Adiós a Carlos Reyes, fundador de Club Fonograma

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Adiós a Carlos Reyes, fundador de Club Fonograma

Estoy seguro de que algún lector joven no sabrá que hubo un tiempo en el que las recomendaciones de algunos medios podían cambiar, para bien o para mal, la carrera de un grupo. En España el ejemplo que se nos viene a la cabeza es la antigua RockdeLux, cuyo beneplácito, el aparecer en sus listas, era un empujón inmenso. Pero no sólo desde los medios establecidos.

Hubo fanzines tan importantes para los músicos que los grupos de los que hablaban terminaron haciéndoles una canción, como pasó con Chickfactor, de los que Belle & Sebastian escribieron un precioso tema. Y luego llegaron los blogs, la evolución del fanzine. Jenesaispop era un blog. Pitchfork era un blog. Hubo un momento en que todo el mundo quería salir en JNSP aunque era un blog. Hubo un momento en que salir en Pitchfork podía hacerte famoso de la noche a la mañana aunque era un blog. Y Club Fonograma era un blog.

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El 27 de diciembre, la cuenta de Twitter de Club Fonograma volvía a publicar algo más de 3 años después de su anterior posteo. Esta vez no era nada relacionado con la música, sino informando de la muerte de Carlos Reyes, fundador y auténtico alma del sitio. Según se explicaba, Carlos, nacido en 1987, había muerto en 2021.

Que fue una sorpresa para prácticamente todos, incluida gente cercana (amigos o el staff de CF) lo demuestra el hecho de que se convirtió en noticia en ese mismo instante y no cuando ocurrió. Gigantes de la comunicación como el Billboard estadounidense se hicieron eco. Pero eso era irrelevante, porque en ese mismo instante todos volvimos a recordar lo importante que CF fue (y, en cierta forma sigue siendo) en nuestras vidas.

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Carlos Reyes fundó CF en 2008 desde Phoenix, como hijo de emigrantes mexicanos en los Estados Unidos. De niño llegó con su familia a Paradise Valley, aunque había nacido en Santiago Papasquiaro en el estado de Durango. Sin saber inglés, los primeros tiempos en Arizona fueron, en sus propias palabras, traumáticos. Su madre encontró un Mac de segunda mano en una de esas ventas de garaje y él comenzó a escribir, de adolescente, textos en Word, pequeñas reseñas o recomendaciones que nadie leía porque aún no tenía conexión a Internet. Cuando al fin un modem llegó a su casa y descubrió que había un mundo entero en el que no solo leer sino también escribir sobre sus pasiones, decidió abrir un blog de su gran amor: el cine. En ese primer blog, Cine Azteca, ya se veía su gusto por las listas, por casi una obsesiva necesidad de dar un orden a sus gustos.

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Al principio convivió con relativa facilidad con CF nacido algo después. Este nuevo blog, estaría escrito (casi en su totalidad) en inglés porque, según él, eso le ayudaría a mejorar el idioma. La idea era cubrir la música que salía de Iberoamérica y, aunque CF siempre se ha asociado con el indie, el blog no tenía ningún tipo de prejuicio para mezclar el pop, la norteña, la electrónica experimental o el reggaetón antes de que estuviera bien visto en medios “serios”. De hecho la primera entrada de CF es sobre Residente o Visitante de Calle 13 para proclamarlo el mejor disco de 2007 y llamar a sus autores «genios».

En muy breve tiempo todo se aceleró, y ese pequeño empeño personal de la noche a la mañana era la referencia de la música alternativa iberoamericana. Ahora casi tenemos que apartar la música que nos sepulta cada viernes pero en 2008 lo complicado era encontrarla. Se nos olvida que Spotify no estuvo disponible hasta 2011 en Estados Unidos y hasta finales de 2013 en la mayoría de Latinoamérica. Y que, al principio, subir la música era engorroso y que a muchas bandas y sellos ni siquiera les interesaba hacerlo. Había que buscar en Myspace, recomendaciones de amigos, listas de correo y, sí, blogs.

