Con ‘SOUR’, el primer álbum de Olivia Rodrigo, asistimos al nacimiento de una nueva estrella del pop: ganó 3 Grammys, hizo unos números espectaculares, terminó de asentar el revival pop punk que venía intuyéndose desde hacía unos años con himnos como ‘good 4 u’, consiguió acercar sus preocupaciones adolescentes a generaciones muy dispares y, lo más importante, mostraba a una artista con estilo propio y talento como cantautora y vocalista. Aunque solo sea a nivel social, fue indiscutiblemente uno de los discos más relevantes de su año.
Por eso, ‘GUTS’ presentaba todo un reto para Rodrigo, ahora bajo la presión de la fama y las expectativas. Según cuenta ella misma, también fue más complicado saber de qué quería hablar esta vez. ‘SOUR’ retrataba una dolorosa ruptura con la desgarrada intensidad del primer amor. En ‘GUTS’, la cantante sigue perfeccionando su tema favorito, los desengaños amorosos, pero ahora lo hace con una mayor ironía y, sobre todo, con mayor autoconsciencia.
En ‘bad idea right?’, un divertidísimo tema power pop sobre acostarse con un ex, Rodrigo ofrece una gran interpretación vocal llena de sarcasmo. “Verte esta noche, es mala idea, ¿verdad? A la mierda, está bien” o “Solo lo veo como un amigo / la mayor mentira que he dicho” son versos que podrían no tener nada de especial de por sí, que recurren a tópicos de ruptura mil veces escuchados, pero enunciándolos consigue capturar con ellos un irresistible tono juguetón.
Esa canción también sirve como ejemplo de que a Olivia Rodrigo, aun siendo una más que competente baladista, lo que mejor le sienta es ese registro pop-rock. Son los temas más rockeros los que defiende con mayor soltura y los que dotan al disco de ese tono desenfadado de comedia adolescente tipo ‘Clueless’ que resulta tan entretenido. En realidad, no dejan de ser canciones esencialmente pop, con melodías pegadizas y diseñadas para cantar a gritos en un karaoke, pero adornadas con instrumentación rock. Como en la apertura del álbum, ‘all-american bitch’, que comienza con la artista cantando sobre una guitarra acústica y deriva en un gran estribillo estilo Avril Lavigne. O en la garage rock ‘ballad of a homeschooled girl’, uno de los puntos más álgidos en el universo GUTS, cargada de angustia social y de nostalgia dosmilera. “Todo lo que hago es trágico / cada chico que me gusta es gay” es quizá ya una de las frases más emblemáticas de este trabajo, en la que todo indica que referencia a su ex Joshua Bassett, a quien estaba dedicado todo ‘SOUR’. En la enérgica ‘love is embarrasing’, la cantante continúa explorando el (des)amor adolescente con un adorable sentido del humor (“Encontraste una nueva versión de mí / Y yo casi empiezo la Tercera Guerra Mundial”).
En ‘GUTS’, aunque puede que esté más camuflado a través del sarcasmo y la ironía, también hay mucho de la intensidad dramática de su predecesor. Si establecemos paralelismos, ‘vampire’ podría ser la ‘driver’s license’ del disco, un baladón lleno de rabia hacia una persona tóxica con una magnífica progresión de acordes y un estribillo para desgañitarse cantándolo. Aunque desmarcándose y encontrando su estilo, es palpable que para Olivia Rodrigo Taylor Swift sigue ejerciendo una enorme influencia en su escritura, como en ese puente swiftiano hasta la médula: “Decías que era amor verdadero, ¿no sería eso difícil? / no puedes amar a nadie porque eso significaría que tenías corazón”.
Hacia la mitad, ‘GUTS’ empieza a mostrar un ligero desgaste de ideas con baladas como ‘making my bed’ y ‘logical’, que musicalmente son menos interesantes que lo escuchado hasta ahora, y que tampoco sirven para aportar mucho. En cambio, sí lo intenta, con resultados mixtos ‘get him back!’, con sus versos semi-hablados y un estribillo simpático y pegadizo. Aunque en esta segunda mitad del álbum, por lo general bastante inferior a la primera, sí encontramos alguna gran canción, como la mencionada ‘love is embarrassing’ o el medio tiempo de ‘pretty isn’t pretty’, que cuenta con una melodía preciosa.
Pese a su irregularidad, ‘GUTS’ es más ambicioso, más maduro y, en definitiva, mejor que su predecesor. Es un trabajo que equilibra las emociones a flor de piel de los últimos años de la adolescencia -la confusión, el autodescubrimiento, lo altibajos de dejar los años de instituto atrás y adentrarse en una nueva etapa- con una desenfadada autoconsciencia sobre esos mismos problemas. En ‘SOUR’ Olivia Rodrigo veía el fin de una relación como el fin del mundo, en ‘GUTS’ sigue sufriendo las crueldades del amor, pero las canta con la certeza de que no la van a matar, sino que la harán más fuerte.