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‘Libélulas’: Milena Smit quiere huir del barrio aunque le corten las alas

El comienzo de ‘Libélulas’ es desconcertante: los escenarios que aparecen no se corresponden con los que esperaríamos encontrar en una historia protagonizada por dos chicas madrileñas de extrarradio. Olivia Baglivi (‘Los héroes del mal’, ‘Rosalinda’) y Milena Smit (‘No Matarás’, ‘Madres paralelas’), las dos “libélulas” del título, curiosean en una tienda con letreros en inglés y una bandera de Estados Unidos colgada en la pared, juegan con un carrito en el aparcamiento desierto de un supermercado random, remolonean en una zona de casas prefabricadas rodeadas de vegetación… ¿Estamos en España o en el hogar de los Langmore en ‘Ozark’?

Esta indeterminación, esta tensión semántica entre las localizaciones y la dramaturgia, se puede leer como una metáfora del propio discurso de la película. ‘Libélulas’ (título ya de por sí alegórico, que relaciona la fragilidad del vuelo de estos insectos con el incierto “vuelo” que quieren emprender las frágiles protagonistas) narra la historia de dos amigas veinteañeras cuya máxima aspiración es largarse cuanto antes “volando” del barrio degradado en el que (mal)viven, una zona miserable de la rica sierra madrileña rodeada de “un verde que te engaña”.

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Esos sueños de emancipación son los mismos que los del director. El debutante Luc Knowles, fogueado en el mundo de la publicidad y el videoclip (Fernandocosta, REYKO), no pretende ceñirse a los códigos genéricos del cine social español. Quiere escapar, como las protagonistas de su película, hacia otros territorios estilísticos: los de Sean Baker (la influencia de ‘The Florida Project’ es muy notable), Larry Clark, Harmony Korine, la serie ‘Euphoria’…

El resultado es una propuesta muy estimulante dentro del panorama actual del cine español. Aunque en ocasiones esos referentes no están bien digeridos del todo, proporcionando a la película un aire un poco impostado, lo cierto es que, en general, funcionan bastante bien como forma de transmitir un estado de ánimo, para capturar el zeitgeist de una parte de la juventud actual marcada por el desarraigo, la precariedad laboral y la falta de expectativas vitales.

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En ese sentido, ‘Libélulas’ es más impresionista que realista. Dibuja poéticamente una realidad, a través de una puesta en escena muy estilizada y con mucha música urbana y tecno, más que profundizar en ella. No aspira a convertirse en un afilado retrato generacional sino en un bello y melancólico relato de amistad agujereado por la dureza del entorno social.

La película fue muy bien recibida en el Zonazine del festival de Málaga, la sección indie del certamen, donde ganó el premio del público y el de interpretación femenina para la dupla protagonista.

El comienzo de ‘Libélulas’ es desconcertante: los escenarios que aparecen no se corresponden con los que esperaríamos encontrar en una historia protagonizada por dos chicas madrileñas de extrarradio. Olivia Baglivi (‘Los héroes del mal’, ‘Rosalinda’) y Milena Smit (‘No Matarás’, ‘Madres paralelas’), las dos...'Libélulas': Milena Smit quiere huir del barrio aunque le corten las alas