Craig Mazin lo ha vuelto a lograr: ‘The Last of Us’ ha creado tanta expectación o más que su anterior serie, ‘Chernobyl’ (2019). Quién iba a pensar que el director de la flojísima ‘Superhero Movie’ (2008) y guionista de todo tipo de secuelas del montón –de ‘Scary Movie’, ‘Resacón’, ‘Las crónicas de Blancanieves’- se iba a convertir en uno de los creadores más aclamados de HBO.
La adaptación del famoso videojuego de Naughty Dog (conocidos también por la saga ‘Uncharted’) ha contado con el propio creador del juego, Neil Druckmann, como showrunner, el mismo músico -el oscarizado Gustavo Santaolalla (‘Brokeback Mountain’, ‘Babel’)- y una nómina de directores envidiable y bastante sorprendente, con mucho autor europeo: Ali Abbasi (‘Holy Spider’), Jasmila Zbanic (‘Quo Vadis, Aida?’), Kantemir Balagov (‘Demasiado cerca’)…
Lo mejor de ‘The Last of Us’
1. ¿Otra historia de zombis en un mundo posapocalíptico? ¿Más tramas sobre epidemias e infectados? ¿No hemos tenido ya bastante con el coronavirus? A priori, ‘The Last of Us’ no lo tenía fácil para interesar a un público fuera de los fans del videojuego. El tema está sobadísimo (el juego tiene ya 10 años) y nuestro fatigado mundo pospandemia no invita a seguir haciendo ficción sobre estos temas. Sin embargo, la serie, gracias a una sabia mezcla de tensión dramática, vibrante acción survivor, cuidada ambientación, inesperados requiebros narrativos, personajes carismáticos, nostalgia musical (Depeche Mode, Linda Ronstadt, A-ha) y sugestivos comentarios sociales, consigue atrapar nuestra atención desde el primer minuto.
2. El casting es un enorme acierto. A diferencia del videojuego, protagonizado por los típicos personajes estereotipados de siempre –macho alfa blanco con hija rubita y teen mona diseñada para alimentar las fantasías sexuales de los gamers (todos esos que se han quejado de que Ellie sea interpretada por la “poco atractiva” Bella Ramsey)-, la serie ha optado por más diversidad, más matices y más profundidad psicológica. Tanto Ramsey como Pedro Pascal (amén de los secundarios) están fantásticos. La relación que establece la pareja a lo largo de los capítulos, narrada con gran sutileza y riqueza dramática, es uno de los grandes puntos de interés de la serie.
3. Las fugas narrativas. Una de las ventajas del formato serie es su potencialidad para la experimentación narrativa. El hecho de poder contar una historia a través de varios capítulos permite a los creadores tomar una serie de decisiones de guión -desvíos, quiebros, saltos en el relato principal- que en el cine mainstream, por su duración y conservadurismo creativo, están cada vez más ausentes. En ‘The Last of Us’ hay varias de estas ramificaciones. Una de las más destacadas, la relación entre Ellie y su amiga Riley del séptimo capítulo, ya aparecía en la expansión del videojuego ‘Left Behind’. Pero, sin duda, la más relevante ha sido la del capítulo tres, una hermosa historia de amor entre dos hombres que era casi como una película independiente dentro de la serie.
4. Su capacidad para generar debates. Enlazando con el punto anterior, la aparición en ‘The Last of Us’ de personajes homosexuales, físicamente no normativos, comunas “comunistas” o una simple copa menstrual ha generado una serie de reacciones en contra en las redes sociales muy ilustrativas del momento sociopolítico en el que vivimos. Jóvenes señoros, principalmente, lloriqueando enfadadísimos porque les han fastidiado su videojuego favorito con tanto “marica”, tanta “bollera”, tanta “fea”, tanta “gorda” (se lo han llamado a Melanie Lynskey) y tantas alusiones a la sangre menstrual (la que salpica cuando la niña apuñala cuellos a diestro y siniestro no parece importarles tanto).
Lo peor de ‘The Last of Us’
Después de los tres primeros capítulos, la serie pierde algo de fuelle. Los capítulos cuatro (descarado episodio de transición) y cinco dan la sensación de estar demasiado alargados. Lo que narran se podía perfectamente haber contado en uno solo. Además, en el capítulo seis, se recurre a un cliffhanger tan facilón como innecesario. ¿A estas alturas del audiovisual televisivo jugando con este tipo de artimañas?
De esta manera, cuando la narración flojea, sale a relucir el defecto básico de la serie: su escasa originalidad. ¿No es ‘The Last of Us’ poco más que una versión de ‘La carretera’ con zombis? Lo bueno es que estos bajones son muy pocos. Y a partir del episodio siete casi no los tiene, con un crescendo que llega hasta el estupendo final, donde la relación de los dos personajes principales termina por consolidarse transformándose en una preciosa historia de amor paternofilial. Obviamente, la segunda temporada está confirmadísima. ¡Deseando verla!