OT Gala 3: Mariquita el último

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OT Gala 3: Mariquita el último

Existe la percepción colectiva de que OT es un programa queer. Pero es solo eso: una percepción. Echando cuentas, la mayoría de concursantes LGB (la T sigue ausente en el programa) pasaron por la academia sin mencionarlo explícitamente en cámara. Lo más queer de OT ha sido siempre su público. Hasta anoche. La gala 3 desplegó tal plumaje que compensó la heteronormatividad por defecto de las once ediciones anteriores: cultura queer es Salma cantando ‘Péiname Juana’ con actitud de “lesbiana a la que le tienes que pedir permiso para ser lesbiana cuando entras en la cárcel”, cultura queer son Juanjo y Álvaro disfrazados de dos lesbianas de la República de Weimar y cultura queer es Martin, ante la pregunta sobre los síntomas de las ITS, respondiendo “fluidos con color sospechoso” con cara de que si no hubiera una cámara delante habría dicho “si chorrea, es gonorrea”.

La gala empezó, eso sí, con Álex Márquez y Omar, dos heterosexuales con cara de salirte mucho en Tinder aunque deslices a la izquierda porque pagan Premium. Aunque nadie lo sabe, claro, porque nadie les ha deslizado a la izquierda ni por accidente. Álex cantó ‘Ladrona’ con la energía que requería el tema, la de un cantante que ya existe interpretando una canción que ya has escuchado mil veces. Y eso no da buena televisión, pero desde luego da para salvarse con un 72% de los votos. Que ni Omar fuera Trizia. Omar eligió ‘La canción más hermosa del mundo’ de Joaquín Sabina (inciso: todo el mundo sabe que la canción más bonita del mundo es ‘La playa’ de La oreja de Van Gogh, si hasta el propio estribillo lo dice) y demostró por qué Sabina es un cantautor que se compone las canciones solo para cantarlas él mismo: el fraseo medio hablado, los juegos de palabras canallitas y la autocompasión de perdedor empedernido no funcionan cuando las canta un maromo cuya voz tiene las cejas arqueadas y cuya postura por defecto es encogerse de hombros y con una escenografía, además, que era literalmente la misma que les pusieron a Rosa y Manu Tenorio para cantar ‘Somos novios’. Si lo más canalla que ha hecho Omar en su vida es doblar una servilleta en un bar para convertir “Gracias por su visita” en “Gracias puta”.

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Al terminar, Álex reestableció el rollo queer de la noche cuando se encaramó a Omar como un koala a una secuoya. Porque qué duda cabe de que ese es el efecto que provoca Omar en las personas. De hecho, justo después de su expulsión y justo antes de convertirse en la segunda persona a la que Noemí Galera regala un teléfono móvil esta semana, Omar recibió la visita de su hermana y ella nada más verlo saltó y se encaramó a él porque si alguien tiene la oportunidad de escalar ese árbol por qué iba a no hacerlo incluso aunque sea familia directa.

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Con dos eliminados, empieza a formarse un patrón: el nominado que cante la canción más radiada en Cadena Dial se queda. La que desde luego está aquí para quedarse es Chenoa, que incluso cuando suelta frases tan incoherentes como “Vamos a ver la semana de los profesores. Un besito” lo hace con la convicción de una presentadora que lleva años en el cargo.