Fueron los años dorados de la blogosfera musical en español, en la que pequeños sitios alojados en blogspots gratuitos podían llegar a tener una influencia en medios masivos porque la hiperespecialización y la necesidad de “descubrir” algo era lo que te posicionaba. A Carlos no parecía importarle que otros hicieran pasar por propios sus hallazgos. Porque siempre encontraba nuevas músicas para mostrar, con las que entusiasmarse. Porque la palabra entusiasmo fue clave. Lo transmitía en su escritura, rápida y apasionada, y lo transmitían el resto de colaboradores que entendieron perfectamente el espíritu de CF, al que llamaron, de forma reduccionista el “Pitchfork Latino”. Nombres como Andrew Casillas, Enrique Coyotzi, Pierre Lestruhaut, Stefanie Fernández, Marty Preciado o Checky que, de ser reseñado con sus proyectos Jóvenes y Sexys o Algodón Egipcio, también saltaba al otro lado para escribir. De un intento espontáneo para hablar de la música que Carlos compartía, pasaron a publicar en 2010 nada menos que 473 entradas. Ninguna de ella corta-y-pega enviada por un agente de prensa.

En CF nos dijeron antes que nadie que un día serían estrellas Rita Indiana, Javiera Mena, Empress Of o Lido Pimienta, nos convencieron de que más allá de la radiofórmula, Julieta Venegas o Natalia Lafourcade eran algunas de las artistas más interesantes de la música en español o hicieron escuchar a toda la Latinoamérica que pretendía estar a la última el ‘Chorando Apréndese’ de Emilio José, probablemente tratado con más cariño y admiración desde CF que en España. Porque aunque siempre se incide en la importancia para la escena alternativa Latinoamericana de CF, trató con amplitud la española.

De sus ocho discos del año en su vida regular, tres fueron españoles. Además de Emilio José, también B Flecha con ‘Beta’ y El Guincho con ‘Alegranza’. El debut de Triángulo de Amor Bizarro estuvo entre los 10 mejores de la década o ‘Nacional 42’ de Los Claveles fue la mejor canción de 2011. Y, claro, en España nos descubrían a Bam Bam, Balun, María y José (o sea, Tony Gallardo), Dënver, Arcangel, Los Blenders, En Ventura, Piyama Party, Ulises Hadjis, Capullo, Helado Negro, Hello Seahorse!, o preencarnaciones de la que luego sería conocida como Arca, entonces llamada Nuuro.

¿Y cómo llegábamos a saber de esa música de la que hablaban si muchas veces ni siquiera estaba en línea? Una parte de CF era leer. La otra escuchar. Por eso comenzaron una serie de recopilatorios llamados Fonogramáticos. Al principio, de cosas editadas. Luego fueron apareciendo inéditos y adelantos. El más recordado sería el ‘Volumen 10‘, en el que bandas de toda Iberoamérica favoritas del sitio regalaron un cover de otras favoritas. Allí estaban Dënver versionando a La Bien Querida, Ceci Bastida y Julieta Venegas a Rita Indiana, Emilio José a Capullo, Astro a Los Espíritus, Carla Morrison a Intocable o TAB el ‘Lento’ de Julieta Venegas (mezclado con la Velvet), que luego editarían en un precioso 10”.

CF, Carlos Reyes, significó tanto para tantos que sólo hay que mirar la abrumadora cantidad de músicos importantísimos que respondieron el tuit sobre su muerte. O leer los que citan ese tuit, porque muchos necesitaron añadir unas palabras sobre el impacto de Carlos en nuestras vidas. O poner en el buscador de tuiter las palabras “Club Fonograma”. Fue un visionario que supo vertebrar lo que otros medios antes y después probaron pero nunca resultó de manera tan perfecta. Panamerika, Zona de Obras, Remezcla, Rock en las Américas, Me hace Ruido, Alt.Latino de NPR o El Sonido de KEXP intentaron o siguen intentando explicar que hay una diversidad de sonidos en Iberoamérica que nos perdemos si sólo nos fijamos en lo anglosajón y en lo local. Y que ese enjambre de músicas están entrelazadas de alguna manera. Y, aunque todos esos medios lo hacen muy bien, nadie como ese adolescente que con un viejo ordenador que le compró su madre tuvo una intuición de que podría crear el lugar común al que llegaran todos.

Todo el archivo de Club Fonograma se puede leer en https://www.oldfonograma.com/

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