una producción de lujo a cargo de Disney, repleta de estrellas (Bradley Cooper, Rooney Mara, Cate Blanchett, Toni Collette, Willem Dafoe…), al servicio de un remake de un filme poco conocido (basado en una novela aun menos conocida) y alejado del género fantástico.
1. Es un festín visual. ‘El callejón de las almas perdidas’ es una película que te entra por los ojos. El diseño de producción es una maravilla: los decorados de la feria, los interiores art-decó de la segunda parte, el vestuario con ecos del cine negro de los 40… Del Toro consigue elaborar con brillantez una atmósfera sórdida, onírica y elegante plagada de sugerencias. Saca mucho partido expresivo a elementos como las inclemencias meteorológicas (tormentas, nieve) y el juego de colores, enfatizando el contraste, muy simbólico, entre la colorida feria, los paisajes a lo Andrew Wyeth y los claroscuros de la ciudad.
2. La recreación de la feria es de lo mejor que ha filmado Del Toro. La historia está dividida en tres bloques, cada uno correspondiente a un periodo cronológico distinto. El primero, situado en una feria ambulante, es fantástico. El director se divierte (y nos divierte) recreando atracciones, números de mentalismo, de electrocución, exhibiendo “freaks”, presentando personajes simpáticos, miserables, torturados… Todo un universo impregnado de un ambiente de misterio y sordidez, pero también lleno de encanto, que recuerda a obras maestras como ‘La parada de los monstruos’ (en la feria del final hay varios homenajes explícitos) y la novela de Ray Bradbury ‘La feria de las tinieblas’.
1. Es demasiado larga. Toda la parte que narra la relación entre el buscavidas Bradley Cooper y la psicoanalista Cate Blanchett (una femme fatale algo caricaturesca) se hace un poco pesada. La mezcla de psicoanálisis y espiritismo es muy sugestiva, con ecos del cine negro de Fritz Lang, pero la parte de thriller psicosexual, de triángulo amoroso, no funciona como debería. Ni Rooney Mara convence en su rol de inocente pueblerina (no por su actuación sino por cómo está dibujado su personaje), ni Cooper y Blanchett en su relación, que debería ser mucho más turbia para poder transmitir la oscuridad y degeneración que el director pretende.
2. La historia se ha quedado algo vieja. La novela de William Lindsay Gresham, publicada en 1946 (reeditada recientemente en España por Sajalín), ha perdido parte de su capacidad de impacto. Y su primera adaptación cinematográfica, ‘El callejón de las almas perdidas’ (1947), del aplicado director de estudio Edmund Goulding (disponible en Filmin), aún más. Aunque conserva elementos de interés, el tiempo no ha pasado demasiado bien por ella. Como fábula moral, la historia de Gresham sigue funcionando. Pero el guión de Del Toro y su mujer, Kim Morgan, no ha conseguido esquivar algunos trucos narrativos –esa información que sabes que te la están dando porque luego la van a utilizar- que se ven venir de lejos.
Aún así, ‘El callejón de las almas perdidas’ es un filme notable, una hermosa muestra del talento del director que no merece el fracaso en taquilla que está siendo.