Un algodón de azúcar (rosa, por supuesto), una caipiroska con pajita (de cualquier color) en una tumbona al atardecer, una siesta en la playa que te hace pensar que estás dando un paseo por las nubes, un beso largo y húmedo con esa persona que tanto deseabas… Kali Uchis ha creado su propio paraíso, envuelta en unas atmósferas muy particulares que la han ido distanciando de aquellas primigenias comparaciones con Lana del Rey. Kaytranada, Gorillaz, SZA, Tyler the Creator, Jorja Smith… Ese es el tipo de artistas con que se ha codeado desde que la conocimos, en general gente vinculada al R&B y al hip hop más melódico.
Sus raíces latinas cuentan y sus canciones en Spanglish la dotan de personalidad. En este tercer álbum hay unos cuantos textos en castellano y además la artista prepara un disco completamente en español que será más bailable y saldrá este mismo año, pero considerar determinante su infancia en Colombia o sus raíces para hablar de su música sería reduccionista. Sus producciones tropicales se pasean por Jamaica o África indistintamente, rara vez entregándose a los beats del reggaeton: recordemos una vez más que Karly Marina Loaiza nació en Virginia.
‘Red Moon In Venus’ es el gran regreso de Kali Uchis tras el macroviral en TikTok ‘telepatía‘, tema incluido en su segundo disco «Sin miedo«, que al fin ha podido darle el éxito en solitario que merecía, sin necesidad de artistas invitados; y sucede al mutante tema dance que editaba el año pasado, ‘NO HAY LEY‘, un «grower» que por supuesto terminaba bien instalado en las listas de las Mejores Canciones de 2022. Este tercer trabajo no sigue especialmente esa línea, que consideramos reservada para el otro álbum que saldrá en 2023, sino que se regodea en un remanso de paz y aceptación, que casi nunca pierde los nervios.
El disco comienza y se presenta con un single llamado ‘I Wish You Roses‘ en el que le desea lo mejor a un ex que ya no forma parte de su vida. Las canciones se recrean en el amor como queda claro en ‘Worth the Wait’ y ‘Love Between’, en las que se nos dicen cosas como «te quiero a mi lado todo el rato» y «el amor entre dos seres humanos puede ser maravilloso». La segunda está salpicada de golpes de guitarra de corte clásico e incorpora una referencia a ‘Love Can Be So Wonderful‘, un tema de The Temprees publicado como cara B en 1972 y a la postre su mayor éxito; y si nos dijeran que hay un sample de otra banda de soul del mismo año en la primera también lo creeríamos. Sin embargo, es Omar Apollo el amigo al que ha pedido esas armonías.
Mejor aún: es el propio novio de Kali Uchis, Don Toliver, quien hace un dúo con ella en ‘Fantasy’, un tema más afrobeat que Mariah Carey, en el que los escuchamos recorrer espalda y cuello, entre besos y arrumacos. ‘Como te quiero yo’ termina entre gemidos, por si estabas falto de pistas. «Ya no quiero más problemas / Te quiero en la cama y sin más complicación» es parte de su explícita letra.
Aunque para explícito lo que nos da la segunda mitad del disco. Ya advertimos en su debut oficial ‘Isolation’ lo importante que es un interludio para Kali Uchis, y lo de ‘Not Too Late’ no es precisamente para saltárselo. «Tu mami dijo que yo me parezco a una puta / Dile que este cuerpo es arte, me parezco a una pintura (…) Me quieres comer el pussy, se nota», reta.
Kali Uchis está apelando en primer lugar a su icónica imagen con una gracia que ni Bad Gyal, y en segundo, a su legión de fans, pues solo alguien muy confiado en su ejército, podría meter algo así en un disco tan delicado. No en vano, lo mejor de su reportaje para Pitchfork es que han tenido a bien situarlo en parte en medio de un encuentro con sus fans para dejar claro a todo el mundo las pasiones locas que despierta, y de las que damos fe en esta casa.
También habla en esta entrevista de la mala relación con sus padres y ese es un problema que también ataca en este disco, en concreto en ‘Moral Conscience’: «supongo que he estado buscando el amor que nadie me demostró en mi infancia / bueno, espero que lo sientas y espero que encuentres lo que estás buscando». En esta segunda parte del álbum, se esconden algunos de los highlights. Al margen del registro vocal tan agudo en un punto concreto de este tema, es donde aparece el medio tiempo ‘Endlessly’, algo así como el reverso dulce de ‘Diamonds Are Forever’ (esos «Forever-ever, Forever-ever»); la muy Sade ‘Blue’, una cadencia que le sienta estupendamente; el segundo single ‘Moonlight’ (otro «grower» y van…); y la sorpresa final ‘Happy Now’.
Y es que tras algún paso en falso como la vengativa y llena de odio ‘Hasta cuando’ (sic), que no encaja mucho ni en este álbum cargado de lunas, feminidad y buenas intenciones, ni en una base tan amable, es un gustazo reencontrarse con esa Kali Uchis capaz de convertir una canción de género «x» en otra cosa completamente diferente. ‘Happy Now’ es una propuesta de final feliz que parece la canción más bailable de todo el álbum, pero que al final no se resiste a convertirse en una grabación con guiños al jazz de Laura Mvula, entre sonidos de olas de mar, referencias expresas al cosmos y cierta sensación post-orgásmica. Música para follar… anyone?