Allen Ginsberg, Burroughs o hasta T.S. Eliot se encuentran entre los poetas o escritores que han aparecido como invitados en álbumes de música pop o rock. Ocean Vuong se suma a ellos recitando un poema en el nuevo disco de Gus Dapperton, un texto que, por cierto, haría las mieles de Lorde.
Ese poema aparece en ‘Sunrise’ y nos habla de un reencuentro con la niñez, de la nostalgia del ayer y de “alas quemadas”, y cierra el círculo abierto por el primer corte, ‘Sunset’, en el que Dapperton precisamente “vuela” hacia la captura de una inspiración que creía perdida. Durante la pandemia, cuenta, Brendan Patrick Rice se convenció de que su música no era importante. Estaba equivocado: las canciones de ‘Orca’, su último disco, fueron salvación para mucha gente que le escribió comunicándole esto mismo.
Hoy, Dapperton dice que ‘Sunset’ es la mejor canción que ha escrito. Es difícil no darle la razón, pues la canción contiene sus mejores virtudes, en 5 minutos de esplendoroso pop-funk guitarrero que nada tiene que envidiar a veteranos del género como Portugal .The Man o Broken Bells. Escuchándola no puedes dar crédito a que Gus diga que no sabe cantar ni escribir ni tocar y que se considera más “director creativo” que músico. Y menos entiendes una declaración así cuando escuchas el resto del disco.
Cuenta Ian Fitchuk, productor de ‘Golden Hour’ de Kacey Musgraves, y también de este ‘Henge’ que nos ocupa, que Dapperton es de esos raros artistas que se preocupan por crear un álbum con una historia y concepto claros. No diría que eso es tan raro, pero sí es gracioso el relato que cuenta según el cual Dapperton “básicamente llegó al estudio con una presentación de PowerPoint explicando el concepto del disco”. A ‘Henge’ efectivamente se le percibe una dirección sonora muy clara, pero quizá lo mejor es que sus agradables y pegadizas melodías hacen que su música parezca fácil. Y el mejor pop es así.
Porque al final nada de esto es tan profundo, pues ‘Henge’ no deja de ser un disco de pop y, como tal, cumple su cometido con creces. Inspirado en el conocido fenómeno del Solsticio de Manhattan, ‘Henge’ es un trabajo de luces y sombras, como los anteriores. ‘Phases’ habla de una relación fallida, pero sonoramente lleva a la mente a un Morrissey que se ha puesto funky. ‘The Stranger’ podría ser de un Tame Impala ligerito. ‘Horizons’ es una delicia 70s aderezada con los teclados de ‘Blindight Lights’, otra vez. Ese fondo funky almibarado atraviesa toda la secuencia del disco, dejando canciones tan dignas como ‘Homebody’, y otras menos acertadas como ‘Spent on You’, olvidable.
En medio de ‘Henge’ se erige un compositor mucho más solvente de lo que él mismo cree. Algo demostrable en ‘Don’t Let Me Down’, una nueva colaboración con BENEE que nada tiene que envidiar a su multimillonario hit conjunto, ‘Supalonely’. Si Gus no retrata con dulce melancolía la incertidumbre de la vida en ‘Wet Cement’, si no es capaz de crear una delicia de pop 80s tan apañada como ‘Midnight Train’, entonces nada de lo que digo tiene sentido. Pero ‘Henge’ queda como otra aportación realmente valiosa de Dapperton al mundo del pop, siempre falto de voces honestas como la suya, ajenas a las modas y fijadas siempre en su propio camino.