Bea, Juanjo y Álvaro llevaban toda la semana prometiendo un cuadro con C mayúscula… hasta que empezó la actuación. Los chicos arrancaron sentados en un sofá y vestidos como figurantes de The Hole, una escenografía muy mariquita que por alguna razón salpimentaron con bailarinas que les ponían, a falta de una descripción mejor, el coño en la cara. Juanjo acarició el brazo de una de ellas con cara de “ay me encanta cómo huele tu crema hidratante” y Álvaro se agachó ante él con la actitud de alguien que ha hecho eso más de una vez: flexionó las piernas, sí, pero mantuvo el culo en pompa porque nunca se sabe lo que puede pasar. Más que recrear un antro de perversión, la actuación era lo que tu madre cree que haces cuando sales por bares de mariquitas: ponerte corsés y collares de perlas y abrirte de piernas sin venir a cuento (y a veces tu madre tiene razón). Mientras tanto, Bea lo miraba todo desde el escenario principal como buena mariliendre que está esperando a sus dos amigos que le han dicho que iban al baño y llevan mogollón de rato ya. Pero cuando llegó su turno, Bea, como dirían los jóvenes, recibió su título de Cuntología por la Universidad de Servington. No, resulta que Bea no era la amiga mariliendres. Era la dueña del burdel. No importó que la hubieran vestido con ropa para tres personas (un vestido drapeado de terciopleo Y transparencias Y una corbata Y los tirantes del sujetador al aire) y no importó que hubiera 200 personas en ese escenario, porque Bea consiguió que el mundo se detuviera para mirar cómo se follaba al plató. Para cuando Juanjo y Álvaro se pusieron a su lado, por supuesto de rodillas, el público ya se había olvidado de ellos y ella los miró desde arriba con cara de “Y en cuanto acabemos me vais a hacer la manicura”. Después de la actuación, una vez sentados en el sofá, la cámara pinchó al trío y Bea estaba recostada con los brazos por detrás de sus dos zorras. Se había convertido en una mafiosa para la cual cualquier asiento es un jacuzzi de Marbella. De fondo, Buika iba tomando notas y la cámara hizo zoom a su libreta: ponía “Maricones” y “¿Hay una chica nueva? Preguntar a Noemí. Ah no, es Álvaro Mayo”.

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La actuación de Martin y Ruslana de ‘Inmortal’ pareció un concurso de imitadores de Leire. Y Martin gana por goleada. Se lo pasaron bien, tuvieron química y supieron pisar el escenario. La presencia de Martin consiste en que siempre está haciendo algo con la boca (y una vez que te fijes no vas a poder dejar de verlo), o bien la deja entreabierta, o bien se humedece los labios, o bien pone media sonrisa. Martin es el concursante de OT que más se ha tomado su paso por el programa como unas vacaciones: siempre está de buen humor, siempre parece que ha dormido ocho horas y cuando tiene un ratito libre se da una ducha.

Asignarle ‘I Kissed A Girl’ a dos chicas del colectivo es una muestra más de que OT es la gran fiesta de la literalidad española. Pero también supone una reescritura de la canción original, que Katy Perry lanzó cuando todavía era provocador que una niña bien blanca se enrollase con sus amigas borrachas para seducir a los chicos. La versión de anoche era decididamente queer y Chiara lo entendió mejor que Violeta, porque resulta que Chiara es todo lo que creímos que Violeta iba a ser en la gala 0. Chiara iba vestida de Alicia Silverstone en ‘Fuera de onda’ y puso posturas de Selma Blair en ‘Crueles intenciones’ (en concreto, en la escena en la que su madre le dice “Cierra las piernas, no estamos en Jamaica”). Y Violeta… ¿qué llevaba puesto Violeta? Terrorismo. Más que lesbianas de verdad, Chiara y Violeta parecían lesbianas de ‘Élite’, pero mientras Violeta se dedicaba a fruncir el ceño (algo que solo le sale bien a Dua Lipa), Chiara sabía jugar a su favor su permanente expresión de “No, no te voy a dejar los apuntes, haber estudiado”. Porque las chicas buenas también pueden ser malas si se ponen la falda de tablas adecuada y este comentario resultará rijoso pero sin duda recibiría la aprobación de Chenoa, que después de cada actuación se abanicaba con los tarjetones porque “la noche está muy muy caliente”. “¡Menos mal que no me han puesto chaqueta!”, exclamó para subrayar lo “hot” que estaba. No, no le pusieron chaqueta. Le pusieron una toga.


