Música

Biznaga / Bremen no existe

Un viejo cuento alemán narra la historia de cuatro animales domésticos que, tras toda una vida de servidumbre cruel a sus dueños, y despreciados ahora por estos, huyen de sus respectivas granjas con la esperanza de llegar a Bremen y dedicarse a tocar música en las calles. Durante su travesía, el grupo de animales, compuesto por un burro, un perro, un gato y un gallo, atracan a un grupo de ladrones y consiguen instalarse en su casa. Los animales nunca llegan a Bremen pese a que era su destino principal.

El relato que publicaron por primera vez los hermanos Grimm en el año 1819, sirve a Álvaro, Jorge, Pablo y Milky para reflexionar sobre el futuro. ‘Bremen no existe’ es el título de su nuevo disco, y Bremen es sinónimo de ese futuro que, para muchísimos jóvenes españoles, simplemente no se ha materializado. Es un futuro «cancelado», como canta el grupo en ‘Líneas de sombra’, la pista de apertura. De hecho, el subtítulo del disco anuncia que este contiene «música para otra generación perdida». En la final ‘Una historia de fantasmas’, eso sí, el futuro pasa a estar «postergado». Queda un rayo de esperanza al que aferrarse.

Ese rayo de esperanza, por fino que sea, atraviesa todo el disco de diversas maneras. Pablo Garnelo (guitarra), Jorge Martínez (batería), Jorge Navarro (bajo) y Álvaro García (voz y guitarra) han querido hacer un trabajo más luminoso que el anterior, menos ansioso y crudo, que se abriera más al mundo. El sonido de ‘Bremen no existe’ responde también al encierro del confinamiento. El cuarteto cuenta que le apetecía «calle», y algunas de sus nuevas canciones aspiran definitivamente a la categoría de himno generacional. Sin dejar de ser punk, son a su vez mucho más pop al incorporar influencias del guitar pop y el rock alternativo de los 80 y 90, de gente como R.E.M. o The Cure. Una de las pistas, ‘La escuela nocturna’, habla de «jóvenes que crecen como espectros», pero te hará bailar como si estuviéramos en 2007.

Entre los himnos claros que deja el álbum se encuentra ‘Contra mi generación’, una canción dedicada a «toda esa gente en edad de pirarse a un PAU / O de tirarse de un puente sin decir ni ciao», y también a «toda esa gente que duerme poco y mal / la precarizada y la aspiracional». ‘Espíritu el 92’ apela a esa gente que ha cumplido los 30 años y no tiene futuro al que agarrarse, y su potente estribillo clama: «¿el futuro era esto? no, por favor». Más pesimista, ‘Domingo especialmente triste’ habla de una juventud empobrecida pero servida de internet y teléfono móvil, que vive «seis meses de curro y seis de subsidio». En contraposición, el estribillo cantado por Isa de Triángulo es luminoso, bello incluso.

En su tercer álbum, los autores de ‘Sentido del espectáculo’ siguen demostrando que el suyo es uno de los discursos más sólidos del punk actual. Y que no tiene miedo de apelar a diversas generaciones que puedan sentirse representadas por sus textos. No tantos grupos citan en sus canciones lo mismo a Jacques Derrida que a C. Tangana, y esto sucede en ‘Filósofxs intempestivxs’, otra canción dedicada al pensamiento de baratillo que quizá ya no necesitábamos a estas alturas. ‘Líneas de sombra’, una de las pistas más garage-punk, incluye referencias a TikTok y a la música pop, y ‘Madrid nos pertenece’ llama a manifestarse invitándonos a dejar de decir «joder, no sé» como hicieron aquella vez Carolina Durante.

Por un lado, el mensaje de Biznaga puede sonar decididamente populista, como cuando en ‘Todas las pandemias del mañana’ cantan que «nosotros somos el puto virus, nosotros somos el puto cáncer, somos el bicho que hay que erradicar». Por otro lado, el grupo sigue destacando por sus cultas y eruditas reflexiones -en discos y entrevistas- sobre el mundo actual, y los futuros cancelados de los que habla recurrentemente ‘Bremen no existe’ son los mismos sobre los que escribió Mark Fisher. Biznaga transmiten su mensaje con confianza y seguridad. No tienen miedo a agitar al populacho. De hecho, lo buscan. Y les sale bien.

Entre referencias a personas «atrapadas en el ascensor social» o que siguen trayendo bebés a un mundo ya demasiado idiotizado, ‘Contra mi generación’ aún encierra un atisbo de esperanza cuando anuncia que «lo que no pudimos hacer / aún es posible tal vez». De hecho, el grupo explica que ‘Bremen no existe’ «no es un disco optimista, pero tampoco cenizo ni agorero», sino que más bien «es idealista y arrogante» porque cree que aún «hay futuros que nos esperan». ‘Bremen no existe’ vuelve a ser un disco lleno de angustia y desazón que refleja el sentir de una generación «perdida» en los dos sentidos: una generación que no sabe adónde ir, y también una que ya no se va a recuperar. Sin embargo, la esperanza es una de las cosas más importantes en esta vida, Biznaga lo saben y no renuncian a ella.

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: biznaga