¿Cómo explicar a un extraterrestre que acaba de llegar a nuestro planeta por qué Chico y Chica molan tanto? ¿Y a un tiktoker? ¿Con una «sped-up version» de ‘Lyberty’? ¿O con un capítulo de su radionovela ‘4 en Alicante’ reproducido a doble velocidad? El dúo formado por Alicia San Juan y José Luis Rebollo publica su primer disco de estudio en 7 años, que en realidad son 11 si nos retrotraemos a su último álbum de pop (más o menos), ‘Los estudiosos‘. ‘Notario’ (2016) fue una rara avis en una discografía ya de por sí totalmente sui generis, centrada en el relato y con alguna autoversión. El nuevo ‘Senadora’, sin suponer en absoluto un retorno al electro que les dio a conocer en 2001, sí retoma cierto gusto por las estructuras pop.
Chico y Chica formaron parte de la escena electroclash de los primeros 2000, de lo que podemos llamar post-Movida. Aún entre las influencias de este nuevo disco están los desaparecidos Carlos Berlanga y Bernardo Bonezzi, y de hecho hay una versión de un tema perdido de 1985 llamado ‘Steak Tartar’ de Los Garrido. Eso sí, siempre conformaron prácticamente un género en sí mismos dado su gusto por el «spoken word», la parodia social y el humor inteligente, por evitar tanto los lugares comunes de la canción pop (el amor, etcétera), como la irreverencia gratuita a que recurrían grupos de su entorno. Es una pena que Rigoberta Bandini no los reconozca como influencia, porque hay mucho en común, sobre todo en cuanto a locución.
‘Senadora’ es un interesante avance en cuanto a producción. A su bola por completo, se regodea en un minimalismo de ligeros toques synth-pop (‘Santa Teresa de Jesús’), house (‘Doble cuerpo’), latinos (‘La actriz más mala que hay’) o de banda sonora (‘Orden mundial’), que en Austrohúngaro definen como «pulido y de trazo fino». Lo seguro es que «no hay igual», que diría Nelly Furtado. Hablando de la cual, permanecen los nombres imposibles y el vocabulario en desuso como marca de la casa.
Las letras de ‘Senadora’, como fue siempre habitual en el dúo, tratan temas como la falsedad, la hipocresía y la competitividad entre hermanas y amigas. Sólo Chico y Chica titularían el single principal de un disco ‘Mosquita muerta‘, considerarían un gran estribillo «no quiero oler a nada, no quiero oler a nada», y cerrarían una canción con una outro como esta: «¡Ay, mosquita de la fruta! ¿Dónde habrás puesto esas patas? ¡No te hagas la efímera! En el medio de la fiesta hay una fresca que lleva tu cara puesta».
«Quiero darme de baja de ti» es el gran gancho de ‘Las zarzas’, otro dardo envenenado: «No tienes vergüenza alguna, educación ninguna, catadura cero. Y aunque estés loca, tienes que saberlo». Cual novela de Santiago Lorenzo
o Luis Landero, ‘Santa Teresa de Jesús’ es un retrato de la arrogancia y el autoengaño. Si el disco empieza hablando de ‘Dráculas’, Nouvelle Vague y Cinema Noir, ‘Una que se va’ contiene una cita a Alice Munro muy particular: «seguro que te lo dice Alice Munro y te parece bien, con lo que eres tú».Inmersos en ese retrato de nuestra sociedad más que en cualquier otra cosa, Chico y Chica han dejado los arreglos más majestuosos del disco para ‘Que opinen las modelos’, en la que dan voz a esta profesión, nadie sabe cuán en broma, cuán en serio:» Que arranque Miss Venezuela, que lea una nota escueta / Queremos saber qué piensan, qué les ronda en la cabeza». En una secuencia inclasificable e incalificable, sí despunta ‘Sí señorita’, un tema que empieza como un funk de Bruno Mars, después se convierte en ‘Rufino’ y finalmente recuerda al modo en que ChyCha exprimieron su química como dúo a las voces en ‘La millonaria’. Sí, ellos hicieron una antes que Rosalía, del mismo modo en que cambiaron nuestro lenguaje antes que ella misma.
Por algo vuelve a cerrar un disco de Chico y Chica un capítulo de ‘4 en Alicante’, su célebre parodia locutada de la industria musical, que incluso recopilaron en un álbum por su carácter de culto entre sus fans. Algunos nos aprendíamos los episodios de 7, 10, 30 minutos de memoria, palabra por palabra, como si fuera el Credo. Este episodio XX, en un ejercicio meta muy propio del grupo, se burla de las nuevas formas de la industria, mixtapes y playlists, viejos contra jóvenes, y gente que «graba tonterías con los móviles» y las sube a Spotify.
Dura 30 minutos, cuando nadie los tiene en estos tiempos de prisas y virales de 15 segundos, pero deja muchísimas perlas y momentos hilarantes, como la aparición de las icónicas Espíritas. Entre «A mí estas mentiras me gusta preparármelas con un poco más de tiempo», «no han dejado ni un cartabón» y «a ti te sacan de la licra y estás perdida» y la tronchante diatriba sobre escobillas del váter y Coca-Cola, sobre gatos y mahonesa, el episodio presenta el tema ‘Senadora’ que titula el álbum, entonado por Benita Cordero, la jequesa de la copla. Es la guinda de un disco cuya portada remite también a la forma de teatro romano y a la idea de Senado. ¿Se ha entendido algo? No sabéis, queridos extraterrestres, lo que os habéis estado perdiendo.