Música

Kelela / Raven

Una de las mejores cosas que ha dejado la actuación en el intermedio de la Super Bowl de Rihanna es la recuperación de una vieja entrevista de Kelela en la que la autora de ‘LMK’, emocionada y sin poder contener las lágrimas, explica la importancia que Rihanna ha ejercido en su vida. Kelela da las gracias a la barbadense por servir de referente para la gente negra, por representar una imagen de confianza y poder que «de manera muy directa, salva vidas». Y concluye: «Es muy importante saber que también puedes hacerlo».

Hace rato que Kelela también es un referente para muchas personas, entre ellas Solange, que ha colaborado con ella, y para la modernidad en general: su mixtape, ‘CUT 4 ME‘, sigue sonando avanzado a su tiempo, mientras el debut oficial de la artista, ‘Take Me Apart‘, apostaba por un futurismo elegante y refinado. Mizanekristos, además, ha sido una pionera en recuperar el concepto de disco de remixes, que para ella conforman un espacio de inclusión y celebración, en el que dar voz a artistas negros y queer marginados por el mainstream. Su obra contiene, por tanto, una faceta política que leer entre líneas, mientras sus canciones nos hacen bailar o nos hablan de amor y sexo.

Esa resistencia al mainstream se traduce en los tiempos que trabaja Kelela. Ella da la espalda a las ritmos de la industria y saca música cuando tiene algo que decir. Cuando fichó por Fade to Mind tardó cuatro años en lanzar ‘CUT 4 ME’. Después pasaron otros cuatro hasta que llegó al mercado ‘Take Me Apart’. Cuando parecía que Kelela podía vislumbrar algo parecido al estrellato, desapareció seis largos años, y es ahora cuando ‘Raven’ ve la luz.

Desde el ensayo ‘Assembling a Black Counter Culture‘ de DeForrest Brown, Jr, hasta ‘RENAISSANCE‘ de Beyoncé, son varios las figuras culturales que, en los últimos tiempos, nos han querido recordar que el house y el tecno son géneros musicales negros en su génesis. ‘Raven’ llega con la misma intención pero, al contrario que el disco de Knowles, no se apoya en un trabajo hercúleo de arqueología sonora, ni sus créditos de composición están más llenos de gente que el Berghain un sábado por la noche. Kelela entrega una obra que es una burbuja en sí misma, un mundo envolvente e intimista, en el que incluso pistas bailables como ‘Happy Ending

‘, que remite a la Björk de ‘Post‘ en su combinación de breakbeats de rave y sintes soft, nos hablan de bailar en el club desde la propia subjetividad. ‘Contact’ es explicita en ese sentido, pues, con su elegante beat de garage house, nos traslada a una fiesta petada de gente. Kelela canta que está «flotando» y, de repente, parece no haber nada más a su alrededor que ella y la música.

Está cuidada la atmósfera de ‘Raven’, excelentemente representada en la portada del disco: el sonido es oscuro, pero no tenebroso, y los beats, a cargo de nombres como LSDXOXO, Bambii, Asmara o Khalí Carela, presentan una calidad acuática, reconfortante. Cuando las canciones visitan la pista de baile también: la transición entre el dancehall minimalista de ‘On the Run’ y ‘Missed Call’, una excelente producción que se sitúa a medio camino entre el 2step y la bossa nova, está marcada por el timbre de un teléfono que empieza a sonar pero que, después, desaparece en el éter.

Tiene sentido que Kelela pise el club a lo largo de ‘Raven’ porque el álbum nace de una necesidad por parte de la artista de convencer a sus colegas negros de que ellos también pertenecen al mundo del house. También porque, en estas canciones, busca evadirse de una relación que no funciona. En ‘On the Run’ se dirige a una persona que está «demasiado ocupada haciéndose la dura», y su incapacidad para llegar al corazón de esa persona le hace escribir una canción tan sentida como ‘Let it Go’ en la que expresa: «intento llegar ahí, pero no te abres». En esa tensión, en ese punto intermedio entre la frustración y la liberación emocional, ‘Raven’ florece, guiado por la preciosa voz de Kelela, llena de sentimiento.

Pero la gran diferencia de ‘Raven’ con el disco de Beyoncé es que el de Kelela huye de la pista de baile en muchas ocasiones. El noir jazz de ‘Let it Go’ (con letra co-escrita por Junglepussy) es de una elegancia suprema, pero no todas las pistas ambientales producen el mismo impacto. ‘Washed Away’ funciona dentro del contexto del álbum, más en la apertura que en el cierre. El tramo medio de ‘Raven’ se zambulle en aguas igualmente profundas: ‘Sorbet’ es una quiet storm preciosa que habría funcionado mejor sin la presencia de cortes tan desdibujados como ‘Fooley’, o del experimento de ‘Bruises’, un extraño deep-house que acelera y ralentiza el ritmo a su antojo, sin decidir qué hacer.

Pero ‘Raven’ recupera el ritmo poco a poco: sorprende el giro deep-house del corte titular, y ‘Enough for Love’ vuelve a la pista de baile y es espectacular, un single evidente que Kelela ha escogido para promocionar el disco en el prime time estadounidense, y que, con esos efectos de gatillos y disparos, suena exactamente a lo que imaginábamos que traería el pop del futuro.

Cuenta Kelela que el título de ‘Raven’ esconde una intención de cambiar la concepción de lo que se considera bueno o malo, porque «siempre pensamos que los pájaros blancos son los buenos, y que los negros son los malos». Huyendo del cliché del «ave fénix que renace», el «cuervo» es un ave solitaria que aún busca crear una comunidad, y que representa el modus operandi de Kelela, una artista que solo creará en sus propios términos. Así que esos seis últimos años han cundido, y ‘Raven’ vuelve a ser una lección magistral en «world building» y elegancia. ¿Cuándo salía el disco de remixes?

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: kelela