Black Country, New Road superan con nota sus problemas técnicos en Primavera en la Ciudad

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Black Country, New Road superan con nota sus problemas técnicos en Primavera en la Ciudad

Entre toda la oferta musical que ofrece la capital madrileña esta semana con motivo de su primer Primavera Sound, la sala La Paqui (previamente Sala But) prometía una gran velada rockera con cuatro nombres jugosos, aunque la mayoría de los asistentes estaban allí por dos: Black Country, New Road y Black Midi.

A las 8 de la tarde inauguraban la jornada la banda londinense Goat Girl. Su interesante mezcla de noise-rock y psicodelia sonó en todo momento envolvente y oscura. Su bajista, Holly Hole, entre canción y canción, intentaba animar un poco al público, saludando en español o preguntando qué era lo que más nos apetecía ver del festival, pero la respuesta de la gente fue bastante tímida. Algo injusto teniendo en cuenta lo bien que defendieron sus canciones, tanto las de aquel primer álbum homónimo, como las de su más reciente trabajo, ‘On All Fours’. Comenzaron con la post-punk ‘The Man’ y culminaron con su mayor éxito hasta la fecha, ‘Sad Cowboy’. Entre medias, hubo espacio para convencernos del valor de temas como ‘Badibada’ o ’Viper Fish’. Algunas canciones las cantaba la guitarrista y vocalista principal, otras, distintos miembros de la banda, incluida la batería. En apenas 40 minutos, Goat Girl supieron crear una atmósfera siniestra, peligrosa y seductora.

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Un poco más tarde de las 9 salieron Los Bitchos, que instantáneamente rompieron el hechizo sombrío de Goat Girl con una energía positiva contagiosa. La guitarrista Serra Petale irrumpió en el escenario gritando alocadamente algo parecido a “Buenas noches, Madrid” y sin mucha más dilación, comenzó a tocar su instrumento. El resto de los miembros de la banda hicieron lo propio. Todos sonreían, se miraban entre ellos y se reían con fuerza. El ambiente en el escenario derrochaba buen rollo, y ese buen rollo se transmitía con efectividad a todos los que estábamos viéndolos. El público se lo pasaba en grande porque ellos se lo pasaban en grande. El grupo presentaba en Madrid su primer disco, ‘Let the Festivities Begin!’, producido por Alex Kapranos, con sonido psicodélico setentero formado por guitarras eléctricas, bajo, batería, teclados, bongos y hasta cencerros. Entre canciones de su álbum tan divertidas como ‘The Link Is About to Die’, metieron una versión de ‘Trapdoor’ de King Gizzard and the Lizard Wizard (grupo con el que guardan muchas similitudes) y cerraron con ‘Tequila’ de The Champs. Todo ello lo convierten en una fiesta absoluta en la que perderse y sentir el lado más lúdico de la música.

Lo de Black Country, New Road tiene mucho mérito. Tras el abandono de su vocalista Isaac Wood unos días antes de lanzar su segundo y extraordinario álbum ‘Ants From Up There’, la banda sabía que no le quedaba otra que buscar otros caminos, renovarse y arriesgarse. El dramatismo de las sentidas interpretaciones de Wood es irremplazable, por ello había que intentar cosas nuevas, pero sin perderse a sí mismos por el camino. El show de Black Country, New Road está formado íntegramente por las canciones de su más reciente disco en directo ‘Live at Bush Hall’. No hay ni rastro de ninguno de sus otros trabajos, y lo más sorprendente de todo es que no se echa de menos.

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La banda tardó algo más de lo esperado en actuar debido a varios problemas técnicos que no lograban solucionar. Cuando finalmente se escucharon las primeras notas de saxofón de ‘Up Song’, el público enloqueció. Lo que sucede en el estribillo es especialmente bonito: una sala con cientos de personas celebrando a una banda que ha pasado por un momento difícil justo cuando estaba despegando y coreando al unísono “Look at what we did together”. Aquí estamos, hemos llegado hasta aquí y ¡de qué manera!

El concierto prosigue con ‘The Boy’, no sin problemas de sonido, muchas veces imperceptibles, pero la banda no parece plenamente satisfecha con los ajustes de volumen de los diferentes instrumentos. Este descontento -llevado con admirable sosiego- se alarga durante todo el set, pero en determinado momento los británicos dejan de preocuparse por ello y se permiten disfrutar de un público entregadísimo ofreciendo un espectáculo post-rock como solo ellos son capaces de hacer. Acordeón, violín, saxofón, flauta travesera, batería, voces embriagadoras… no les falta de nada, y el resultado es simplemente mágico.

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Las dificultades técnicas se arrastran al siguiente concierto, el más esperado de la noche para la gran mayoría de los asistentes. La expectación era máxima pero la impaciencia iba haciendo estragos entre un público cansado con tres conciertos a sus espaldas. Llegaba la hora de Black Midi y no salían, los técnicos seguían en el escenario, probando infinitas veces que todo sonase bien, pero el resultado esperado no llegaba. Más de 20 minutos tarde comienza por fin el inclasificable grupo británico, con una energía atronadora. El momento que todo el mundo esperaba había llegado al fin. Comenzaron convincentes con ‘Speedway’ y ‘953’ de su aclamado ‘Schlagenheim‘ antes de pasar a canciones de su trabajo más reciente ‘Hellfire’. Desgraciadamente, por culpa del retraso, tuve que abandonar la sala antes de que acabara, pero los pogos, los gritos enloquecidos de los fans y la deslumbrante fuerza que exhibió la banda me dejan con un ferviente deseo: que vuelvan pronto, por favor.

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