Megan Thee Stallion se ha ido consolidando hasta convertirse en una de las raperas más importantes e identificables de su generación. Por eso sorprende que ‘Traumazine’, su segundo álbum de estudio, parezca más un paso al lado que adelante. Salía casi por sorpresa, con un día de margen después de anunciarlo en redes, sin single de presentación que pusiera los dientes largos, con una portada que parece improvisada y un tracklist que transcurre sin aparente hilo conductor, a la manera de una simple colección de canciones. No es malo. Simplemente, ‘Traumazine’ debería haber sido un «big deal»… y no lo ha sido.
Para ser justos, Traumazine’ sí ha contado con varios singles apañados, el mejor de ellos ‘Plan B‘, un corte de hip-hop inspirado en la escuela de los 90 que apela a la independencia de las mujeres. ‘Sweetest Pie‘, el single con Dua Lipa, cierra el largo sin pintar mucho, no solo porque haya fracasado en listas o porque simplemente no sea una canción muy buena, sino porque, por estilo, no encaja en el álbum.
Porque lo que ofrece Traumazine’ es rap puro y duro. Al principio se hace largo, y la barrera del idioma tiene mucho que ver. Con las escuchas, sin embargo, emerge un trabajo durillo en el buen sentido, variado, centrado en las rimas y en los beats, y con un halo gélido que envuelve todas las producciones. Ninguna de ellas es especialmente interesante o innovadora, quizá, porque Megan pone énfasis en las letras. Quiere que quede claro qué tipo de persona es ahora después de los «traumas» a los que se ha enfrentado. Ya no se deja pisar por nadie, pero no renuncia a mostrarse vulnerable porque precisamente esa vulnerabilidad le hace más fuerte.
En ‘NDA’, el primer corte, anuncia que está «harta de ser humilde, porque vosotros cabrones no me respetáis». Viene a decir que, a quien le traicione, lo va a pagar. Es similar el mensaje de ‘Not Nice’, donde expresa que se ha cansado de ser amable y «cuando tengo que cortar a gente de mi vida, ya no me lo pienso dos veces». En ‘Ungrateful’ la temática de la traición continúa, mientras Megan espeta que, sin ella, sus «haters» o traidores no serían nadie. Y precisamente del odio se alimenta la rapera en ‘Her’, uno de los pocos temas del disco que se salen de la tangente hip-hopera. En este caso, Megan se sube a un beat dance que recuerda a las ballrooms recientemente visitadas por su colaboradora Beyoncé. Sin embargo, en ‘Anxiety’, Megan reconoce no ser infalible: sufre ansiedad y escribe una carta a su madre, fallecida en 2019, para expresar que solo quiere que alguien la entienda y la reconforte.
La funcionalidad de los beats de ‘Traumazine’ deriva el foco en las letras, y significa que el álbum no propone ideas especialmente reseñables en el plano musical. No todos los discos tienen que ser revolucionarios, por supuesto, pero ‘Traumazine’ ni siquiera construye un vínculo claro con el debut. No hay desarrollo ni evolución, más bien, ofrece un repaso por una serie de beats que están bien, pero que suenan demasiado familiares. Destaca el riff hipnótico de ‘Budget’ con Latto, también el piano de ‘Gift & a Curse’ o el componente Halloween de ‘Scary’ con Rico Nasty, mientras otros cortes, como ‘Red Wine’ o ‘Consistency’, aportan melodías propias del R&B, aliviando la dureza del disco.
En este disco lleno, también, de sexo, de twerking, de piernas que se abren para que las «rellenen» y de caras que se dejan abofetear por una buena polla (lo dice Megan en ‘Red Wine’), surgen nuevos cortes que están llamados a sumar buenos momentos en los conciertos de Megan. Aparte de ‘Her’ varios temas huelen a hit, como ‘Gift & a Curse’ con su contundente beat, ‘Anxiety’ con sus menciones a Britney y a Whitney, ‘Pressurelicious’ con su beat de trap siniestro y la colaboración de Future , ‘Not Nice’ con su oda absoluta a la dignidad… Solo esperamos que nadie se dé cuenta de que ‘Ms. Nasty’ usa el mismo término capacitista que ha puesto en la tribuna a Beyoncé y a Lizzo. Bueno, too late…