Noah Lennox -Panda Bear- y Peter Kember -Sonic Boom- ya llevaban tiempo cruzándose. Sus músicas y formas no difieren mucho: mantras alucinados a base de loops, samples y voces recitativas, sincopadas y tratadas. Kember mezcló ‘Tomboy’ y también co-produjo ‘Panda Bear Meets The Grim Reaper’ de Lennox. Amén de que el segundo es, sin duda, una de las grandes influencias del primero desde los tiempos de Spacemen 3.
‘Buoys‘, el último disco de Panda Bear, era un tanto tristón. Las últimas obras de Sonic Boom eran demasiado contemplativas. Pero ‘Reset’ es risueño y bonito: transmite alegría de vivir estival. Además, suena tremendamente familiar, porque todo en él retrotrae a 2007, al año en que el talento de Animal Collective (y Panda Bear) estalló en todo su esplendor; cuando recreaban el pop technicolor de los 60, con Beach Boys a la cabeza, bañado en ácido y luz. ‘Reset’ se apunta a la recuperación que Animal Collective han hecho de su sonido más clásico en ‘Time Skiffs’. Sólo que a Lennox y Kember les ha salido aún mejor.
Y es que en ‘Reset’ todo es tan reconocible y reconfortante que apetece quedarte en él a vivir. De hecho, poca huella se nota (aparentemente) de Sonic Boom, quizás porque la voz y el sonido de Panda son demasiados característicos y desbordan todo el conjunto. Ya la primera canción, ‘Gettin’ to the Point’, tiene un riff de guitarra acústica tan sencillo y tan adictivo a la vez que se lee como un retorno a ‘Person Pitch’: es una habanera alucinada con palmas, gaviotas chillando y un intenso olor a mar. ‘Go On’ samplea a los Troggs con felicísimos resultados, y nos brinda dicha psicodélica sixties entre panderetas y falsetes.
Como un tiovivo transcurre el disco. ‘Everyday’ es otro dechado de alegría playera de estructura circular y repetitiva. Alegría que culmina en ‘Edge of the Edge’, un villancico mágico en pleno mes de agosto. Hay aquí voces de Papa Noeles haciendo “No, no”, campanillas, samples de routers, aires leves a Paul Simon… Toda una avalancha de capas y sonidos para crear una pieza mayor de puro gozo y arrebato.
‘Edge of the Edge’ deja en un estado de ánimo tan elevado, el disco hasta ese momento exuda tal sensación de ir a más, que la segunda parte, más introspectiva y calmada, casi susurrada, se puede leer como un pequeño bajón. Pero no. Hay pequeñas miniaturas, calmas y deliciosas como ‘In My Body’, una nana con voces celestiales. O ‘Whirlpool’, Talking Heads ralentizados con aires tropicales y los característicos juegos vocales marca de la casa. Como pequeñita es ‘Danger’, un simpático delirio hawaiano el tema, donde la voz es lo más relevante y las capas parecen más esquemáticas (apenas un riff de ukelele).
Los espíritus se elevan con el sample de orquesta latina que abre y salpica ‘Livin’ in the After’ mientras Lennox y Kember entonan: “Looping on the carousel, on the carousel”. Y tan carrusel. Porque ‘Reset’ puede verse como un divertimento algo conservador (sin duda, Lennox ha ido a asegurarse el tiro) y sin aristas. Pero también es una pequeña maravilla estival, con una primera mitad arrebatadora y una segunda muy agradable.