Aldous Harding es más que una simple cantautora. Es una artista vocal. Como Lana Del Rey, Nicki Minaj o Britney Spears, la neozelandesa juega con los múltiples registros de su voz e interpreta diferentes personajes que a veces ni siquiera parecen proceder de la misma persona. La voz de Aldous es un instrumento flexible que contrasta con el (aparente) clasicismo de su música. ‘Warm Chris’, su nuevo disco, explora este contraste a lo largo de sus 40 minutos de duración.
La voz de Aldous puede sonar ceremoniosa, como en ‘Fever’, aniñada como en ‘Lawn’, o directamente apitufada (de manera natural) como en ‘Leathery Whip’. A veces, como en ‘Passion Babe’, Aldous decide balbucear las palabras, como si estuviera borracha o estuviera recordando la letra in situ. Y en ‘Staring at the Henry Moore’ adopta un registro dulce y cálido… para luego cambiarlo a un tono nasal que no esperas.
La escucha de ‘Warm Chris’ pone a prueba tu paciencia. En un primer acercamiento parece que la autora de ‘Designer’ se haga la rara, pero con las sucesivas escuchas descubres que disfruta explorando los diferentes timbres de su voz. Y, sin miedo, los aplica a unas canciones que tampoco buscan el camino fácil. El chamber-pop folki y minimalista de ‘Warm Chris’ parece convencional, pero Aldous siempre encuentra maneras de enrarecerlo, de incomodar. En el buen sentido.
‘Lawn’, el primer single, de maravilloso videoclip, por cierto, es alegre y animadillo. Su ritmo sincopado invita a bailar. La melodía es pegadiza. Sin embargo, Aldous la canta con una voz aguda que bordea lo «annoying». Su melodía también es extraña, igual que las de ‘Ennui’ o ‘Fever’. La guitarrita mareada de ‘Tick Tock’ transmite ese efecto en el oyente. Y estoy hablando de las canciones más accesibles del disco.
Incluso los momentos intimistas de este trabajo que ha vuelto a producir John Parish provocan extrañeza. En ‘She’ll Be Coming Round this Time’, una balada preciosa a piano, te queda muy claro que Aldous está imitando a alguien, pero no sabes a quién. Parece Karen Dalton. Luego Joanna Newsom. En ‘Warm Chris’, tan intimista, cada verso concluye con una reverencia de guitarra eléctrica que aparece como a destiempo.
La magia de ‘Warm Chris’ termina cuadrando en la cabeza, aunque cueste unas pocas escuchas. Y a favor de Aldous hay que decir que arriesga poniéndoselo difícil al oyente el lugar de fácil. Lejos quedan los tiempos de la dramática ‘Horizon’. Su música es el equivalente a encontrarte con una persona a la que conoces pero luego descubres que es otra persona que se parece en un 98% a la otra. El 2% restante se compone de las diferentes peculiaridades que hacen que su música sea memorable. Esas singularidades que hacen que su música primero incomode, y luego cautive.
Tampoco lo ponen fácil las letras. En ‘Warm Chris’ vuelven ser deliberadamente crípticas, cuando no absurdas y, aunque algunas parecen hablar más o menos claramente de relaciones fallidas (‘Lawn’) o de momentos de insatisfacción emocional (‘Passion Babe’), la propia Aldous prefiere que cada oyente saque sus propias conclusiones respecto a lo que significan.
Llaman especialmente la atención algunos pasajes. En ‘Fever’ observa a su amante en la oscuridad, en ‘Tick Tock’ afirma que quiere «una oficina en el campo», en ‘Warm Chris’ que le gusta «observar aviones de papel quemándose», en ‘Passion Babe’ se recuerda «casada y aburrida». En ocasiones, como en ‘She’ll Be Coming ‘Round the Mountain’, las personas narrativas cambian tanto que pierdes el hilo.
Pero no importa. En realidad, en otros casos, las letras solo proporcionan a Aldous una oportunidad para seguir explorando su propia voz, la entonación, los acentos. Acariciar cada palabra, o al contrario, dejarla descolgada delante del micrófono, parece más importante para ella que contar una historia convencional con métodos convencionales. Y esa es la gracia de ‘Warm Chris’, en todo su esplendor.