Los chavales recibieron una charla sobre infecciones de transmisión sexual, lo cual podría sorprender en cualquier edición de OT pero en esta se antoja necesario. Los encargados fueron los divulgadores de la organización Imagina +, pero, si querían más información, bastaba con que les preguntasen a las personas encargadas de limpiar las duchas en la academia. En algún lugar de Aragón, los padres de Juanjo cenaban en silencio sin girar la cabeza para mirarse.

Naiara se puso un vestido color fluido sospechoso para cantar ‘Tómame o déjame’. En cuanto empezó la música y ella mantuvo la mirada fija en la cámara mientras esta bajaba al escenario, ya era la mejor actuación de la noche. Durante los ensayos, Naiara llevaba una camiseta en la que pone “Diva” porque evidentemente es ese tipo de chica. Y durante la actuación, demostró que “Diva” no es solo un rótulo en su camiseta: invocó al fantasma de Mónica Naranjo y le añadió un deje aflamencado, pero muy sutil, porque a ella no le viene de escuchar flamenco puro sino de escuchar a La húngara en el parking del Carrefour Augusta Zaragoza. En contra de lo que cabría esperar (dado lo cercana que es fuera del escenario), Naiara no cantó como una novia dolida sino como una estrella del pop. Las emociones eran teatrales pero moduladas y pasaban de la vergüenza al enfado y a la lástima y a la cara de “te he dado mi código pin y aun así no es suficiente para ti”. Pero nunca como una persona normal. Siempre como una diva. Y sin necesidad de florituras vocales, ni de cantar con aire, ni de trucos ñoños, sino con voz completa en todo momento. Naiara supo interpretar la complejísima letra de la canción y consiguió resultar misteriosa, porque nunca quedaba del todo claro lo que estaba sintiendo, aunque su mayor misterio sigue siendo cómo puede parecer tan de Valencia alguien que ha nacido en Zaragoza. Naiara también demostró que ser diva no es una cuestión de actitud, eso lo sabe impostar cualquiera, ser diva consiste en haber peleado por todo lo que tienes. En solo tres semanas, Naiara ha pasado de evocar a Rosa Peral a transformarse en Úrsula Corberó interpretando a Rosa Peral.

El referente estilístico del departamento de vestuario de OT siempre ha sido, sin duda alguna, Fórmul@ Joven de El Corté Inglés. Pero anoche ocurrió algo metaestético: varios concursantes parecían estar haciendo cosplay de OT1. hasta Pablo Rouss (el chico que se sienta al lado de Buika y que desde que empezó a trabajar en OT se levanta sin apenas energía cada martes) llevaba un jersey de canalé con degradado. La “boy band” formada por Paul, Lucas y Cris cantó ‘Back For Good’ y hay que aclararle dos cosas a los espectadores más jóvenes: sí, las boy bands de los 90 eran así de absurdas y hacían coreografías intensas en las baladas; y sí, el pelo que llevaba Paul estuvo de moda en algún momento, requería una cantidad ingente de gomina y dolía muchísimo al apoyar la cabeza contra la almohada. Paul tuvo una mala semana, pero poco se podía imaginar que su verdadero infierno empezaría al entrar en el vestuario y saludar a una mujer, probablemente llamada Chelo, que le vistió como a un figurante de la cabecera de Nosolomúsica. La actuación fue blanda, pero al menos Paul intentó hacer algo. Por desgracia, ese algo fue comportarse como el líder de la banda y hacerle miraditas a una chica del público. Si esa chica no era su novia, su amiga o su hermana, sus gestos de seducción bordearon el delito (bueno, si era su hermana desde luego que eran delito) y según las reglas los allegados de los concursantes no pueden ir de público así que hay ahora mismo una chica en Barcelona partiéndose de risa en todos sus grupos de WhatsApp.

En un momento dado, Chenoa decidió “salirse del guion” para decirles a los chavales: “Sois fabulosos y sois humanos”. Chenoa puede gustar o no (aunque si a alguien no le gusta Chenoa es porque lleva metido en un búnker desde noviembre de 2001), pero hay que admirar su capacidad para ser la artista más inmediatamente icónica de España: ¿Qué otra persona podría convertir el concepto mismo de ser humano en una marca personal? Antes de anunciar al eliminado, Chenoa confesó que tenía un nudo en la garganta. No, Chenoa, lo que tienes es un nudo en el vestido.

