‘Mrs. America’: Cate Blanchett como anti-heroína de una ERA que no tiene fin

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‘Mrs. America’: Cate Blanchett como anti-heroína de una ERA que no tiene fin

Casi tres meses después del 8M, este sigue ocupando titulares y cabeceras en los diarios de nuestro país. La virulencia con la que el establishment ataca al feminismo desde las más diversas esferas dice algo muy claro: las mujeres lo están haciendo bien. El patriarcado ve cómo se resquebrajan su dominio y sus privilegios, cómo un mensaje de igualdad está calando en nuevas generaciones, y ataca con todo lo que tiene. Pero no hay que ser demasiado optimista, porque la Historia ya ha mostrado cómo el machismo ha logrado desmoronar el castillo de naipes justo cuando faltaba la última carta. Ese momento exacto que retrata la miniserie de FX/Hulu ‘Mrs. America’ –emitida en España por HBO– y deja un mensaje duro: «aun hoy, sigue quedando mucho por hacer».

Dahvi Waller –experimentada guionista y productora de series como ‘Mujeres desesperadas‘, ‘Mad Men‘ o ‘Halt and Catch Fire‘– y el tándem formado por Anna Bodden & Ryan Fleck –’Half Nelson, ‘Capitana Marvel’– en el guión y dirección, respectivamente, son los principales responsables de plasmar esta historia. Historia que detalla, con un diseño de producción espectacular y suma precisión (a veces tanta que abruma, con diálogos que parecen dar por hecho que aquí conocemos tan bien como en Estados Unidos determinados hechos históricos), la vida de la Enmienda por la Igualdad de Derechos que distintos movimientos feministas trataron de hacer llegar a la constitución estadounidense en los años 70 y que, sorpresa, a día de hoy todavía no ha llegado a hacerlo. Y eso que tenían a la mayor parte de la sociedad y la clase política (los presidentes Johnson, Nixon y Carter, de distintos signos políticos, apostaban por acercarse a estos movimientos sociales e incluyeron comisiones de asuntos de la mujer en sus gabinetes) de su parte… o eso parecía.

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Un solo aparentemente común y dócil ama de casa de Illinois, Phyllis Schlafly, esposa de un reputado abogado de St. Louis con aspiraciones políticas en el Partido Republicano y madre de seis hijos, se convirtió en el mayor azote del feminismo, un icono para los conservadores que consiguió aglutinar a la América más reaccionaria. Ella es, en realidad, la «heroína» de la historia que nos cuenta ‘Mrs. America’, interpretada magistralmente por una verdaderamente espectacular Cate Blanchett –que se prepare el resto de candidatas a los Globos de Oro y Emmy: todo apunta a que se los llevará de calle–. Pero los nueve intensos episodios de esta miniserie son mucho más que una mera biografía de Schlafly, de sus rivales –figuras históricas del feminismo como Bella Abzug, Gloria Steinem, Shirley Chisholm, Betty Friedan o Jill Ruckelshaus, interpretadas por un reparto brutal, con Rose Byrne, Elizabeth Banks, Margo Martindale y Tracey Ullman a la cabeza– o del camino que vivió la llamada ERA. ‘Mrs. America’ son, en realidad, historias de mujeres.

Historias entrelazadas con enorme habilidad narrativa que, por descontado, retratan a la perfección una época convulsa y llena de cambios, previa a otra –la de las administraciones Reagan y Bush padre– de tanta estabilidad (no siempre para bien) como rigidez moral. Pero que sobre todo hablan de vidas de mujeres, de feminismo desde un punto de vista humano y emocional, por encima de connotaciones políticas e históricas. De hecho, en el soberbio penúltimo capítulo ‘Houston’, pese a estar ambientado en una crucial convención feminista, el peso argumental y escénico está en la evolución personal y emocional de un personaje ficticio pero fundamental, Alice Macray (una Sarah Paulson estratosférica). Un perfecto preámbulo a un capítulo final también fabuloso.

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Pero si hay algo importante en ‘Mrs. America’ son las lecciones que da, a diestra y siniestra, a hombres y mujeres. Para empezar, retrocediendo y plasmando las luchas cainitas dentro del feminismo, deja constancia de cuán importante es la transversalidad y la búsqueda de puntos comunes por encima de las diferencias a la hora de conseguir una victoria global (algo que su contrincante moral supo hacer muy bien, y sin escrúpulos). Para seguir, con el singular retrato que los creadores de la serie y Blanchett hacen de Schlafly, que a veces las apariencias engañan y que detrás de una figura tan conservadora y retrógrada como ella, no había otra cosa que una mujer que luchó por sus objetivos se opusiera quien se opusiera, incluidos los hombres. Por contradictorio que suene, Phillys queda retratada como una mujer tan feminista como las demás (normal que a su prole no le haya gustado un pelo esa imagen, por otra parte). Y, por último una lección que tristemente sigue vigente, más que nunca: parafraseando y retorciendo a Hobbes, el hombre es un lobo para la mujer. 9.

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