El «hechizo» de Siouxsie sobrevive en Noches del Botánico

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El «hechizo» de Siouxsie sobrevive en Noches del Botánico

Uno de los placeres de ver en concierto a una leyenda viva como Siouxsie es ir vislumbrando a lo largo del show las decenas de artistas a que ha influido. Las guitarras de Suede, la actitud de St Vincent, la esencia de Depresión Sonora (hubo quien portaba camisetas suyas, como si este hubiera recogido el testigo generacional), todo de Sky Ferreira y el mismísimo The Weeknd por razones evidentes… vinieron a la mente de una forma o de otra durante los 85 minutos de set de la que fuera la líder de los Banshees y The Creatures.

Siouxsie, determinante en el sonido que todos asociamos al post-punk de finales de los 70, apareció sobre el escenario de Noches del Botánico instantes después de las 22.30 y tras un concierto de Warpaint como teloneras. Estas tuvieron que afrontar al público siniestro, muchos portando camisetas y ropa totalmente negras, emblemas de Siouxsie o incluso pelucones, completamente de día. Pero en el fondo pegaban. Ayer Rafa Cervera entreveía la influencia de la artista principal en generaciones de chicas tan dispares como Goldfrapp, Austra o Zola Jesus. Ahí cabían también las melodías afiladas y ariscas de Warpaint.

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El concierto de Sioux, por el contrario, no fue para nada tan oscuro. Con un vestido plateado elogió la belleza «del sol rojo» que nos había dejado el día y no se pudo creer que de repente empezase a correr el frío por la explanada de la Ciudad Universitaria. Ni comenzando con dos piezas de ‘Juju’ como ‘Night Shift’ y ‘Arabian Knights’ el sonido de su banda quiso apegarse tantísimo a la telaraña guitarrera de finales de los años 70 y principios de los 80. El sonido de piezas como ‘Face to Face’ -para la banda sonora de ‘Batman’- o la versión de los Beatles remitió en este recinto de Madrid a un rock más bien genérico, que como buen contrapunto, podría haber sido creado en nuestros tiempos.

Las proyecciones son indistintamente funcionales, claustrofóbicas, surrealistas o románticas, sin hilo conductor, acorde a una carrera más variada y dispar de lo que el público tiende a recordar. En el tema de ‘Batman’, unos ojos felinos se proyectan. En ‘Land’s End’, el oleaje del mar pasa de transmitir paz a ansiedad. Una gran espiral respalda en ‘Christine’ a Sioux, que no, nunca tomó el protagonismo de las pantallas. Tanto la pista -llena- como el graderío -casi- tuvieron que conformarse con su peculiar coreografía de manos, a lo lejos.

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Tras el momento tribal de ‘But Not Them’ de The Creatures, la segunda parte del concierto reserva las mejores canciones de Siouxsie. Es verdad que el «I heard a rumor» de ‘Arabian Knights’, por ejemplo, es digno de dar la campanada cualquier día en TikTok, pero fue a partir de que la artista se colgara la guitarra en ‘Sin In My Heart’ que la cosa remontó de verdad. No porque fuera mejor guitarrista que sus compañeros, sino porque de repente pareció que esa sola imagen icónica hubiera inyectado una B12 en el culo a toda su banda. La sección rítmica se aceleró con esta canción, para ya no apearse más con hits del calibre de ‘Christine’, la imprescindible ‘Happy House’ y como parte de un primer bis, ‘Hong Kong Garden’.

Un segundo bis se compuso de la trotona ‘Spellbound’ -aunque no de ‘Israel’, que a veces suena a esas alturas de la noche, y a veces no-. Han pasado 40 años de su edición, 15 desde que la artista visitaba Madrid en aquella cosa llamada Saturday Night Fiber (este verano estará en Cala Mijas), 10 de su última gira, y al menos parte del «hechizo» sigue ahí.

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