A 100 gecs hay que quererlos. No por haber conseguido un viral como ‘money machine’ en 2019, porque virales hay muchos. No por regalarnos rimas en la línea de «me como burritos con Danny DeVito», porque para eso ya tenemos a Leticia Sabater. No por introducir en su música un componente metal casi cómico, porque para eso ya tuvimos a Sleigh Bells o a Poppy. No por descubrirnos el buen disco de pop de 26 minutos en un mundo en el que los artistas buscan más bien las 26 pistas para liderar las tablas de streaming, porque para eso ya teníamos el primero de La Casa Azul.
Lo del dúo estadounidense formado por Dylan Brady y Laura Les funciona por lo que tiene de acumulativo. Puede parecer que algunas de las cosas que hacen son fáciles, pero no lo serán cuando este segundo álbum llamado ‘10,000 gecs’ sucede al éxito de su debut sin perder nada de gracia por el camino. Ya ni siquiera parecen una banda de hyperpop ni especialmente generacional. Su música conecta con personas de diferentes edades y estilos a varios niveles.
En un momento hilarante del vídeo de ‘Dumbest Girl Alive’ que acaba de salir, él se encuentra tocando unas líneas de guitarra acústica preciosísimas, cuando ella irrumpe en la escena, revienta dicha guitarra y la canción estalla. El metal y el rock de los 2000 son uno de los pilares sobre los que se asienta 10,000 gecs, consintiendo la particularidad de que Cypress Hill -y no cualquier otro grupo, sino ellos que aunaban rock y rap- aparezcan sampleados en ‘The Most Wanted Person in the United States’. ‘Insane in the Membrane‘ es el tema referenciado, aunque casi más relevante es que el otro sample de la grabación provenga de ‘Scary Movie’ (la parte de «se supone que tengo que correr, ¿verdad? Pues vale, corro»). Mientras el resto del mundo se traga ‘Scream VI’ con patatas, ellos apuntan a su parodia, mucho mejor.
Así es el mundo de 100 gecs en un disco plagado de referencias a la marihuana y a la propia idiotez derivada de su consumo, en el que la primera canción ya es una declaración de intenciones. «Si crees que soy estúpida, aguarda a verme colocada» es la primera frase del álbum en un tema que no puede estar más cargado de ironía, sobre todo cuando hace esa propuesta de colocar «emojis en su tumba». «Nunca iré al cielo / llevo fumando desde los 11», reconoce a continuación ‘757’.
100 gecs han dado el último lugar al single ‘mememe’, el tema que conocimos hace demasiado tiempo, un año y medio ya. Pero continúa siendo una pieza excelente para introducirnos en el disco desde su guiño ska, ritmo que aparece también en ‘Frog on the Floor’ y de manera inesperada en ‘I Got my Tooth Removed’, ambas con un aire años 50, una por su punto rock’n roll, la otra por su punto balada. Pero nada es lo que parece en un álbum que pulula cómodamente por el hip hop primigenio («The Most Wanted Person…»), las metralletas como beat (la anti-capitalista ‘One Million Dollars’) o la música underground de principios de siglo. Pese a que son los cambios de registro lo que hacen de 100 gecs un producto tan divertido, ‘Hollywood Baby’ podría haber sido una canción de of Montreal, y ‘Doritos & Fritos’ una de Chicks on Speed o Le Tigre. Scissor Sisters podrían versionarla, si volvieran.
A veces es difícil saber cuán en serio y cuán en broma van 100 gecs. ‘mememe’ tiene una pista que despista al respecto cuando dice eso de «¿Te sueno a broma cuando te estoy hablando? Lo retiro rápidamente y asiento en plan «es cierto»». «Nunca sabrás de verdad quién soy» es el leit motiv de este hit, pero después de todo, nadie va a pasar por alto su voluntad queer (Laura Les es trans y parece haber usado moduladores vocales para huir de su disforia de género), ni la vinculación entre el hyperpop y su crítica al modelo capitalista. Lo que sí tenemos claro es la solvencia de unos estribillos que hacen que el tracklist no se resienta nada en absoluto de presentar su mejor baza al final del todo.