Cuando Caribou no está sacando disco estelar tras disco estelar, su mente pensante, Dan Snaith, dedica labor a su otro proyecto, Daphni. Producciones como ‘Sizzling‘, basada en el sample de un hit desconocido de los 80, han demostrado que Daphni puede llegar a ser más que un proyecto paralelo en el que verter ideas que no encajan en el principal.
‘Cherry’, el nuevo álbum de Daphni, confirma tal apreciación, aunque con matices. El disco, más una playlist que una obra bien cerrada como lo suelen ser las de Caribou, contiene buenos momentos, pero también otros que dejan menos huella o que se antojan directamente innecesarios, y que descompensan una secuencia que podría estar mejor pensada.
El LP arranca bien con el house emotivo de ‘Arrow’ y, sobre todo, con las campanitas dislocadas del corte titular, el más peculiar de todos. De aquí podría haber surgido la dirección artística del disco, pero Daphni prefiere irse por otros derroteros y, si en ‘Always There’ entrega una elaborada producción con influencias latinas, en ‘Takes Two’ se sumerge en un disco-house efectivo pero poco personal.
Es a continuación cuando ‘Cherry’ empieza a hacer aguas. Los arpeggios cósmicos de ‘Crimson’ no llevan a ninguna composición sólida, ‘Arp Blocks’ es directamente un experimento al sinte que no se sabe muy bien cómo ha terminado dentro del disco, ‘Falling’ promete un hit pero se queda en interludio, y los disparos sci-fi de ‘Karlpus’ tampoco desembocan en una composición interesante.
Esto no significa que no haya otros momentos a destacar en ‘Cherry’. Aún no hemos hablado del mejor single del disco, ‘Cloudy’, que, con su loop de piano, se presta a repetidas escuchas. Y, si las percusiones de ‘Mania’ y, sobre todo, los destellos de ‘Clavicle’, prometen ese álbum luminoso que ‘Cherry’ canción parecía avanzar, pero que realmente no es, la obra se cierra por todo lo alto con el piano house de ‘Fly Away’.