A continuación Masi apareció para recordar que “el favorito de la semana pasada fue * chequea las notas * Naiara”. El premio fueron 3000 euros y una conversación con Morat, que, sinceramente, hay mucha gente que pagaría 3000 euros con tal de no ir a ver a Morat. Y entonces arrancaron las nominaciones. La jurado invitada fue Cami (a estas alturas, OT está directamente inventándose personas), quien nada más empezar decidió levantarse a abrazar a Bea porque para escaleta la que te va a dar esta. Cris Regatero le dijo a Salma que le hace falta “más seguridad en la voz” y, sinceramente, Salma puede tener muchas cosas (y Twitter se ha dado un atracón de todas ellas esta semana) pero inseguridad en la voz no es una de ellas. Buika inició su intervención con “Quiero hablar con… Violeta” mientras su cara añadía “Sea quien sea Violeta”. “Te voy a dar un as en la manga”, le dijo. No, Buika, la vas a nominar. Este jurado está a dos semanas de empezar a comunicarse mediante jeroglíficos con tal de no usar el verbo “nominar”. Buika enseguida se dio cuenta que vampirizar la energía de Violeta no le daría ni para llegar al miércoles, porque Violeta la pobre está exhausta de arrastrar aquella etiqueta de favorita prematura que le colgaron en la gala 0. Así que Buika fue a por Denna. Buika es muy lista y sabe que una chica a la que sus padres bautizaron como Almudena pero se ha puesto Denna todo lo que tiene en este mundo es energía e ilusión en sí misma. “Tú quieres cantar, ¿no?”, empezó. “Pues deja de sufrir”. Ah, bueno, Buika, haber empezado por ahí. No se me había ocurrido que era tan fácil como decidir dejar de sufrir. “El éxito es tuyo”, añadió con cara de “pero tu alma es mía”. Y antes de mandarla sentarse, cuando Denna estaba más Almu que nunca, Buika rebañó los huesos: “Trabájatelo, Mimi”.

Trabajátelo. Mimi.

Si alguien trabaja en esa academia esa es Denna, que hizo una actuación ni mucho menos merecedora de la nominación. Tres galas, tres nominaciones. OT no es un programa de cantantes, es un programa de aspirantes a cantantes y por tanto necesita gente como Denna, con ganas y potencial, en vez de seguir salvando a chicos intercambiables que claramente tienen como máximo objetivo en la vida ser Beret. Al terminar la gala, la página de Wikipedia de OT 2023 indicó que Denna había abandonado voluntariamente la academia. Es falso. Es un golpe bajo para hundirla más de lo que está. Lo que no saben es que Buika, al llamarla Mimi, ha despertado a un dragón. ¿Y qué dragón es ese? Pues es como si el meme de “Este cartel no puede detenerme porque no sé leer” se hubiera puesto medias de rejilla y extensiones.

Acabar la noche con Denna y Violeta nominadas es lo que ocurre cuando el jurado propone a cuatro de los artistas más interesantes y deja dentro a todos los genéricos. Se salva de la nominación también Chelo la de vestuario, porque en realidad las catástrofes estilísticas son imprecindibles en OT: en esta edición todos se presentaron en la gala 0 vestidos como superestrellas porque tienen el Shein machacado, pero los concursantes de OT no deben parecer superestrellas. Deben parecer gente normal disfrazada de superestrellas. Y eso debería jugarle a favor a Denna. Pero antes, el público tiene que tomar una decisión: ¿Es Violeta la próxima gran popstar española o solo ha encontrado el corte de pelo más adecuado para su cara? Gane quien gane, los mariquitas pierden. La gala fue la más queer de la historia de OT, sí, pero si a algo está acostumbrado el colectivo es a acabar la noche mucho peor de lo que la empezó.

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